La Gran Logia de España informa de que «la terrible consigna ‘El masón, al paredón’» resonó el domingo 16 de agosto 2020 durante la concentración en la Plaza Colón de Madrid contra de las medidas sanitarias adoptadas para tratar de contener la pandemia de la COVID-19.

Recuerda esta institución que «no es la primera vez que ese grito de odio suena en España: entre 1936 y 1978 ser masón en España era un delito», mientras que en la España democrática, el delito es el odio al diferente, castigado en el Código Penal con pena de prisión de uno a cuatro años.

Señala que «son las autoridades competentes las que deben determinar si ante las cámaras y micrófonos de los medios de comunicación, se produjo un delito de odio», y piden a sus asociados «desde la serenidad, reflexionar sobre las raíces profundas de ese odio hacia nuestra orden».

Aportan a esa reflexión que «la masonería siempre atraerá odio porque, en esencia, es amor. Del más puro que pueda imaginarse: fraternidad humana sin importar la raza, la nación, la clase social, el credo religioso o las ideas políticas». Y concluyen que «la masofobia es un síntoma, allí donde aparece, de que algo no va bien».

Añaden que en la Plaza de Colón «fuimos atacados desde el fanatismo y la ignorancia. A la hora de salir de su ignorancia y perseguir la verdad fenomenológica, el ser humano cuenta desde hace siglos con el método científico: los hechos deben demostrar las hipótesis que formula. En nuestros días, sin embargo, hay un retorno a la probatio diabólica medieval: creer firmemente en una idea, aunque no pueda demostrar que es cierta, porque es indemostrable que no es cierta».

Y concluyen que «bajo estos esquemas de pensamiento, propios de la ignorancia y el fanatismo, desterrados por la lógica, ajenos a la ciencia, prolifera en nuestros días todo tipo de desinformación sobre la pandemia que padecemos. Lo más terrible no son las ideas en sí, ni que algunas de ellas nos incluyan en sus delirios. Lo más terrible son los actos que provocan, de consecuencias sanitarias insospechadas, como una concentración de miles de personas que incumplen, desconfiando de la ciencia, las medidas de distancia social y protección decretadas para contener los rebrotes».

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