Giuliano da Empoli es el autor de El mago del Kremlin, novela que tiene poco de novela y es por tanto más apasionante que cualquier ficción. Finalista del Premio Goncourt en Francia, Premio Goncourt votado en España, – el Premio Goncourt se vota en treinta y seis países, aprendamos de los franceses- Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, Premio Honoré de Balzac, finalista del Premio Interallié, primera novela-no novela del ensayista y asesor político ítalo-suizo, sin duda el bombazo editorial del año 2022, en España en 2023, publicado hace pocos días por Seix Barral y presentado antes de Semana Santa en la Mediateca del Instituto Francés de Madrid.
A muchos les sorprenderá leer cómo El mago del Kremlin enseña a manejar a distintos colectivos ciudadanos de la gran madre Rusia e incluso de otros países, -el mundo globalizado no tiene límites. A otros no les sorprenderá tanto, porque es cierto que un conocimiento tan concreto de la gran manipulación, es ampliable a cualquier país y ciego hay que estar para no verlo.
Los protagonistas de El mago del Kremlin son Vladimir Putin y su asesor y mago el ficticio Vadim Baranov, alter ego del real Vladislav Sourkov, antiguo hombre de teatro vinculado a la vanguardia artística, aplicado lector del Nosotros de Yevgueni Zamiatin. No podría darse mejor mago para poner en escena los deseos de Putin, diseñados por su asesor Baranov, que introduce los conceptos de «democracia soberana» y la «verticalidad del poder» como eje de la política del nuevo Zar.
El libro tiene otros personajes reales con su nombre propio, como el de Boris Berezovsky, empresario y magnate de la televisión, jefe de Baranov, quien empezó a caer en desgracia el mismo día que tuvo la ocurrencia de pensar en Putin, jefe del FSB, antiguo KGB, como gestor del caos que supusieron los años noventa, es decir, con el único intento en toda la historia de Rusia de convertirla en una democracia, algo que se ha demostrado imposible, porque sencillamente, no hay ni un solo precedente en ese enorme y rico país de tal experiencia. El suicidio de Berezovsky fue real.
Otro importante personaje real que aparece con su nombre propio en este ensayo – novela es Mijail Kodorkovsky,el oligarca que levanta la mujer a Baranov cuando este no era nadie ni esperaba serlo y que inevitablemente cae en desgracia cuando éste se convierte en el mago del Kremlin, en otras palabras, en el perro fiel de Putin. Y el inquietante Séchin, secretario de Putin y espía de Baranov, quien finalmente acabará con su carrera política, aunque no con su vida, y esto en la Rusia de Putin ya es un mérito.
El libro pone de manifiesto de manera implacable como hacerse con todos los resortes del poder absoluto como expresión artística, ya sea haciendo millonarios a algunos disidentes, suprimiendo a otros e incluso creando una oposición, consciente o no de que ha sido creada al servicio del Zar.
El mago del Kremlin fue escrito un año antes de la invasión de Ucrania, pero la pandemia pospuso su aparición hasta 2022, cuando Ucrania ya llevaba dos meses invadida. Pero la deja claramente e inevitablemente encarrilada a través de la «revolución naranja», la anexión de Crimea, las interacciones de la OTAN en Ucrania, las relaciones de poder a poder con Estados Unidos que permiten conocer las causas del conflicto en este relato crudo, desprovisto de cualquier sentimiento hacia los pueblos, ruso, ucraniano y global.
Da Empoli relata los últimos veinte años, los de la era Putin, desde cuando nadie se arriesgaba a creer en las atrocidades de su régimen hasta sus últimas consecuencias a día de hoy. Al mismo tiempo, también pone al corriente de la geopolítica mundial y nos encontramos con actos reconocibles en el maestro, en cualquier parte del planeta.
Dice el autor que el poder de Putin está construido sobre una base mitológica –creo que todos los poderes lo están- y que desde su punto de vista «el corazón del poder es el corazón de lo irracional, que la inteligencia humana no es capaz de conjurar sus propias pasiones». Pone en boca de Baranov que «la inteligencia no protege de nada, ni siquiera de la estupidez». Y añade en otro momento: «No hay nada más sensato que apostar por la locura de los hombres». Esta es la estrategia a extender globalmente.
No hay más que tener ojos para ver y mirar alrededor.
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