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«El Kala», historia de un superviviente: una bofetada de realidad en forma de cortometraje

No es necesario tener una memoria privilegiada para recordar que aquí, en España, en los años 1990 la heroína causó estragos entre una juventud desnortada y sin futuro, pero también entre hijos de «buenas familias».

Juan Carlos Estavillo «el Kala», es un superviviente de aquel desastre generacional. Tiene 57 años y su vida ha estado marcada por la dependencia de la heroína. Vive en un piso de 50 metros cuadrados con los cuatro –de nueve- hermanos que le quedan y un amigo argelino, al que recogió «para sacarle de la calle».

Su historia, dice el realizador Diego Pérez, «es una bofetada de realidad a nuestros prejuicios (…) es una de esas personas que son la cara B de una ciudad».

Desde hace muchos años – «quince o más»- el día de «El Kala» comienza cuando se levanta tarde y con dolores. Después de asearse va en busca de su dosis diaria de metadona, regresa a casa, se prepara la comida y después duerme.

Pero su auténtica vida, donde conoce gente que saluda y disfruta del bullicio y de la música, es la que vive de noche en la calle Laurel del casco viejo de Logroño, cuando hace pequeños trabajos –recoger las vajillas, separar la basura para el reciclado y tirarla a los contenedores- para todos los bares de la zona a cambio de la voluntad, habitualmente uno o dos euros.

«El Kala» siempre lleva consigo un pequeño bolso raído en el que, a falta de dinero, guarda una foto de su primera comunión, varias entradas plastificadas de grandes conciertos de música heavy a los que asistió hace más de treinta años y una foto de cuando tenía unos veinticinco años y que es imposible mirar sin pensar en todo lo que ha podido pasar entre el chico de la foto y la persona que tenemos delante.

Esto es exactamente lo que nos cuenta el cortometraje documental «El Kala», dirigido con todo el respeto que exige el tema por el cineasta riojano Diego Pérez, que en espera de conseguir una distribución en los cines se puede ver en festivales, como el de esta semana en Alicante (Festival Internacional, sección Cortometrajes Documental), y dentro de quince días en el Villafamés.

Anteriormente, «El Kala» tuvo su estreno mundial en el Festival de Málaga, y ha recibido premios en los de Vitoria y Logroño.

Como apunta el director de este documental –ganador de más de cincuenta premios con sus anteriores cortos «El amor dura 27 planos», «ventura», «La mujer de mi vida», «Amor dospuntocero», «El casco de Júpiter», «Vico Bergman», «Los abuelos de la lucha» y «Amor en plano secuencia»- cuando ves a «El Kala» ves a «una de esas personas demacradas, a las que cuesta adivinarle la edad: bajito, extremadamente delgado, con una dentadura sin muchas de sus piezas, cara muy huesuda y sin apenas expresión facial, aparenta muchos años más de los que tiene. Sin embargo, cuando hablas con él, le miras fijamente a los ojos y le ves sonreír, es relativamente fácil ver al niño que sigue intacto en su rostro».

Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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