El acoso escolar ha sido una problemática persistente en el ámbito educativo, pero en la era de la inteligencia artificial, adquiere nuevas dimensiones. Las herramientas tecnológicas han evolucionado de manera acelerada, proporcionando a los estudiantes medios cada vez más sofisticados para comunicarse, crear contenido y, lamentablemente, acosar a sus compañeros.
En este contexto, surge una pregunta alarmante ¿hasta dónde puede llegar el bullying ahora que existen herramientas de IA capaces de manipular información, generar imágenes falsas y replicar voces con facilidad?
En un panorama donde la inteligencia artificial ya plantea desafíos éticos y sociales en las escuelas, su papel en el acoso escolar se vuelve aún más preocupante.
Las nuevas formas de acoso
El avance de la IA ha dado lugar a nuevas modalidades de ciberacoso. Entre ellas, destacan:
- Deepfakes y manipulación de imágenes. La creación de vídeos y fotografías falsas con la imagen de una persona puede destruir su reputación en cuestión de minutos.
Antes, el acoso quedaba restringido a rumores o insultos, pero ahora los estudiantes pueden fabricar contenido convincente para humillar a sus compañeros y compañeras. - Bots y automatización del acoso. Algunos programas de IA pueden generar insultos personalizados o mensajes hirientes de manera automatizada, inundando las redes sociales de la víctima con comentarios hostiles sin que el agresor tenga que escribirlos manualmente.
- Suplantación de identidad. Herramientas que imitan voces o estilos de escritura pueden ser utilizadas para hacerse pasar por otra persona y enviar mensajes ofensivos o comprometedores en su nombre.
El miedo y el impacto en las víctimas
Las nuevas formas de acoso no sólo amplifican el daño psicológico, sino que hacen que la agresión trascienda los espacios físicos y se perpetúe en el mundo digital, dificultando aún más la intervención de docentes.
El bullying tradicional ya tenía consecuencias devastadoras para quienes lo sufrían, pero el acoso potenciado por la Inteligencia artificial añade una capa de terror.
Además, estos contenidos pueden permanecer en la red durante años, afectando la autoestima y el bienestar emocional de los afectados incluso en su vida adulta.
Según la UNESCO, el ciberacoso aumenta con rapidez en los últimos años y con la proliferación de herramientas de la IA podría seguir en ascenso. Organizaciones como Save the Children han alertado sobre la creciente exposición de los menores a situaciones de acoso en entornos digitales, exigiendo una regulación más estricta del uso de las tecnologías.
El debate sobre la edad adecuada para el uso de dispositivos
Dada la gravedad del problema, diversas organizaciones han comenzado a replantear la edad mínima recomendada para el uso de teléfonos móviles y redes sociales.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) sugiere que los niños y niñas no deberían tener acceso a dispositivos con conexión a internet antes de los siete a doce años y no es hasta los trece a dieciséis que recomienda menos de dos horas al día, incluyendo tiempo escolar y los deberes.
Además, se han intensificado las llamadas a limitar el tiempo de exposición a pantallas para prevenir problemas emocionales y psicológicos relacionados con el abuso de la tecnología.
El bullying en tiempo de inteligencia artificial es una amenaza real que no puede ser ignorada. El acoso evoluciona en formas inimaginables y sin controles adecuados, esta problemática seguirá creciendo.
Para fomentar una seguridad digital, la educación, la regulación y control de edad y una mayor vigilancia en redes sociales son, de momento, las únicas armas efectivas para enfrentar esta nueva forma de violencia escolar.