El esperpento, una inestimable aportación de Valle-Inclán a los géneros literarios, está diseminado en sus novelas y en sus dramas como el garabato genial de un creador irrepetible.
En el ciclo de esperpento vuelve a Madrid sometió a un tratamiento esperpéntico a la corte de Isabel II y a toda la sociedad española, desde los bajos fondos a la nobleza. Expuso a la aristocracia, a la burguesía y al pueblo a la visión de los espejos deformantes, para mejor mostrar su auténtica verdad.
En «Tirano Banderas» llevó a cabo el retrato esperpéntico de un dictador, mezcla de Porfirio Díaz y Primo de Rivera, con datos históricos desvinculados de personajes concretos.
El Museo Reina Sofía presenta ahora una gran exposición dedicada al esperpento en las muchas manifestaciones estéticas que conoció desde su aparición en los primeros años del siglo veinte, cuando llevó a cabo la crítica social a través del potencial revolucionario de las deformaciones grotescas. Los materiales que se muestran son obras de arte, documentos, objetos que se relacionan con el esperpento, desde los romances de ciego y las aleluyas, a la prensa satírica, el teatro y el cine.
Entre los creadores cuyas obras ocupan lugares preferentes no podían faltar los artistas gallegos como Laxeiro (Xosé Otero Abeledo), Castelao, Maruja Mallo, Arturo Baltar, junto a otros nacionales, Gutiérrez Solana, María Blanchard, Eugenio Lucas Vázquez, Antonio Filol Granell, e internacionales como Umberto Boccioni, José clemente Orozco, relacionados con el esperpento.
Las secciones en las que se ha dividido la exposición llevan títulos de obras de Valle-Inclán y recogen las manifestaciones culturales de la España del primer tercio del siglo veinte, desde la Galicia de Valle a los movimientos transnacionales que proponen estéticas relacionadas con la vigencia del esperpento.
La exposición
Las tres primeras secciones articulan la estética del esperpento a través de las transformaciones tecnológicas y sociales registradas durante el tránsito entre los siglos diecinueve y veinte, tomando como origen la obra de Goya y la cultura popular del siglo diecinueve, como la caricatura política, el teatro de marionetas o el guiñol, antecedentes de la linterna mágica y el cinematógrafo, a través de los que se hacían llegar al público imágenes deformantes y otras relacionadas con la magia.
La sección ‘Tablado de marionetas’ acoge materiales de todas estas manifestaciones escénicas. El teatro de marionetas simboliza también los hilos que mueven a los protagonistas de la farsa, identificándolos con los personajes reales. Aquí se puede ver una reconstrucción a tamaño real del Teatro Piccoli con las marionetas originales de 1940 y también las que la familia Silvent utilizaba en el espectáculo «Barriga Verde».
La aparición de la aviación proporcionó a los artistas la visión de una perspectiva inédita de la realidad, que Valle-Inclán conoció al sobrevolar el frente de la Primera Guerra Mundial en un avión de combate como corresponsal de «El Imparcial» en aquella contienda.
Las reacciones a los desastres de la Primera Guerra Mundial pusieron de moda las corrientes espiritistas, el esoterismo, el ocultismo y el tarot para tratar de entender el mundo de la posguerra, un mundo que Valle-Inclán reflejó en obras como «La lámpara maravillosa» y «Ejercicios espirituales».
Simultáneamente comenzaba a experimentarse con sustancias sicotrópicas que proporcionaban una visión deformada de la realidad, en línea con la obra artística de las vanguardias, un mundo que Valle-Inclán también trató en «La pipa de Kif».
El carnaval como esperpento protagoniza otra de las grandes secciones de esta exposición. Su significado como subversión de de las convenciones sociales está en los valleinclanescos personajes de «Los cuernos de don Friolera» y de «Martes de Carnaval», que dan pie a las relaciones del esperpento con esta fiesta popular.
Valle-Inclán aprovechó el entremés, la farsa y los romances de ciego para hacer una crítica a la violencia y el militarismo, subrayada aquí con fotografías de Alfonso Sánchez, caricaturas de Feliu Elías y obras de Juan Gris. Las pinturas de Gutiérrez Solana mezclan lo popular con lo macabro y lo jocoso.
La sección ‘Luces de bohemia’ toma su nombre del título de la obra de teatro de Valle-Inclán protagonizada por su personaje Max Estrella, donde se cruzan el mundo individualista de la bohemia y el movimiento colectivista impulsado por el anarquismo. Un escenario ilustrado por las obras de María Blanchard, Ricardo Baroja, Gutiérrez Solana y Antonio Fillol.
La sección dedicada a los retablos muestra la recuperación que de este modelo hicieron artistas que promovían una renovación estética a través de las propuestas que Valle-Inclán ponía en sus retablos, que aludían sobre todo a la degradación de los valores de la sociedad de su tiempo.
La última parte de la exposición corresponde a aquellas obras de Valle-Inclán escritas en los años del ascenso de los fascismos en Europa. «Tirano Banderas» es el título de la novela que el escritor gallego dedicó la figura del dictador, con la que critica tanto al imperialismo americano como a los totalitarismos europeos. La sección queda magistralmente ilustrada con la pintura «El Tirano», de José Clemente Orozco, y también con las obras de Victorina Durán, exiliada del franquismo.
La exposición se cierra con el título de la trilogía «El ruedo ibérico», donde se hace una interpretación de la historia trágica de la España posterior a la muerte de Valle-Inclán, una época que contempló una guerra civil, una dura posguerra y una dictadura interminable.
El ruedo ibérico es una metáfora de aquella España y es también la plaza de toros de Badajoz, testigo de una de las más atroces masacres de la guerra civil, recogida en el cuadro de Joaquín Martí-Bas que culmina esta sección y la muestra.
- TÍTULO. Esperpento. Arte popular y revolución estética
- LUGAR. Museo Reina Sofía. Madrid
- FECHAS. Hasta el 10 de marzo de 2025
Una excelente razon para venir a Madrid. Gracias por tu excelente y documentado articulo.