En la mayoría de los centros escolares, el alumnado recibe alrededor de tres horas semanales de Educación Física. No obstante, cabe preguntarse si esto es suficiente para fomentar un hábito deportivo duradero.
La respuesta es que probablemente no. Porque el deporte no consiste sólo en cumplir un horario escolar, sino en integrar el movimiento como parte de la vida cotidiana. Un hábito se crea cuando se repite en distintos contextos, no únicamente en el aula.
Andar hasta el colegio, salir a jugar al parque en lugar de quedarse en casa frente a una pantalla o montar en bici los fines de semana en familia, son gestos que marcan la diferencia.
La Sierra de Guadarrama o La Pedriza en Madrid, cuentan con numerosas rutas, sencillas y agradables para ir con niños y niñas más pequeños.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que los niños y niñas dediquen al menos sesenta minutos diarios a una actividad física moderada o vigorosa. Esto no significa únicamente practicar un deporte federado, sino incorporar la actividad en rutinas diarias subiendo escaleras, bailando, corriendo en el recreo o jugando en la calle.
Estudios recientes en población adulta, muestran que el entrenamiento de fuerza ayuda a preservar la densidad ósea y la salud muscular, reduciendo en riesgos en edades avanzadas. Lo interesante es que esta fortaleza física y mental, puede sembrarse desde pequeños si el deporte se vive como un hábito agradable.
El reto de la asignatura de educación física actual es pasar de ser una materia más a convertirse en un vehículo de cultura del movimiento. Igual que en lengua se busca fomentar el hábito lector o incrementar la curiosidad por los idiomas y la comunicación, en educación física habría que potenciar el hábito de moverse.
Iniciativas inspiradoras pueden ser charlas con deportistas en colegios. Amaya Valdemoro, nacida en Alcobendas y destacada jugadora de baloncesto, ha participado en proyectos pedagógicos transmitiendo valores y enseñando el deporte como un estilo de vida.
En Madrid, el programa Institutos Promotores de la Actividad Física y el Deporte (IPAFD) ha integrado clubes y coordinadores deportivos en varios centros, ofreciendo deporte regular más allá del horario lectivo.
El papel de la familia
El colegio puede abrir la puerta pero la familia mantiene el hábito. Disfrutar del paseo, valorar el aire libre, compartir partidos con amigos, descubrir nuevas disciplinas, etc., deben formar parte del día a día de los más pequeños.
Predicar con el ejemplo es un paso fundamental. Cuando los niños y niñas ven a sus padres usar la bici, ir andando a por el pan, salir a correr, practicar un deporte o disfrutar del campo, interiorizan el movimiento como algo natural.
Uno de los grandes retos de nuestra época es el sedentarismo infantil. Las horas frente a videojuegos, redes sociales o plataformas de streaming se han multiplicado. Frente a esta tendencia, el deporte se convierte en un antídoto contra la apatía y la pereza. No hace falta prohibir las pantallas, sino ofrecer alternativas atractivas.
Crear un hábito de movimiento es invertir en la salud, la alegría y la autonomía futura de los estudiantes.
 
		 
		



