El contagio de COVID-19 se ha cebado, como era de esperar, con los más débiles. Ante la extensión de la enfermedad, los más necesitados entre los ciudadanos de Leganés, que con 2400 casos es el municipio más afectado por el virus en la Comunidad de Madrid, han visto cómo su principal ayuda para subsistir se ha vuelto más difícil de alcanzar.
Los despachos de Cáritas, situados en las parroquias, han cerrado sus puertas. La razón principal ha sido la avanzada edad de los voluntarios que contribuían desinteresadamente al reparto de lotes de alimentos en los despachos y almacenes de esas parroquias.
La mayoría de ellos supera los sesenta y cinco años de edad. Eso los convierte en víctimas propiciatorias ante el coronavirus, que afecta especialmente a los mayores, provocando en ellos la tasa de mortalidad más grande entre los afectados. Son población de riesgo. Esta circunstancia ha hecho que los responsables de Cáritas en las distintas parroquias del municipio hayan decidido cerrar las puertas para evitar extender el virus entre los voluntarios. Entre éstos, el miedo al contagio, que en su caso podría ser mortal, ha hecho mella.
Ante el desamparo que esta situación ha provocado entre la población necesitada de la asistencia alimenticia, y de todo tipo, que habitualmente presta Cáritas, las parroquias se han organizado recurriendo a los listados que tienen de personas que solicitan las ayudas de la organización. De esta manera, y siempre que puedan localizarlos por teléfono, conciertan citas en días y horas señalados a las que algún miembro de las familias necesitadas acude. Ante la puerta de las parroquias, alguien del reducido personal de los centros les deja un paquete en la puerta.
Peor lo llevan las personas sin hogar. Los «sintecho» no suelen estar censados. Ellos acuden esporádicamente a los despachos de Cáritas donde reciben algún tipo de sustento. No pueden llevarse paquetes con alimentos para una semana, por ejemplo, al no disponer de un lugar donde conservarlos, según nos cuentan desde la Asociación Indigentes Leganés, una organización formada hace unos años por los propios indigentes sin casa del municipio. Su forma habitual de acceder a las ayudas de Cáritas se ha visto seriamente afectada por el cierre de las parroquias hasta casi hacerla imposible.
Por otra parte, las propias personas de la calle se quejan de la escasez de los alimentos que el ayuntamiento les proporciona desde la sede de los servicios sociales, situados en la calle Juan Muñoz. Según la Asociación Indigentes, allí les proporcionan una comida diaria, solo de lunes a viernes, que parece proceder de los mismos menús que se están proporcionando a los alumnos que antes contaban con beca de comedor y que ahora tienen también los colegios cerrados: «Menús para niños, de menos de ciento cincuenta gramos en total para todo el día» nos afirman desde la Asociación, y añaden que «los fines de semana, no nos dan comida».
Por otra parte, cientos de voluntarios recorren las calles de Leganés, dirigidos por distintas asociaciones de vecinos y ciudadanos, para hacer la compra y llevar los alimentos hasta las casas de los vecinos en situaciones económicas desesperadas y acentuadas ahora por el necesario aislamiento.