Este verano será el cuarto año en el que aprovecharemos unos cuantos días de nuestras vacaciones para nuestra particular aventura, una aventura que se remonta a más de ochocientos años.

Nuestros amigos restauradores de obras de arte Pilar Cano y Juan Manuel Bote nos invitaron, en los primeros días septiembre de 2022, a participar en un taller de pintura al fresco que todos los años organiza la Asociación Sancho Ramírez en la ciudad de Jaca.

Amantes del románico en todas su expresiones, como somos, no lo dudamos ni un instante y allá que fuimos, sin saber muy bien qué era lo que íbamos a hacer. La sorpresa fue mayúscula.

La Asociación debe su nombre al rey Sancho Ramírez, segundo rey del Reino de Aragón, quien sucedió a Ramiro I, primer rey. El Reino de Aragón se originó al dividir Sancho Garcés III, el Mayor, su reino entre su hijos.

En el siglo once el Reino de Pamplona era el más grande de los reinos cristianos de la Península Ibérica, reinaba sobre Navarra, Castilla, León, Astorga, y los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.

A su muerte, como hemos dicho, estas tierras las repartió entre sus hijos. Ramiro heredó el condado de Aragón, y Gonzalo los de Sobrarbe y Ribagorza. Estos condados apenas sobrepasaban los valles pirenaicos. Al sur todo era territorio musulmán.

Ramiro I, llega al poder en 1035. Poco después a la muerte de su hermano Gonzalo, en extrañas circunstancia, heredó los condados de Sobrarbe y Ribagorza, con lo que ya empezaba a ser un territorio considerable. Su hijo Sancho Ramírez estableció la capital en Jaca, impulsó la ciudad con la construcción de la Catedral de San Pedro y el Camino de Santiago. Por estos motivos, entre otros, la Asociación lleva su nombre.

Recuperación del románico en Aragón

Pero volvamos al taller de pintura al fresco. Entre los objetivos de la Asociación está la difusión y recuperación del gran legado románico que tiene Aragón, y no cabe duda que poder reproducir con las técnicas medievales las pinturas que decoran o decoraban catedrales, iglesias o monasterios tiene una atracción difícil de evitar, además de poder difundir estas obras en muchos casos olvidadas, desconocidas o casi perdidas.

En ese año veintidós y los dos siguientes, los frescos a reproducir en el taller serían los de la Sala Capitular del Real Monasterio de Santa María de Sijena (o Sigena) de la cual poco sabíamos, pero que se iba a convertir en un asunto de máximo interés para nosotros a partir de ese momento.

De nuevo la historia para situar el Monasterio. Ha pasado un siglo desde la fundación del Reino de Aragón y éste se encuentra en peligro. Ya se ha conquistado Zaragoza y todas sus tierras de alrededor a los musulmanes estando listos para llegar a tierras de Teruel, además de otras incursiones por el resto de la península. Pero el gran Alfonso I el Batallador muere en 1134 sin descendencia y decide en su testamento donar todo el reino a las órdenes militares.

La nobleza de Aragón se niega en redondo a perder sus tierras y privilegios y van en busca del único heredero posible, su hermano Ramiro, pero resulta que este es un religioso, obispo de Roda Barbastro, y con pocas ganas de ser rey. Pero nobleza obliga y al final no podrá eludir su destino, reinará con el nombre de Ramiro II, el Monje.

El reino está debilitado y acosado por los musulmanes por un lado y por el reino de Castilla por el otro. No es Ramiro un hombre acostumbrado ni a la política ni a la guerra, así que toma dos decisiones para garantizar la continuidad del reino. La primera es casarse para tener descendencia y garantizar el linaje real y la otra es buscar aliados que puedan ayudarle.

Lo primero lo consigue casándose, en un matrimonio más que dudoso dada su condición de religioso, con Inés de Poitou, mujer de probada fertilidad, que una vez consumado el matrimonio le dio una hija, Petronila, que garantizaría la sangre real. Inés abandona a su hija con apenas tres meses de edad y vuelve a Francia, al fin y al cabo ella había cumplido su misión. Petronila será reina pero no podrá gobernar, es portadora del linaje y lo transmitirá, pero el derecho aragonés le impedirá ser reina con todas las consecuencias.

Lo segundo lo consigue aliándose con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, Gerona, Osona, Besalú, Cerdaña, entre otras tierras catalanas. Se alía con el conde hasta tal punto que éste se comprometerá en matrimonio con Petronila, quien entonces tenía un año y él veinticuatro, acordando que el matrimonio se celebraría cuando ella cumpliera los catorce años. Como así fue.

Pero desde el momento del compromiso, en 1137, Ramón Berenguer IV pasó a llevar los asuntos del Reino de Aragón junto a los de sus condados. Dando un giro fundamental a nuestra historia.

Estamos de nuevo en el Taller

Nos ponemos en situación, nos colocamos el jubón, porque vamos a reproducir con nuestras propias manos un fresco del románico, es difícil evitar la emoción. Nuestros maestros nos introducen en la técnica de pintura al fresco, con huevo y pigmentos naturales: Sobre un tablero de aglomerado de madera al que previamente se ha enfoscado un mortero rígido simularemos el muro al que aplicaremos un enlucido de mortero fino de cal aérea que durante el tiempo que transfiramos el dibujo, calcándolo, permanecerá húmedo. Una vez transferido el dibujo se irán aplicando y marcando con suavidad las líneas de contorno para en sucesivas capas ir coloreando, verdes, azules, bermellones, amarillos o dorados, para acabar con los blancos, negros y con los detalles de nervaduras, perlados, miradas,…

Las pinturas que vamos a reproducir corresponden al bestiario, como ya hemos dicho, de la Sala Capitular del Monasterio de Sijena.

Pero por qué estos dibujos. La historia sigue siendo apasionante.

Los dos territorios, el Reino de Aragón y los condados catalanes, han unido sus linajes y fruto de esa unión, del matrimonio entre Petronila y Ramón Berenguer IV nacerá el que será Alfonso II, el Casto, quien reinará a partir de 1162, siendo el primer rey de la Corona de Aragón.

La unión del Reino de Aragón y los condados catalanes que aportó Ramón Berenguer perdurará hasta el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los Reyes Católicos, que dio lugar al Reino de España, aunque hasta la llegada del primer Borbón, todos los territorios que formaban el reino mantuvieron sus cortes, autoridades, fronteras, monedas,… y los reyes tenían que ir jurando las cortes de cada reino. La España diversa.

Seguimos en los inicios de la Corona de Aragón. Alfonso II se casará con Sancha de Castilla, será un matrimonio bien avenido, de ahí lo de «el Casto». Tuvieron nueve hijos, cinco varones y cuatro hembras. La sucesión estaba garantizada.

Para visualizar el poder de la Corona se decidió construir un monasterio, Sancha sería su promotora, que sirviera de residencia real, cancillería, archivo, incluso Panteón Real.

El lugar elegido se encontraba más o menos equidistante de Huesca, Zaragoza y Lérida. En tierras de los Monegros poco habitadas lo que permitiría una repoblación y un verdadero impulso económico para la zona.

Se situó en la margen izquierda del río Alcanadre aportando algo tan fundamental como un gran caudal de agua, en las pequeñas poblaciones de Sixena (de ahí Sigena o Sijena) y Urgallet, estas poblaciones se trasladaron a lo que desde entonces es Villanueva de Sijena.

Bajo la dirección y supervisión de Sancha de Castilla, fue su deseo y voluntad, en el año 1188 se funda el Real Monasterio de Santa Maria de Sijena que será un monasterio regido por mujeres religiosas de la Orden de San Juan de Jerusalén, conocida como Orden de los Hospitalarios, actual Orden de Malta.

Fue un monasterio dúplice aunque la rama masculina estaba supeditada a la femenina. Los monjes se ocupaban del culto y asistencia religiosa, pero la gestión del monasterio era de ellas.

El monasterio constaba de una iglesia de cruz latina, con nave única, cubierta con una bóveda de cañón sobre arcos fajones dobles. En el lado sur de la nave del crucero se encuentra una torre rectangular de aspecto militar. El cabecero estaba formado por tres ábsides semicirculares. Uno de ellos desapareció cuando se construyó un pequeño panteón para las mojas.

El Panteón real se construyó en una capilla abierta en el crucero norte. La portada de acceso sobre la fachada sur es una de las joyas de este monasterio con catorce arquivoltas abocinadas que te trasladan al interior de la iglesia. El claustro de planta cuadrangular al que estaban adosadas las dependencias monacales.

Y entre ellas la Sala Capitular que es la verdadera joya de la Corona. Fue un lugar excepcional, llamada la Capilla Sixtina del románico, y aunque otros emplazamientos también reclaman esta denominación, ésta sin duda estaría situada entre las más idóneas para recibir tal apelativo.

Fue pintada alrededor de 1220, realizada por el denominado «Maestro de Sigena», que seguramente provenía de Sicilia, ya que Constanza, una de las hijas de Sancha, se casó con el Rey de esa isla, y las influencias de pinturas y mosaicos de las Catedrales de Palermo y Monreale son evidentes en Sijena.

La Sala Capitular es una estancia de planta rectangular de (16,88×8,44) unos 142 m2, con cinco arcos fajones apuntados que forman seis tramos, una viga (jácena) maestra recorre longitudinalmente la nave dividiendo cada tramo del techo en dos espacios. El techo estaba cubierto por doce artesonados de madera dorada policromada de estilo mudéjar.

Las pinturas cubrían toda la estancia y representaban el Antiguo Testamento, el Nuevo y la Genealogía de Jesús. El Antiguo Testamento estaba formado por veinte escenas pintadas en las enjutas de los arcos (el trozo triangular que queda entre el techo y la sección del círculo del arco).

El Nuevo Testamento se encontraba representado en los muros perimetrales de la sala, once escenas, la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento, la Adoración, Jesús en el Templo,, la Tentación, la Resurrección de Lázaro, la Flagelación, María ante el Sepulcro, la Crucifixión y Cristo descendiendo a los infiernos.

En los intradós de los arcos, catorce imágenes por cada arco, setenta personajes de la genealogía de Cristo. Todas las escenas y personajes llenos de color y una definición asombrosa para la época. Allá donde no llegaban las escenas religiosas se complementaban con motivos vegetales o el bestiario medieval.

Sijena: lo quemado y lo recuperado

En uno de nuestros viajes, rebuscando en los archivos, nos encontramos un legajo con lo que parecen las sensaciones que tuvo el maestro al finalizar la obra y que se recogieron en un artículo publicado en El Pirineo Aragonés de fecha 28/04/2023…

«Cuando los ayudantes hubieron recogido todo el material y todos los utensilios ya estaban colocados en el carro que les llevaría al próximo encargo en tierras italianas, el maestro se encerró por fin solo en la Sala Capitular, se sentó en una de las bancadas laterales y comenzó a contemplar extasiado la obra en la que había estado trabajando los últimos años. Comenzó por el artesonado, la recreación del cielo en una explosiónpolicrómica que representaba la gloria de los cielos, la salvación. Luego fue recorriendo todo el Antiguo y Nuevo Testamento que había recreado para que los fieles pudiesen comprender en las imágenes pintadas al fresco los relatos sobre la expulsión del paraíso, sobre la historia del pueblo elegido, sus penurias y huidas, sobre la Natividad y la Pasión del Dios en la tierra. Contempló por última vez los rostros de todos los patriarcas, de toda la genealogía del Elegido. Le dieron ganas de dar un último retoque a una de las cabezas de dragón del bestiario creado para asombrar e intimidar al visitante, stima que el andamiaje ya estuviera retirado. Toda la Sala había recobrado vida en las escenas que representaban los Evangelios en una explosión de colores, en unas imágenes realizadas con un un detalle y unas expresiones nunca vistas por estos lugares.
Por fin, sinti
ó que su obra había acabado, que el encargo de preservar en legado de la cristiandad quedaba a salvo después de la perdida de Tierra Santa. Sintió que las generaciones venideras podrían seguir entendiendo las Sagradas Escrituras aun sin saber leer. Finalmente, salió del recinto, cerró la puerta de la sala y dejó su legado para la posteridad».

La quema de Sigena

El Monasterio de Sigena siguió funcionando con más o menos suerte y más o menos apoyos hasta los años treinta del pasado siglo. Las pinturas llegaron en razonable buen estado hasta los desgraciados incidentes de julio de 1936.

El 18 de julio de 1936, con el golpe de estado que dieron los militares sublevados contra el Gobierno de la República Española, comenzó la Guerra Civil. Los rebeldes intentaron que fuera un golpe rápido y que en pocos días fuera destituido el gobierno legítimo. Pero no fue así y aunque en algunas zonas del territorio peninsular apenas hubo resistencia en otras sí que la hubo, por eso la guerra se prolongó durante casi tres años. Uno de los frentes que presentó una dura resistencia fue el de Aragón.

No sé sabe exactamente lo que ocurrió, pero sí que durante los primeros días del levantamiento, hacia el 21 o 22 de julio, llegaron a Villanueva de Sigena camiones con milicianos anarquistas que provenían de Cataluña para defender el frente.

Lo que es seguro es que a finales de julio o primeros de agosto, con ayuda de algunos vecinos o sin ella, con motivos o sin motivos (desconozco si este monasterio apoyaba o daba refugio a los golpistas) el caso es que incendiaron el recinto religioso en un acto de tremenda transcendencia e intolerancia, el patrimonio cultural nunca debería ser objeto de venganzas, produciendo un incendio tan devastador que acabó con el rico artesonado mudéjar y las pinturas, fruto de la combustión de la madera que alcanzó temperaturas altísimas, perdieron toda su coloración y aquellas que se salvaron pasaron a tener una tonalidad de grises, blancos y negros.

La techumbre cayó y la sala quedo expuesta a la intemperie. En ese tiempo el monasterio pertenecía a la diócesis de Lérida, así que cuando las autoridades catalanas tuvieron conocimiento del desastre enviaron emisarios a intentar salvar lo que se pudiera.

Durante los meses de septiembre y octubre del 36 se arrancaron con el método del strappo, que consiste en separar las pinturas retirando la película que forma la pintura del rebozado del muro.

Primero se asienta el color para alterar lo menos posible la pintura y colores originales. Luego se preparaban unas telas de algodón empapadas en cola, se cubrían las pinturas que se pretenden arrancar y una vez secas se procede al strappo, arrancado, teniendo cuidado de no dejar partes sin arrancar, según se va desprendiendo se va enrollando la tela con las pinturas ya separadas del muro para poderlas transportar.

Así se hizo con todas las pinturas que quedaban de la Sala Capitular, salvo las de un arco que estaba tapiado y otras que quedaron en el muro oeste y que estaban tapadas por una lechada de yeso. Estas se arrancarían posteriormente.

Las pinturas arrancadas fueron trasladadas a Barcelona ante la imposibilidad de su restauración en Huesca. En Barcelona fueron restauradas y quedaron en custodia temporal hasta su posible traslado de nuevo al monasterio una vez restaurado éste.

Hubo algún intento por parte de las autoridades oscenses durante la dictadura de recuperar las pinturas pero ciertamente con poco empeño. Hasta tal punto que en 1961 autorizan al Museo de Arte de Barcelona para que arranquen el resto de las pinturas que quedaban para poder ser exhibidas, junto con las arrancadas en el 36, en la Exposición de Arte Románico que se celebró en Barcelona ese mismo año.

Si bien es cierto que la autorización conllevaba que volvieran al museo de Huesca o Zaragoza hasta que se pudiera resolver la situación de ruina del monasterio, con la finalización de la exposición las pinturas son trasladadas al Museu Nacional d´Arte de Catalunya (MNAC) y ahí siguen hasta el día de hoy.

Las pinturas perdieron para siempre su color, salvo lo pocos restos que quedaron del arco citado. Pero gracias a las acuarelas realizadas por el pintor Valentín Carderera en 1886, podemos hacernos una idea del esplendor y belleza de la Sala Capitular. Gracias a él y a los esfuerzos desarrollados por Juan Naya.

En los talleres en que hemos participado estos años hemos contado con las imágenes de la Sala Capitular que ha recuperado Naya, en un esfuerzo y un trabajo extraordinario para devolver a la Sala todo su esplendor. Y este es otro giro en esta extraordinaria historia convertida en una aventura milenaria.

Juan Naya nace en Villanueva de Sijena y crece con las historias que le cuenta su abuela sobre la belleza de una sala del monasterio donde jugaba cuado era niña. Juan es un brillante estudiante que finalizará sus estudios de astrofísica y trabajará para la NASA. No solo sueña con las estrellas también tiene un sueño recurrente, la Sala Capitular del Monasterio de su pueblo natal. Abandonará la Nasa y trabajará como alto ejecutivo en una importante empresa lo que le permitirá, con mucho esfuerzo, financiar la recuperación de los colores originales de las pinturas así como el artesonado.

Para ello contará con la ayuda de nuestros maestros, Pilar y Juanma, entre otros profesionales, y Paco Luis Martos, Premio Nacional de Artesanía 2023, quien es el aue ha llevado a cabo la tarea inicial de recuperar los artesonados. El trabajo realizado por Juan Naya se puede ver en la película «El sueño de Sigena» que está disponible en la aplicación de RTVEPLAY y en su página web www.sigenamagica.com, no les defraudará.

En enero de este año fuimos a Barcelona para, sobre todo, visitar el MNAC porque allí se encuentran las pinturas murales de las que venimos hablando y de las que estamos enamorados. Pero nos pasó lo que a José María Badía y que cuenta en su libro «El románico español», dice: «Y lo curioso es que las repetidas veces que había visitado los salones del MNAC, caminé bajo los arcos de las pinturas murales de Santa Maria de Sijena sin otorgarle la relevancia oportuna -hoy diría, la máxima- a los retazos artísticos que había sobrevivido al desastre».

Es decir, el recinto que reproduce la Sala Capitular pasa casi desapercibido, incluso para los amantes del románico. Es cierto que la sala está al final de la magnífica colección que allí se expone, pero llegas después de haber visto, por ejemplo, el ábside y muro lateral de Santa Maria de Taüll, también arrancados y recreada en parte la iglesia; o el Baldaquí de Tost o el Frontal de altar de Esquius, rebosantes de colores, azules, rojos intensos, dorados, verdes,… y llegas a una sala con arcos en la que te encuentras trozos de pinturas en blanco y negro en un aparente puzzle incompleto.

En mi opinión las explicaciones de los escasos paneles son insuficientes y quizás algunos de los motivos recuperados por Naya deberían haber tenido un lugar en este espacio para poderlo comprender mejor y resaltar el tesoro perdido.

No cabe duda que la labor de restauración y consolidación de lo que quedaba de las pinturas murales, que no es poco, que hicieron los técnicos encargados por las autoridades catalanas en un principio y posteriormente por los del MNAC, ha sido fundamental para la conservación de las pinturas y que podamos contemplarlas y disfrutarlas, es justo su reconocimiento porque sin esas restauraciones probablemente las pinturas se habrían perdido irremediablemente.

Pero nadie discute que las grandes obras de arte, a ser posible, deben ser expuestas en los lugares donde fueron creadas. La duda es si esto es posible en nuestras pinturas.

De nuevo, un giro en esta historia.

Las autoridades aragonesas no dieron ningún paso en firme para recuperar las pinturas de la Sala Capitular para que fueran trasladadas a su lugar original, el Monasterio de Sigena, hasta 1995, cuando el Vaticano cambió los límites de la diócesis y el monasterio pasó de depender de Lérida a Aragón y el Ayuntamiento comenzó a reclamar las pinturas.

El 6 de septiembre de 2013 es cuando el Gobierno de Aragón requiere por escrito al MNAC para que ponga a su disposición las pinturas murales, para proceder a su inmediata devolución a la Comunidad de Religiosas titular el Real Monasterio de Sijena con la exclusiva finalidad de lograr la reintegración de las pinturas murales a su lugar originario, La Sala Capitular del Monasterio. El MNAC no atendió el requerimiento.

A la vista del incumplimiento, el Gobierno de Aragón en su nombre y con la cesión para actuar de la Comunidad de Religiosas, el 18 de febrero de 2014 interpuso demanda contra la Administración General del Estado (AGE) y contra el MNAC, ejercitando la acción reivindicatoria de las pinturas de la Sala capitular, dando por extinguida la situación en precario (tenencia gratuita de un bien ajeno, careciendo de título para ello). La demanda fue admitida a trámite y el Ayuntamiento de Villanueva de Sijena se personó en el procedimiento como parte codemandante, siendo admitida su personación.

El MNAC se personó en el procedimiento formulando declaratoria por falta de competencia de la jurisdicción civil y subsidiariamente por falta de competencia territorial de los juzgados de Huesca. La AGE también se personó, pero su papel en este litigio apenas tuvo relevancia. Posteriormente la Generalitat de Catalunya presentó escrito solicitando que se le tuviera como parte en el procedimiento.

Cada parte expuso sus razonamientos, presentó la documentación que se consideró oportuna, se presentaron las alegaciones y recursos a los distintos momentos, dictándose autos hasta que finalmente en una sentencia muy razonada y fundamentada (recomiendo su lectura) la magistrada-juez del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 2 de Huesca dictó sentencia nº 51/2016, de 4 de julio en la que se estimaba íntegramente la demanda presentada por el Gobierno de Aragón ejercitando en su nombre y en cesión de la Comunidad de Religiosas del Monasterio de Sigena, contra el MNAC, condenando a éste a restituir a la Sala Capituar del Monasterio de Sijena las pinturas murales, declarando extinguido el precario detentado sobre ellas por la parte demandada.

La sentencia citada fue recurrida en apelación ante la Audiencia Provincial de Huesca por el MNAC y la Generalitat de Catalunya solicitando que se revocase la sentencia 51/2016, se ordenase la devolución a los juzgados de lo contencioso administrativo, y la remisión de las actuaciones a los juzgados de Barcelona, que se admitiesen las alegaciones y documentos (que no se admitieron en el proceso anterior) y se dictase nueva sentencia.

Todas las partes pudieron presentarse en el proceso y después de nuevas actuaciones y resoluciones en autos, se dictó sentencia 174/2020 de 2 de octubre, desestimando los recursos presentados por las partes, dando por buena la sentencia inicial.

Contra esta sentencia tanto el MNAC como la Generalitat interpusieron ante el Tribuna Supremo recursos extraordinario por infracción procesal y recurso de casación. Los motivos del recurso extraordinario por infracción procesal iban dirigidos contra la admisión de la personación del Ayuntamiento de Sijena, por la admisión de documentos presentados por el Gobierno de Aragón de manera extemporánea y por error patente por inaplicación de la tutela judicial efectiva.

Todos los motivos alegados tanto en el recurso extraordinario por infracción procesal y del recurso de casación fueron estudiados y desestimados por el alto tribunal. Los Fundamentos de Derecho que hace el Supremo también merecen la pena ser leídos para entender la complejidad del proceso y su resolución.

La decisión final del Tribunal Supremo, Sala de lo Civil, se plasmó en la Sentencia 824/2025, de 27 de mayo, desestimando los recursos extraordinarios por infracción procesal y los recursos de casación interpuestos por el MNAC y la Generalitat, (y del Ayuntamiento de Sijena) contra la sentencia 174/2020 de la Audiencia Provincial de Huesca. Condenado a los recurrentes al pago de las costas de los recursos.

Es decir, con dicha sentencia queda claro que las pintura murales de la Sala Capitualar del Monasterio de Sigena expuestas en el MNAC deben volver al Monasterio. Y según se decía en la primera sentencia, el traslado de las pinturas y su integración en la Sala Capitular es posible siempre que se adopten las medidas y precauciones necesarias para ello, y siempre que no se separe la pintura de la tela y la tela de la madera.

El Gobierno de Aragón tiene que garantizar que tanto el traslado como la instalación en la Sala Capitular cumplen con las condiciones para que las pinturas no vuelvan a sufrir más daños y no corran el riesgo de perderse definitivamente. El MNAC, el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat deben ofrecer todo el apoyo para que, una vez cumplido su compromiso de restauración, conservación y exposición las pinturas puedan volver.

Todo esto debería quedar fuera de intereses políticos y no ser un nuevo motivo de enfrentamiento entre comunidades. Una comisión técnica competente, independiente y profesional debería determinar sin lugar a dudas, y libre de presiones, que las pinturas pueden volver a su lugar de origen.

Si la decisión fuera que el traslado y desmontaje pone en peligro de desaparición dichas pinturas habría que considerar la opción de que permanezcan en el MNAC. Pero esta decisión no tendría que tener sombra de ninguna duda, porque tanto las sentencias como la razón están de parte de que las pinturas vuelvan a casa.

Es desalentador el espectáculo que se está dando por las administraciones, hay que encontrar la solución más favorable para que las pinturas se sigan pudiendo admirar, y siempre hay soluciones para su disfrute, tanto en la Sala Capitular como en el MNAC, para ello está el trabajo desarrollado por Juan Naya o la solución de visión en proyecciones de vídeo mapping como en la iglesia de Sant Climent de Taül.

En el Real Monasterio de Santa Maria de Sigena estuvo el origen de la Corona de Aragón, de aragoneses y catalanes, que caminaron juntos durante más de trescientos cincuenta años, sería deseable que algo que representa a los dos territorios no fuera motivo de disputa sino de encuentro, un encuentro en la Sala Capitular.

Luis González Carrillo
Cordobés de nacimiento y comunero al vivir en estas tierras de Madrid desde su infancia. Funcionario de la administración local, redactor de miles de informes y comunicaciones que le han permitido ganar la concreción y claridad necesaria, eliminando todo lo accesorio, para componer poemas con la métrica japonesa del haiku, tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, habiendo editado dos libros con estas composiciones, Haikuario y En la frontera; esa misma experiencia, y sus lecturas, le han permitido comentar más de cien libros de novela y ensayo publicados en diversos medios locales. Desde hace dos años, además de seguir con el haiku, viene publicando de manera regular artículos bajo la denominación de Cuaderno de bitácora, en un claro homenaje a la serie Star Trek, consiguiendo un observatorio ideal para expresar sus opiniones sobre el presente, el pasado y el futuro de todo lo que acontece en el mundo natural, político, social o personal.

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