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«El ángel de los pobres», historia de un impostor: sacerdote católico y violador contumaz

Han tenido que pasar unos cuanto años de su fallecimiento (ocurrido en 2007, en París), para que saltaran a las portadas de los periódicos, y a los informativos de radio y televisión, los más de cincuenta años que el cura francés Henri Grouès, más conocido como el abad Pierre, pasó violando a mujeres y hombres, y también a menores de ambos sexos.

Su vida y «hazañas» llegan a los cines españoles, ignorando la faceta delictiva del personaje, en forma de película, biopic titulado «El ángel de los pobres» ( «L’abbé Pierre- Une vie de combats»), un «retrato romántico y épico» (Le parisien) realizado por Frédéric Tellier («Salvar o morir») del sacerdote católico y político que llevó una doble vida: entre la lucha en favor de las personas sin techo y los continuados abusos sexuales que han irrumpido en la opinión pública francesa cuando la película ya se había estrenado, y se había situado en cabeza de taquilla la semana de su estreno.

Debido a las circunstancias actuales, en el momento en que aquí se ha desenmascarado a Iñigo Errejón, diputado por el movimiento Sumar –y anteriormente personalidad del 15-M, fundador de Podemos y militante de Más País y Más Madrid-, y coincidiendo con el comienzo en París del juicio del actor Gérard Depardieu (que tiene que responder a seis denuncias, que afectan en total a veintiuna mujeres, por abusos sexuales y violaciones repetidas desde al menos 1982 y el rodaje de «Danton», cuando la víctima fue la actriz Emmanuelle Debever, quien se suicidó arrojándose al Sena en 2003), nos afecta personal y colectivamente esta historia de impostura y poder de quien según la publicidad fue «una figura clave de la Historia de Francia», miembro de la Resistencia durante la segunda Guerra Mundial y fundador del movimiento Emaús de ayuda a los más desfavorecidos.

Está protagonizada por el actor Benjamin Lavemhe («S’est la vie», «El brindis») acompañado entre otros por Emmanuelle Bercot («En solitario») y Michel Vuillernoz («Berdadette»)

Henri Grouès, vástago de una familia burguesa comerciante en seda, decide convertirse en sacerdote de la iglesia católica. Antes de hacerlo realidad estalla la Segunda Guerra Mundial y Henri se une a la Resistencia. Tras perder a un amigo en la contienda y rechazar los horrores de la guerra, Henri se transforma en el «Abbé Pierre», un personaje que durante el resto de sus días encabezó en Francia el combate por las personas sin hogar.

Después de la guerra se metió en política, fue elegido diputado tres veces consecutivas, primero militando en un partido centrista cristiano-demócrata y en 1950 como cristiano-socialista.

La película cuenta una vida de renuncias y sacrificios, de «dar voz a los sin voz», pero no cuenta, y es importante saberlo, los abusos sexuales cometidos por el abad Pierre que van desde 1950 a los años 2000 y fueron revelados en dos informes del 17 julio y el 6 de septiembre de 2024, encargados por Emaús Internacional: «Se trata de acoso, agresiones sexuales y violaciones cometidas con adultos y menores».

Dos informes que no dejan duda

El primero de los informes parte del testimonio de Véronique Margron, hija de unos amigos del abad, presidenta de la Conferencia de religiosos y religiosas de Francia, que denuncia «gestos graves» cometidos con ella a comienzos de la década de 1980, cuando tenía dieciséis años.

El informe recoge los testimonios de siete mujeres más, una de las cuales era menor en el momento de los hechos, que relatan «comportamientos que pueden parecer agresiones sexuales o acoso sexual» entre el final de los años 1970 y 2005. Otros dos testimonios mencionados se refieren a denuncias presentadas ante los dirigentes de Emaús en 1992 y 1995, que la organización no tuvo en cuenta.

El informe habla de una forma de control alimentada por la diferencia de edad, el estatus del abad Pierre y una forma de idolatría, así como una subordinación entre él y las personas abusadas (proximidad familiar, trabajo). Los testimonios recogidos son todos similares, hablan de «repetidos tocamientos en el pecho cuando estaba solo con sus víctimas», sobre las que ejercía un control psicológico.

Según el diario católico La Croix, «este informe desvela a un hombre de la iglesia que no deja de buscar satisfacer sus impulsos, sintiéndose autorizado a cometer acciones reprobables según la ley de la época».

En una columna publicada en el diario Le Monde el 20 de julio de 2024, firmada por cuatro investigadores que colaboraron entre 2019 y 2021 con la Comisión Independiente sobre los abusos sexuales en la iglesia (Ciase), se dice que «parece indudable la pulsión sexual del abad Pierre que desemboca en una agresión recurrente (…)» una pulsión que nunca cesó realmente.

«El caso del abad Pierre confirma, si fuera necesario, que las desviaciones sexuales en el clero católico estaban equitativamente repartidas en todas las tendencias, tanto progresistas como intransigentes (…) Los obispos informados y los responsables de Emaús sofocaron los asuntos. La ocultación creaba un secreto compartido, en detrimento de los agredidos, que nunca fueron tenidos en cuenta (…)». Los obispos no adoptaron ninguna sanción canónica (…) Los dirigentes de Emaús se contentaron con alertar, de manera oficiosa y elíptica, a «las mujeres que trabajaban en la organización».

En un comunicado, Emaús Internacional, Emaús Francia y la Fundación Abad Pierre han aplaudido «el valor de las personas que han prestado testimonio» y anunciado la creación de un dispositivo estrictamente confidencial para recoger otros testimonios de personas que hayan sido víctimas, o testigos, de comportamientos inaceptables del abad Pierre, que permanecerá activado hasta el 31 de diciembre de 2024.

El segundo informe, con fecha de 6 de septiembre de este 2024, incluye diecisiete nuevos testimonios, «doce de ellos directos y cinco indirectos», que se refieren a «palabras de carácter sexual, besos forzados, agresiones sexuales sobre una persona vulnerable y varios menores, así como felaciones forzadas que pueden calificarse de violaciones» relativas al período entre los años 1959 y 2000 que llegan no solo de Francia, también de Estados Unidos, Marruecos y Suiza.

Además, varias personas interrogadas dicen haber conocido los casos de otras seis mujeres, algunas de ellas menores, que habrían sufrido abusos sexuales, pero que no han podido ser contactadas.

Después, Emaús France, Emaús Internacional y la Fundación Abad Pierre han anunciado el cambio de nombre y de logotipo, el cierre del lugar de memoria de Esteville dedicado a su fundador, y «la creación de una comisión independiente de historiadores encargada de investigar las disfunciones que permitieron al abad Pierre cometer abusos durante más de cincuenta años».

El 20 julio de 2024 una enfermera denunció en la emisora France Inter la agresión sexual que sufrió en 2006, cuando el cura tenía 93 años y estaba internado en un hospital parisino. Según esta mujer, que asegura que lo achacó a la avanzada edad del enfermo,» era algo habitual, algunas de sus colegas habían pasado por lo mismo». Un artículo del diario católico La Croix ha revelado que una de las menores abusadas por el abad tenía nueve años.

En una entrevista en el diario Le parisien, Veronique Margron, una de sus primeras víctimas, perteneciente a la comunidad de las Hermanas de la Caridad dominicanas de la Presentación, teóloga y presidenta de la Comisión de religiosos y religiosas de Francia desde 2016, pide que Emaús ponga en marcha «una instancia de reparación destinada a las víctimas del abad Pierre», por entender que la responsabilidad recae también en el «movimiento Emaús ya que, hasta el final, el abad Pierre fue su imagen». Considera que las acusaciones contra el sacerdote hablan de un «depredador en serie».

Después de la aparición de ambos informes, Radio France, la Radio televisión Suiza (RTS), la cadena TF1, el diario 20 Minutes, el diario Le Monde, la revista La Vie, etc. han publicado investigaciones e informes propios sobre los abusos del abad Pierre y han coincidido en acusar a la jerarquía de la iglesia católica, al Movimiento Emaús y a parte de la prensa francesa, de silenciar algo que sabía mucha gente.

El pasado 13 de septiembre, el papa Francisco, preguntado por un periodista de Le Monde en una rueda de prensa, aseguró que el Vaticano tiene conocimiento de los episodios de violencia sexual del abad Pierre «al menos desde su muerte en 2007» y calificó al fundador de Emaús de «terrible pecador».

Siempre según La Croix (edición del 20 de septiembre de 2024), desde 1955 «las informaciones sobre sus escapadas sexuales circulaban ampliamente entre los obispos (…) como demuestran las numerosas cartas cruzadas entre el secretariado del episcopado y los obispos franceses de la época»

Tras las revelaciones de los dos informes, muchos ayuntamientos franceses y suizos han cambiado de nombre los lugares públicos que se llamaban como el cura violador y suprimido sus efigies. Los seis grupos de Scouts y Guías de Francia que llevan el nombre del abad Pierre ya han anunciado que van a cambiarlo.

En un comunicado del pasado 17 de septiembre, la producción y el equipo artístico de la película «El ángel de los pobres[1]» han condenado el comportamiento del sacerdote y han manifestado su «apoyo total a las numerosas víctimas del abad Pierre».

  1. «El ángel de los pobres» se estrena en Madrid el viernes 8 de noviembre de 2024

Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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