El barrio de Triana y el mundo del cante flamenco se ha vuelto a vestir de luto, para despedir a una figura del cante de atrás, patriarca de la gran familia de artistas trianeros, los Fernández. Curro Fernández, que merece una gran despedida.
Dicen los trianeros de pro, que Sevilla es un barrio de Triana y no al revés. Razones tienen, no por antigüedad que aquí en la orilla derecha se remonta al siglo doce con la construcción del puente de Barcas, hoy de Triana o Isabel II. Barrio de gitanos desde el siglo quince, una de las cunas del cante. Barrio de alfareros, fragüeros, carniceros. Barrio industrial, próspero, barrio de esclavos negros en el siglo diecisiete, que participó del auge económico de Sevilla.
Muchos avatares en su historia, como la redada contra los gitanos de 1649 ordenada por el Marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI. Muchos cambios, hasta convertirse en el barrio residencial que es hoy, donde solo quedan unas pocas muestras de corrales de vecinos, casi piezas de museo.
Como para no recordar al marinero Rodrigo de Triana, el primero en avistar tierra del nuevo continente. Trianeros fueron los Machado, el padre Demófilo, cronista e investigador del flamenco, los hijos Antonio y Manuel Machado, grandes poetas. Trianera la madre, de la calle Betis.
Toda esta historia para decir adiós al gran Curro Fernández, quien se fue el 14 de junio. Curro, cantaor de atrás, padre de la gran cantaora Esperanza Fernández, del guitarrista Paco Fernández y del bailaor Joselito Fernández.
Este viernes, 14 de junio, se anunciaba su partida a la vida eterna dejándonos en el recuerdo muchos momentos cabales, y todo un intenso legado artístico, que incluye su más preciada herencia, el arte de sus hijos, encargados de perpetuar, a partir de ahora la saga familiar que empezó con él.
Curro Fernández, fue un cantaor gitano, nacido en Triana el 15 de diciembre de 1941, en la calle Fabié. A los seis años, como muchos trianeros, se tuvo que mudar a Camas, más concretamente a La Pañoleta, donde se inició en el cante gracias a su padre, gran aficionado, que organizaba fiestas cabales.
Como todos los niños pobres, gitanos o no, tuvo dos vías para salir de la pobreza, el cante o el fútbol. Aunque finalmente se decantó por el cante, Curro tuvo gran pasión por el fútbol.
A la temprana edad de diecisiete años se decidió por el flamenco como profesión. Sus inicios estuvieron en el baile con los Coros y Danzas de Educación y Descanso, pero los caprichos del destino quisieron que nos regalara finalmente con su cante. Empezó en ese mismo grupo, al enfermar su cantaor. Desde el principio contó con los ánimos de sus compañeros..
Ese fue el inicio de una gran carrera, siempre en el cante de atrás, acompañando a los mejores artistas del baile desde los años sesenta a los ochenta del pasado siglo. El Mimbre, Manuela Carrasco, Matilde Coral, Lola Flores, Carmen Ledesma, Farruquito…
En los años setenta, por un problema en la voz, su representante, Pulpón, le organizó un cuadro flamenco con sus hijos y su mujer. Fue un éxito rotundo, que los llevó, durante varias décadas a actuar todos juntos bajo el nombre de Familia Fernández, o La Casa de los Fernández. Ahí se produjo el debut solista de sus tres hijos.
Pero además, Curro fue el artista elegido por Antonio Mairena para sustituirle en los viajes que hacía la Tertulia Flamenca de Radio Sevilla para interpretar la Misa Flamenca. Participó en el Congreso Flamenco y Radio de la Universidad de Sevilla, en la Bienal de 2016 con María Esperanza Sánchez, Iñaki Gabilondo, Calixto Sánchez y Matilde Coral en la mesa redonda del «Cincuenta Aniversario de las Tertulias flamencas de Radio Sevilla», de las que Curro Fernández también formaba parte.
En lo personal no podemos olvidar su boda con la artista lebrijana Pepa Vargas, de la que se dice fue la última boda gitana que duró más de ocho días, a la que asistieron muchos grandes de lo jondo. Pastora Imperio llegó cargada de mantones de manila que distribuyó a todas las gitanas para celebrar el evento. Antonio Mairena, puro arte y compás para celebrar el casamiento.
La voz de Curro se ha apagado, La Casa de los Fernández ha perdido a su patriarca, pero su legado será eterno y su saga continúa gracias a sus hijos, encabezados por la gran Esperanza Fernández, una de las mejores artistas contemporáneas del flamenco.
Hasta siempre, Curro Fernández, que en el cielo siga resonando tu cante por los siglos de los siglos. Con Triana como referente.