Un estudio de UNICEF revela que el 85 por ciento de los niños en España, lo que equivale a unos 6,4 millones, residen en áreas donde el número de olas de calor se ha duplicado en comparación con décadas anteriores.

Además, el 44 por ciento de estos niños, es decir, 3,3 millones, viven en zonas donde la frecuencia de estas olas se ha triplicado, lo que supone un riesgo considerable para su salud y bienestar.

El informe de UNICEF no solo refleja la situación en España, sino que sitúa este fenómeno en un contexto global alarmante. A nivel mundial, cerca de quinientos millones de niños, es decir, uno de cada cinco menores, soportan al menos el doble de días de calor extremo en comparación con los que experimentaron sus abuelos hace sesenta años.

Estos datos surgen de una comparación entre la media de la década de 1960 y los años 2020-2024, y para Unicef son una «dura advertencia» sobre la acelerada escala en la que están aumentando los días extremadamente calurosos, definidos como aquellos que superan los 35°C.

«Los días más calurosos del verano parecen ahora normales. El calor extremo va en aumento, perturbando la salud, el bienestar y las rutinas diarias de los niños», afirma la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, subrayando la gravedad del problema.

Russell también enfatizó que «los niños no son adultos pequeños», y que sus cuerpos, debido a su vulnerabilidad, se calientan más rápido y se enfrían más lentamente, lo que hace que el calor extremo sea especialmente peligroso, sobre todo para los bebés.

En la región de Europa y Asia Central, la situación también es preocupante. La frecuencia de las olas de calor anuales ha aumentado de cinco en la década de los años sesenta a 11,5 en la actualidad, con una duración media de 5,3 días, frente a los 4,4 días de los años sesenta.

Este incremento no solo afecta la cantidad, sino también la gravedad de las olas de calor, lo que genera un ambiente cada vez más hostil para los menores.

A nivel global, los menores de África Occidental y Central son los más expuestos a días extremadamente calurosos. En Sudán del Sur, por ejemplo, los niños enfrentan una media anual de 165 días de calor extremo en esta década, comparado con los 110 días de los años sesenta. Este aumento es similar en otros países como Paraguay, donde los días de calor extremo han pasado de 36 a 71.

En el caso de España, el informe de UNICEF destaca que las olas de calor han pasado de cinco en los años sesenta a casi caatorce en la actualidad, con un aumento de los días de calor extremo que ahora superan los 35°C, pasando de cuatro a dieciséis días al año.

Esta realidad afecta a 5,4 millones de niños y niñas que viven en zonas donde el número de días de calor extremo se ha duplicado, y a 4,9 millones en lugares donde esa cifra se ha triplicado.

UNICEF advierte que la exposición al calor extremo provoca «estrés térmico en el organismo», lo que supone graves amenazas para la salud de los niños, las niñas y las mujeres embarazadas, especialmente si no se cuenta con medidas de enfriamiento adecuadas.

Esta situación puede derivar en complicaciones durante el embarazo, como enfermedades gestacionales crónicas, bajo peso al nacer, parto prematuro, desnutrición infantil, y enfermedades no transmisibles relacionadas con el calor.

Además, aumenta la vulnerabilidad de los niños frente a enfermedades infecciosas que se propagan a altas temperaturas, como la malaria y el dengue, y puede afectar su desarrollo neurológico, salud mental y bienestar general.

Russell concluyó con un llamamiento a la acción: «Los gobiernos deben actuar para controlar el aumento de las temperaturas, y existe una oportunidad única para hacerlo ahora mismo. Ahora que los gobiernos están elaborando sus planes nacionales de acción por el clima, pueden hacerlo con la ambición y el conocimiento de que los niños de hoy y las generaciones futuras tendrán que vivir en el mundo que dejen atrás. Esta es una oportunidad crucial para abordar un problema que, de no gestionarse adecuadamente, podría tener consecuencias irreversibles para las generaciones venideras».

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