Acabo de volver a ver, esta vez en la Sala Verde de los Teatros del Canal, el espectáculo de Eduardo Guerrero Debajo de los pies que ya reseñé en 2021 cuando lo estrenó en el Teatro Villamarta de Jerez de la Frontera, en el marco del veinticinco Festival Flamenco; Jerez, una ciudad de historia infinita, de arte infinito y si hablamos de flamenco, quizá su primera cuna.

A todo lo que escribí entonces quiero añadir que Debajo de los pies es una obra que no solo debe verse; crea el deseo de verla por lo menos una vez por año, -en este caso ha sido más o menos año y medio – porque reúne tanta belleza, premisa mayor en toda obra de baile flamenco, que cada vez se la disfruta mejor; se descubren tantos matices nuevos que no vimos antes y también otros matices nuevos que no estaban anteriormente. Probablemente las dos cosas.

Quiero añadir a lo que dije entonces, que uno de los elementos que deslumbran en Debajo de los pies, aparte del baile magistral, tanto en técnica como en emoción, es la radiante luminosidad a todo lo largo de los más de noventa minutos de actuación, lo cual en estos tiempos de oscuridades, hay que decir que resulta sumamente original, novedoso y creativo.

Uno ya está un poco harto de tanto uso y abuso de espectáculos en chiaroscuro, como si acabaran de descubrir a Caravaggio o a Ribera. Que en aquel momento del siglo diecisiete, fue una estrategia para poner en valor elementos protagonistas iluminándolos, opacando el resto en distintos grados de negruras. Pero ahora, su uso y abuso teatral no deja de ser una estrategia para camuflar, bien prescindibles, bien aspectos déjà vu o simplemente mediocridades.

Guerrero, con su Debajo de los pies, pone de una vez por todas de manifiesto, su valentía, su seguridad al mostrar el baile en todo momento a plena luz, iluminando el blanco radiante de las vestiduras de todos los artistas, incluidos los instrumentistas, todos vestidos de blanco de la cabeza a los pies. Vestidos de luz. Aquí a nadie le interesa ocultar ni disimular nada.

Eduardo se dio cuenta hace años de que para avanzar hacia un estilo único, para crear un carisma y sello de identidad personal en su baile y en el conjunto de sus espectáculos, la presencia de un director teatral, resultaba imprescindible. Y en este caso fue Mateo Feijóo su mago particular. Eduardo ya era diferente antes de Onírico, Sombras Efímeras I y II. Pero aquellas mañanas pasadas a las órdenes de Feijóo en la nave Matadero de Madrid, mientras representaba Onírico en el mítico Corral de la Morería, lo cambiaron todo.

Quizá Eduardo se dio cuenta, no lo sé con certeza, fijándose en lo que otra Guerrero, que no es familia suya, la gran Patricia, estaba cambiando su trayectoria artística bajo las órdenes y enseñanzas de un gran director teatral. Pero curiosa y precisamente, los dos, se han transformado en este tiempo en hitos como actores, como investigadores y conocedores de sus cuerpos desde la primera hasta la última fibra. Eduardo nos ha hablado mucho del trabajo de indagación corporal hasta el extremo, que ha llevado a cabo bajo las órdenes de Feijóo.

Y el resultado está ahí. Creatividad en todos los aspectos. Escena diáfana con todo el espacio para bailar. Todos los artistas siempre en escena, bailen o no. Todo sucede en escena, desvestirse y vestirse al principio y volver a desvestirse al final.

Todos son actores en algún momento, incluso el guitarrista Joselito Acedo. En Madrid, Julia Acosta ha reemplazado muy sabiamente al Alberto Sellés de Jerez, magistral bailarín/ bailaor/ actor. Pero lo conseguido con Sara Jiménez, que ya lleva años en los elencos de Eduardo es para quitarse el sombrero, aunque sea un sombrero imaginario. Sara ya se ha lanzado recientemente como creadora de espectáculo propio, Musa mía cuya reseña pueden encontrar por aquí cerca.

Debajo de los pies es música, cante flamenco de lo mejor en la voz y actuaciones de Ismael de la Rosa. Es baile y ballet flamenco, de su propia raíz y su propia vanguardia; y es en su conjunto un espectáculo teatral donde se cuentan historias, se rememoran historias al estilo onírico con apariciones de Tío Maleno y Remedios Amaya, tal como el famosísimo Jardín de las Delicias de El Bosco inspiraron a Eduardo una vez que fue a bailar al Museo del Prado. Y es que las artes se entienden y los artistas también.

Y ahora me permito dejar aquí el enlace a lo escribí en 2021 en ocasión del estreno absoluto de Debajo de los pies, en la histórica Jerez de la Frontera, antes conocida como Asta Regia en la era romana.

¿Cuántos siglos de Historia nos contemplan?

Teresa Fernández Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

DEJA UNA RESPUESTA

Escribe un comentario
Escribe aquí tu nombre