A Dora Maar siempre se la relaciona con Picasso, de quien fue modelo y amante. Pero antes de estas relaciones ya era conocida en algunos ambientes de París, sobre todo en los relacionados con los artistas del surrealismo.

Aunque también pintaba, era más apreciada como fotógrafa. Todos los géneros que practicó durante aquellos primeros años están presentes en una exposición que estos días acoge el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, donde, como novedad importante, se muestran también muchos de sus dibujos y algún cuadro.

Cuando Dora Maar conoció a Picasso ya era una fotógrafa de éxito en círculos vanguardistas, con una carrera prometedora y una obra de gran calidad que en cierto modo quedó eclipsada por su biografía.

Se formó como pintora con el cubista André Lhote y nunca renunció del todo a la pintura. Hija del arquitecto croata Josip Markovic y de Louise Julie Voisin, quien tenía una boutique de alta costura, Dora Maar nació en París en 1907 y se educó entre Francia y Buenos Aires, donde estuvo destinado su padre, de ahí su dominio del idioma español.

En política estuvo vinculada a grupos de ultraizquierda, como Octobre y Contre-Attaque, que lideraban ideológicamente Georges Bataille y André Breton. La ideología de Contre-Attaque era muy similar a la de los situacionistas de los años sesenta, cuyo representante más destacado fue Guy Debord, autor de «La sociedad del espectáculo».

Dora Maar comenzó haciendo fotografía publicitaria y también para revistas de moda como «Vogue», «Paris Magazine», «Le Figaro Illustré» con modelos como Nusch Éluard (pareja de Paul Éluard) y sobre todo Assia (Assia Granatouroff), el modelo de su fotografía «Maniquí estrella». Entre sus obras en este género destacan «Los años os acechan», que hizo para el anuncio de una crema de belleza, y «Publicidad para Pétrole Hahn» (una loción capilar).

Practicó también el documentalismo social y fotografió a personas afectadas por tragedias personales: ciegos, tullidos, mendigos, desposeídos, músicos callejeros, niños en barracas, vendedores ambulantes, personas sin hogar… Algunas de estas fotografías, que también se pueden ver aquí, las hizo en Barcelona y en Tossa de Mar en 1933.

Su nombre real era Henriette Theodora Markovitch y había sido amante del poeta Georges Bataille y amiga de artistas como Alberto Giacometti, Georges Braque y Tristan Tzara. Bataille le presentó a André Breton y a su mujer Jacqueline Lamba, de quien Dora se hizo íntima amiga, y a los fotógrafos surrealistas Man Ray, Brassaï y Lee Miller.

En la obra de Dora Maar empezaron a aparecer técnicas de los surrealistas: fotomontajes, sobreimpresiones y solarizaciones, y temas que remitían al mundo onírico y el absurdo, jugando con los espacios arquitectónicos e introduciendo objetos extraños con los que experimentaba la inversión de valores.

Destacan «29 Rue d’Astorg», con una figura grotesca que mezcla la escultura de una mujer con la cabeza fálica de un pájaro; «Onirique», con dos adolescentes en un sótano con la diosa Atenea, que representan la consciencia y el inconsciente; y «Grotesque», donde muestra el fotomontaje de un rostro monstruoso; aunque su fotografía surrealista más famosa es «Retrato de Ubu», un feto de armadillo, para la obra de teatro de Alfred Jarry «Ubu rey», que la crítica ha interpretado como un animal triste y juguetón o como una imagen aterradora. También experimentó con cuerpos de un fuerte erotismo.

Su relación con Picasso coincidió con los años en que el artista pintaba el Guernica y por eso tuvo la oportunidad de fotografiar el proceso de creación del cuadro, algunas de cuyas fotos se pueden ver también en esta exposición. Se trata de una serie de imágenes que probablemente constituyan el ejemplo mejor documentado del progreso de una obra en toda la historia del arte.

Como el cuadro era de grandes dimensiones fue Dora Maar quien le buscó a Picasso el taller donde llevarlo a cabo, en el ático del edificio número 7 de la Rue des Grands-Agustins, donde había vivido Balzac y se reunía el grupo izquierdista Contre-Attaque.

A diferencia de sus anteriores mujeres Picasso encontró en Dora Maar una interlocutora con la que hablar de arte, poesía, política, música… Ella se enamoró profundamente del pintor, hasta el punto de decir que «Después de Picasso sólo está Dios».

La separación de Picasso, con quien había convivido diez años, afectó profundamente a Dora Maar, quien fue internada en un hospital siquiátrico y se recluyó en su casa de Ménerbes con una profunda depresión.

Se retiró completamente de la vida pública. En su soledad retomó la pintura y abrazó fervorosamente la religión católica, acudiendo a misa diariamente desde su casa parisina de la Rue de Savoie. Poco a poco el mundo se fue olvidando de ella.

Un día, Victoria Combalía, profesora de la Universidad de Barcelona, se enteró de que aún vivía y decidió que tenía que entrevistarla. Lo hizo en varias ocasiones por teléfono (Dora nunca permitió una relación directa), escribió su biografía y rodó un documental, que muestran a una mujer artista cuyo talento brilló con luz propia. En 1995 Combalía organizó una exposición retrospectiva de su obra en la Fundación Bancaixa de Valencia, que la devolvió a la actualidad.

Dora Maar murió el 16 de julio de 1997 y a su funeral en la tumba familiar del cementerio de Clamart, cerca de París, sólo acudieron seis personas.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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