Bernadette Fox (una Cate Blanchett un tanto perdida en un drama tierno) es una exitosa mujer arquitecto, en torno a la cincuentena y un tanto misántropa, del Seattle más burgués y snob que tiene un marido fiel (Bully Crudup) y una hija brillante (Emma Nelson), a la que han llamado nada menos que Balakrishna para familiarmente dejarlo en Bee.
A lo largo del día, Bernadette se comunica varias veces con una especie de asistente personal, que desde un artilugio electrónico responde al nombre de Manjula y que parece habitar en India (lo que cuadra perfectamente con el nombre elegido para la hija).
Bernadette, quien fue una brillante profesional, galardonada con el Premio McArthur –algo así como el nobel de la arquitectura- pasa la mayor del tiempo en casa, sola y sin hacer gran cosa, mientras su hija va al instituto y su marido es uno de esos genios de la informática que trabajan en Microsoft.
Cuando Bernadette, sumida en una crisis, desaparece inesperadamente, padre e hija se embarcan en la aventura de resolver el misterio de su paradero.
Aunque en esta película hay un poco de narración en off a cargo de Bee, la hija adolescente de la protagonista, la historia está contada principalmente a través de una escenificación de documentos ficticios como cartas, correos electrónicos, transcripciones, mensajes de texto y pdf, que transforman lo que inicialmente pudo ser una historia compleja en un intrascendente melodrama de crisis, terriblemente simple y previsible, lleno de tópicazos sobre la creación artística.
La protagonista de esta historia tiene dos problemas: el trauma que le ha causado la interrupción -bien que voluntaria- de su carrera profesional y algo que no funciona del todo bien en su cabeza, y que se manifiesta en una colección de medicamentos para el insomnio y la ansiedad, fenómenos que no parecen detectar los otros dos miembros de la familia, enfrascados en sus propias incertidumbres. Pese a todo, la célula familiar parece funcionar sin sobresaltos, o al menos así lo ha querido el realizador que se ha molestado poco en trabajar los personajes de su historia.
El escaso interés intelectual de la película se corresponde con la simpleza de un relato somnoliento que parece hecho de retales y necesitaría de más matices para salir de la mediocridad, aunque solo fuera en la definición de su protagonista principal que, según otro crítico, padece de «amargura sociopolítica, rechaza el delicado liberalismo de Seattle y se burla de los fervientes cristianos locales…».
En resumen, a nadie va a preocuparle sonde está esa Bernadette que, seguramente, ha huido escapando de sí misma. La película se estrena este viernes, 10 de julio de 2020.