Uno de cada 71 niños está afectado por la enfermedad celíaca frente a uno de cada 357 adultos. Aunque últimamente se escucha en distintos foros que existen más celiacos que antes, lo verdaderamente cierto es que hoy se diagnostican correctamente a los pacientes afectados.
Cuando desde pequeños notamos una cierta desviación del patrón de crecimiento de peso y talla, y dado que muchos alimentos pueden producir desde un aumento del volumen de la barriga hasta diarreas frecuentes, podríamos sospechar que pudiera ser celiaquía.
Según una investigación reciente publicada en Archives of Diseases in Childhood (Archivo de enfermedades en la infancia), se da constancia que, desde los cuatro meses, se puede mostrar cierta intolerancia alimentaria en el bebé y normalmente se disfraza de otras patologías.
El diagnóstico tardío, (porque no existe clínica alguna), ha hecho que muchos niños no crezcan adecuadamente a su edad y tengan y mantengan ciertas deficiencias nutricionales que no se ven porque aparentemente está sano. En la tabla de percentiles se ve una aproximación a una deficiencia nutricional pero no siempre se da con la causa.
Esto supone que en la actualidad, solo un uno por ciento de los pacientes afectados están bien diagnosticados y hasta el diez por ciento, aún, no conocen su enfermedad.
Es importante señalar que no existen ninguna otra forma de obtener un diagnóstico si no es con una biopsia de intestino. Los sistemas que se anuncian en herbolarios, en clínicas llamadas de Terapias Naturales y otros lugares de pseudociencias, ofertan diagnósticos caros e ineficaces, porque solo mediante un análisis de sangre (en donde se encuentran los marcadores del celíaco) y con la prueba realizada bajo anestesia, en el intestino, encontraremos las lesiones del mismo.
La única forma de «curar» a un paciente celíaco es mantener una dieta estricta sin gluten, pero no siempre se hace. Si se hace una transgresión voluntaria o se contaminan los alimentos, de nuevo se pasa a la fase primera, dado que existirá una alteración en las vellosidades del intestino.
Esta enfermedad, que es autoinmune hace que los cereales presentes en los alimentos, como trigo, cebada, centeno o avena, produzcan una lesión inflamatoria en la mucosa del intestino delgado. La lesión causará la mala absorción de los nutrientes de la dieta (tanto proteínas como grasas, hidratos, sales minerales y vitaminas).
Actualmente, la cesta de la compra de una persona celíaca aumenta en casi mil euros más al año. El etiquetado y las garantías de ciertos alimentos que hoy se formulan sin gluten, permite que se accedan a recetas que antes no era posible realizar.
¿Es mejor retirar el gluten si no soy celíaco?
Los nutricionistas alertan de que no es conveniente retirar el gluten de la dieta de motu propio, dado que si no se es intolerante o sensible al gluten, no tiene ningún sentido y se prescinden de nutrientes importantes para el correcto desarrollo de las personas.
Hoy en día, la popularidad de las dietas sin gluten ha aumentado significativamente y no existe ningún estudio que verifique las bondades de las mismas. No aumenta el riesgo de diabetes tipo dos, ni procura la diabetes tipo uno en ningún caso, ni tampoco te hace perder peso, como se ha descrito en algún artículo llegado el verano.
Solamente existe una salvedad, según apunta la Asociación Española de Gastroenterología (AEG) en torno a las personas que son sensibles a los cereales, que si prescinden de estos, puede que no se hinche la tripa o noten mejoría si padecen un colon irritable, cefaleas crónicas o han tenido una menopausia precoz. En cualquier caso, la atrofia vellositaria parcial normalmente obedece a pacientes que no siempre hacen la dieta correcta y se la saltan; una cuestión que, lejos de beneficiarles, les procura unas semanas de síntomas complejos y molestos.