La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), ha reforzado las medidas de prevención y lucha contra la pandemia de la COVID-19 en los campamentos de refugiados rohingyas en la región de Cox Bazar, en Bangladesh, tras la confirmarse un primer caso de coronavirus entre la población refugiada.

Desde el mes de marzo, ACNUR y las oenegés asociadas han prestado apoyo al gobierno de Bangladesh, principalmente para la preparación y prevención de la COVID-19. Con este primer caso confirmado, se han activado los mecanismos de respuesta y se necesitará un mayor apoyo internacional para los rohinhyás desplazados.

De acuerdo con el gobierno de Bangladesh, una persona refugiada rohingya ha dado positivo en COVID-19 en el asentamiento de refugiados Kutapalong. Además, también han resultado positivas las pruebas de otra persona de la comunidad local de acogida bangladesí. Ambas personas acudieron a los centros sanitarios gestionados por organizaciones humanitarias asociadas, donde se les tomaron las muestras que serían posteriormente analizadas en el laboratorio del instituto epidemiológico, de control de enfermedades e investigación (IEDCR Field Laboratory) en Cox’s Bazar.

Tras la confirmación de los positivos por parte del laboratorio, se activó a los equipos de investigación rápida para estudiar ambos casos, iniciar el aislamiento y el tratamiento de los pacientes y localizar a sus contactos, ponerlos en cuarentena y hacerles los tests, en línea con las recomendaciones de la OMS.  

El fuerte impacto que podría causar la enfermedad en los asentamientos de refugiados, que cuentan con una altísima densidad de población y que acogen a unas 860.000 personas rohinyás, es motivo de gran preocupación. Otras 400.000 personas bangladesíes viven en las comunidades de acogida en los alrededores.

Estas poblaciones se encuentran entre las que más peligro corren ante esta pandemia mundial. Si se quiere evitar altas tasas de mortalidad en estos lugares masificados y con poco acceso a las infraestructuras de salud, agua y saneamiento, no se deben escatimar esfuerzos.

En apoyo a los esfuerzos gubernamentales en materia de salud pública para frenar la propagación y el impacto de la pandemia, ACNUR y sus socios han puesto en marcha desde el mes de marzo una serie de medidas de preparación y prevención. Los procedimientos establecidos se han activado para responder ante los casos de COVID-19 sospechosos y confirmados tanto en las poblaciones de acogida como de refugiados en Cox’s Bazar.

El personal sanitario de todas las clínicas de los campamentos ha recibido orientaciones sobre Prevención y Control de Infecciones (PCI), así como el uso apropiado de los Equipos de Protección Individuales (EPI).

También se ha formado a 250 personas como puntos de enlace en las clínicas sobre Sistemas de Alerta Temprana y de Respuesta (EWARS, por sus siglas en inglés). Más de tres mil personas refugiadas voluntarias han recibido formación sobre la COVID-19 y trabajan en los campamentos para asegurar que la población refugiada recibe los mensajes claves, incluyendo profesionales sanitarios y trabajadores de protección comunitaria, así como líderes comunitarios, imanes y grupos de la sociedad civil.

La comunicación en los campamentos se hace a través de anuncios en radio, videos, carteles y mensajes en rohinyá, birmano y bengalí en los que se explica cómo se propaga el virus, cómo protegerse a uno mismo a las familias, cómo reconocer los síntomas y cómo solicitar ayuda.

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