Andrea Blandín

La mitad de los hogares de Morata de Tajuña (Madrid), es decir, 7683 habitantes, carece de acceso a una red de fibra óptica, lo que está complicando mucho sus conexiones a internet, empeorando así que puedan trabajar o estudiar adecuadamente; más todavía en estas semanas de confinamiento, llegando a convertirse en un problema de primer orden en el municipio madrileño.

La situación es tan grave, que algunas personas del municipio han perdido su trabajo por no poder desarrollarlo adecuadamente desde su casa. En el caso de los estudiantes, a un buen número de ellos les cuesta muchísimo enviar sus tareas; y todo, ocasionado porque se tienen que conectar a través de sus teléfonos móviles o de un limitadísimo servicio de ADSL.

La Asociación Vecinal de Morata de Tajuña tiene una duda clara: «¿Cómo es posible que más de tres millares de personas de una localidad que se encuentra a tan solo treinta y cinco kilómetros de la capital no puedan desarrollar sus trabajos y estudios a distancia de una manera adecuada por carecer de una conexión a internet decente?». Con esta pregunta retórica, intentan hacer ver el problema a las empresas de telefonía y las administraciones, reclamando una solución urgente. 

El teletrabajo y el tele-estudio se han convertido para algunas familias en algo casi imposible. Y todo provocado por la guerra de las compañías de telefonía, cuya lucha por el territorio les impide ser capaces de llevar la fibra óptica a toda la localidad por igual.

Lucha de compañías

El problema es que, para distribuir el cableado en el municipio, las empresas utilizan las fachadas de los edificios y postes de telefonía, siendo estos últimos propiedad de Movistar. Pero por razones desconocidas, esta no quiere ceder los postes a Más Móvil, la empresa que tiene la concesión para instalar fibra óptica. Esta guerra entre empresas ha provocado la paralización de la expansión de este servicio a todo el núcleo urbano, para desgracia de sus habitantes.

Los hogares sin fibra óptica están repartidos por todo Morata, pero las zonas más antiguas y periféricas son las más afectadas. Además, aunque disponen de ADSL, el cableado tiene veinte años de antigüedad y un mantenimiento pésimo.

Esta situación de problemas para navegar por internet no es nueva, pero durante estas semanas los ciudadanos lo están notando más. Uno de los miembros de la Asociación, Raúl Blandez dice que «si de por sí el confinamiento es duro y tremendamente pesado, imagínense pasarlo sin la posibilidad de conectarse a internet para compras online, ver películas y series en streaming, seguir una clase de gimnasia, participar en una videoconferencia o reunión, etcétera». Por eso, a medida que avanza la cuarentena, crece el malestar de la población afectada, que cuenta con la comprensión y apoyo de su ayuntamiento.

La asociación vecinal demanda a las compañías de telefonía una respuesta urgente; y en el caso de que no solucionen el problema, urgen a la Administración regional o central que intervengan, con el fin de que garanticen el derecho a una comunicación adecuada de la población.

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