El amianto o asbestos, son una serie de minerales conocidos desde la antigüedad, principalmente ha sido utilizado a partir de la revolución industrial sobre todo en construcción, industria textil, naval y metalmecánica. En España, alrededor de tres mil productos incluyeron este material aislante e ignífugo en su fabricación. Se estima que en el país hay más de tres millones de toneladas instaladas.
Está situado en muchos lugares, el problema es que no conocemos su ubicación la mayor parte de las ocasiones. Puede que estamos expuestos al polvo que se provoca con este material, pero normalmente no somos conscientes de ello. Diariamente vivimos con él, no lo vemos, pero sus fibras pueden tener graves efectos para la salud, incluso letales.
El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) ha clasificado a todas las variedades de amianto dentro del grupo de sustancias cancerígenas clase 1, son aquellas en las que se ha probado que provocan cáncer en el ser humano. No hay una exposición segura frente a este riesgo, la inhalación de sus fibras puede tener graves efectos para la salud. Es el responsable de asbestosis, cánceres de pulmón y mesotelioma, así como de cánceres de laringe y ovarios; incluso otros trastornos pulmonares y pleurales no malignos, todas enfermedades neumológicas muy graves, irreversibles, sin curación que incluso pueden ocasionar la muerte.
Las cifras que nos traslada la Organización Mundial de la Salud (OMS) son preocupantes, 125 millones de personas de todo el mundo están expuestas a amianto en su lugar de trabajo, se producen más de 107.000 muertes anuales por cáncer de pulmón. Además, se estima que cada año hay varios miles de muertes atribuibles a la exposición doméstica al asbesto. En la Unión Europea, se cifra que esta fibra mineral será el origen de la muerte de 500.000 de personas de aquí a 2030.
El problema es el largo tiempo que transcurre entre la exposición al asbesto y el desarrollo del tumor maligno, entre veinte y treinta años.
En los años sesenta a noventa fue un material apreciado por sus características como aislante, sus propiedades térmicas, químicas e ignífugas y su bajo precio, por eso se instaló en innumerables construcciones públicas y privadas, centros educativos, polideportivos, centros de salud y hospitales, fábricas, viviendas particulares, depósitos y redes de suministro de agua, infraestructuras e instalaciones de transporte público, cientos de materiales y componentes.
El uso de este producto está totalmente prohibido en toda la Unión Europea, en el caso de que se tenga que manipular es obligatorio que se tomen grandes medidas de seguridad por parte de aquellas personas que vayan a estar en contacto con el material, que, además, debe ser eliminado en plantas especialmente preparadas para ello. En España se estableció la prohibición de utilizar amianto en la producción a partir del 15 de junio de 2002, permitiendo seguir comercializando e instalando los productos fabricados previamente, hasta el 15 de diciembre de ese mismo año. Pese a su prohibición, el amianto sigue presente.
Podemos encontrarlo como aislamiento de edificios (aislante de bajantes, de techos de paredes, de puertas), como componente de diversos productos (tejas, techos de uralita, tuberías de agua, mantas ignífugas, guantes), como aditivo de los plásticos, en la industria automovilística (revestimiento de embragues y frenos, juntas y amortiguadores), barcos, trenes, y canalizaciones de agua.
Puede estar en tu casa, detrás de cada azulejo, en el yeso en la pared, en el techo, bajo el piso, o en la tubería de canalización de agua potable. El polvo que resulta de una simple remodelación en una vivienda es tan fino que llegar a ser un riesgo.
De ahí la importancia de saber identificarlo, conocer donde está instalado, ya que, si no seguirá siendo un peligro para la salud pública, lo que no se conoce no existe.
Estamos ante un grave problema laboral, social y ambiental. Son muchas las personas trabajadoras que inhalaron sus fibras, pero también sus familias e incluso a través de la contaminación ambiental aquellas personas que vivían en zonas donde se localizaban empresas que fabricaban derivados de este producto y que se han visto afectadas por sus letales efectos.
Amianto en la Comunidad de Madrid
Es necesario hacer un registro público de lugares donde hay instalado amianto y realizar un Plan de Desamiantado seguro en la Comunidad de Madrid.
Paseando por Madrid podemos ver zonas con tejados de uralita, residuos en la basura, jardineras, bancos, bajantes, contenedores de agua, …el desconocimiento de su peligrosidad y los altos costes que supone desamiantar hace que no se aplique el principio de precaución y prevención.
La vida útil del amianto gira en torno a los 35-50 años, estamos ante un cercano deterioro de ese producto en muchas instalaciones, lo que va a incrementar el riesgo de exposición laboral y medioambiental. Se plantea que el máximo de personas afectadas por este cancerígeno se manifestará en torno a 2025.
Son varios los trabajos pendientes en la lucha contra el amianto en la Comunidad de Madrid. Todos ellos deben centrarse en evitar la exposición al amianto de las personas trabajadoras y de los ciudadanos y ciudadanas madrileñas. Para ello, el primer paso debe ser conocer dónde se encuentra instalado el asbesto. La realización del mapa y un registro público de edificios e instalaciones tanto públicas como privadas en las que hay amianto presente en cualquiera de sus usos debe ser una prioridad.
Para hacer este censo, se necesita un mayor número de profesionales capacitados para poder identificarlo, por ello otro aspecto crucial es la formación adecuada. Que, junto con la necesaria educación de la población, se necesita conocimiento y reconocimiento debido al problema que supone respirar fibras de amianto y las enfermedades muy graves (cáncer), y perjudiciales para la salud, que genera, es un aspecto crucial en el que la ciudadanía debe estar al tanto.
Paralelamente ha de ejecutarse el desamiantado de la Comunidad de Madrid respetando la salud y la seguridad de la ciudadanía, de las personas trabajadoras, así como del medio ambiente en todos aquellos municipios donde exista amianto. Y ayudar económicamente a particulares y a las Administraciones aprovechando los Fondos que la Unión Europea ha puesto a disposición de nuestro país. La retirada de este material cancerígeno debe ser justa desde el punto de vista social y se debe priorizar planes de desamiantado de centros educativos, instalaciones sanitarias, centros deportivos o viviendas sociales.
La Comunidad de Madrid debe seguir el camino ya iniciado por otras Comunidades Autónomas como Navarra, Murcia o el País Vasco.
Frente a estas actuaciones, se debe prolongar y ampliar el trabajo para la promoción de una vigilancia sanitaria específica tanto en instituciones de la sanidad pública como en los servicios de prevención privados, con el objetivo de posibilitar la detección precoz de enfermedades pulmonares. El reconocimiento de las enfermedades relacionadas con el amianto es otra tarea pendiente.
La investigación también es necesaria, dado que las fibras de amianto son indestructibles debe evitarse su liberación en el medio ambiente. Nuevos métodos para la inertización de los residuos que contengan amianto, desactivar las fibras de amianto activas y convertirlas en materiales que no representen riesgos para la salud pública, ha de ser otro objetivo.
Identificar, registrar, vigilar, controlar, informar y retirar con seguridad elementos donde hay instalado amianto. Desplegar una estrategia para todos los municipios de la Comunidad de Madrid que incluya plazos claros y realistas, prioridades y objetivos, detección y registro, financiación y apoyo a los propietarios de viviendas y las pymes, medidas de protección de los trabajadores y trabajadoras, así como la eliminación segura del amianto y la gestión de los residuos.
Y, por último, el apoyo a víctimas y familiares, a todas aquellas personas trabajadoras y ciudadanos que han inhalado fibras de amianto en su ambiente laboral, en sus domicilios o en sus barrios, y ayuda por el grave perjuicio generado a su salud no sólo física sino también mental.
Se está en estos momentos tramitando en el Congreso de los Diputados la Proposición de Ley sobre la aprobación de una Fondo de Compensación similar al que ya existe en otros países europeos. Evitar el peregrinaje judicial de las y los afectados, facilitarles mejoras sociales, protegerles cuando estén o hayan estados afectados por amianto, en definitiva, mejorar su calidad de vida debe ser otro de los objetivos a desarrollar. La Administración regional y las locales también tienen una deuda social con las víctimas de este material y urge solventarla. El dolor padecido, el esfuerzo económico y el daño psicológico de afectados y sus familias debe ser compensado.
En la Comunidad de Madrid las organizaciones sindicales junto a colectivos de víctimas, ecologistas y organizaciones representantes de la sociedad civil llevamos alertando desde hace muchos años y demandando soluciones a diferentes Gobiernos. Ha llegado la hora de actuar.
Los madrileños y madrileñas requerimos un compromiso político para la detección y eliminación de este material cancerígeno y peligroso ya. Propuestas legislativas, educativas, de formación, de financiación pública para su eliminación, de sensibilización sobre los riesgos y las enfermedades que causa, de construcción de lugares para su destrucción, la difusión de mejores prácticas, coordinación de administraciones ha de ser un objetivo en el presente y a medio plazo, sin olvidarnos de la deuda social que tenemos con las víctimas.
Ya no es posible mirar hacia otro lado. Conocemos la realidad, afrontémosla y abordemos de manera definitiva este mal que tanto sufrimiento y tantas vidas se está cobrando. Avancemos hacia un sistema saludable, social y económicamente sostenible. Esta en nuestras manos un mejor futuro para nuestros hijos e hijas.