«Dersu Uzala (El cazador)», la obra maestra del realizador japonés Akira Kurosawa, ganadora en 1975 del Oscar a la mejor película de habla no inglesa, vuelve a los cines este viernes 10 de julio de 2020. Nadie debería perdérsela.
Algunas distribuidoras cinematográficas están aprovechando la salida, por parcial que sea, del confinamiento motivado por la pandemia de la COVID para hacer algo que era normal en mi adolescencia: «reestrenar» películas de éxito.
Hace unas semanas fue «Cinema Paradiso» –a la que inesperadamente ha añadido un plus de interés el reciente fallecimiento de Ennio Morricone, compositor de su banda sonora y de la de cuatrocientos filmes más- y ahora se trata de «Dersu Uzala», una auténtica joya del séptimo arte que forma parte del legado de «clásicos» –«Roshomon», «Los siete samuráis», «Kagemusha», «El idiota», «Sanjuro», «Raosodia en agosto»…- del maestro de maestros Akira Kurosawa, fallecido a los 88 años en 1998 y autor de más de treinta películas que sitúan a Japón en la lista de países productores de grandes epopeyas cinematográficas.
«Dersu Uzala» está basada en las memorias escritas en 1923 por el explorador Vladimir Arseniev, un militar ruso especializado en levantamientos topográficos, sobre Dersu, un cazador de la etnia hezhen que acompañó a los hombres de Arseniev durante varias expediciones por la región siberiana de Sijoté-Alín, en Rusia. Narra la larga historia de amistad entre el escritor y el cazador y está protagonizada por Yury Solomin («La tienda roja») y Maksim Munzuk («Valentina»).
Kurosawa realizó esta película -celebración de la amistad y la lealtad, el amor y el respeto de la naturaleza- tras cinco años de silencio motivados por dificultades de índole personal y un intento de suicidio en 1975. En sus descripciones, Dersu, el antihéroe por excelencia, se refiere a todos los elementos de una naturaleza que conoce como nadie –el río, el viento, las plantas y los animales- como si se tratara de hombres, cuya bondad esencial respeta.
Simple, sabia y hermosa obra humanista sobre una relación de amistad y respeto mutuos entre el hombre «civilizado» y el cazador analfabeto que no conoce nada más allá de su territorio, es también una instantánea de la Rusia de comienzos del siglo veinte en la que aparecen un militar, representante de la aristocracia del conocimiento pasado por las aulas universitarias, y un hombre perteneciente a una de las minorías habitante en las regiones más desfavorecidas y menos conocidas del enorme territorio ruso, prácticamente un continente insondable dentro de la Europa que está en el apogeo de la revolución industrial.
«Dersu Uzala» es una epopeya maravillosa en los límites de la metafísica sobre la naturaleza y el hombre considerado como uno de sus elementos, con instantes de melancólica reflexión espiritual como la aparición de ese chino, solo y perdido en el bosque desde mucho tiempo atrás.
Ese tiempo que es también un elemento más en la narración de la amistad tejida y afianzada al paso de los años: «La relación entre el ser humano y la naturaleza es cada vez peor –declaraba en 1984 Kurosawa a Donald Richie, autor del libro ‘The Films of Akira Kurosawa’- Yo quería que el mundo entero conociera a este personaje de la Rusia asiática que vive en armonía con la naturaleza… Creo que las personas debemos ser humildes con la naturaleza ya que formamos parte de ella y debemos estar en armonía … Tenemos mucho que aprender de Dersu».