Cuanto la tormenta pase y se amansen los caminos… Así comienza una estrofa de un verso del gran Mario Benedetti. Parece ser que ya está pasando la tormenta del coronavirus, un enemigo que ha teñido durante meses a nuestro país de enfermedades, muerte, tristeza y desolación, con la posibilidad de que no tardando mucho vuelva a arreciar el temporal. Pero a estas alturas de la historia cabe preguntarse: ¿qué va a pasar después de todo lo sucedido? ¿Cuál será el panorama después de la batalla?
Cuando la tormenta pase y consultemos las hemerotecas, observaremos cosas tan dispares como que un presidente de gobierno ha sido tachado de criminal, de responsable de miles de muerte. Que a un vicepresidente de ese mismo gobierno se le ha tachado de hijo de terrorista sin aportar pruebas fehacientes. Que un político gallego sensato ha pedido cordura y respeto por los miles de muertos, y que otro, en este caso vasco, ha tenido la honradez de pedir disculpas por lo que se estaba haciendo mal.
Cuando la tormenta pase comprobaremos con datos que el día 2 de julio de 2020 ya había 52 446 sanitarios contagiados, a los que hay que añadir los más de 63 sanitarios que habían perdido la vida trabajando por defender nuestra salud y nuestras vidas, y que mientras unos respetábamos las normas sanitarias establecidas, había otros haciendo lo que les daba la gana en playas, terrazas, verbenas, fiestas y tugurios varios.
Cuando la tormenta pase recordaremos también que miles de personas mayores a los que no se les prestó la atención debida murieron en las residencias solos, sin la mínima atención por razones inconfesables de algunos responsables, y que al final eran los bomberos los que tenían que retirar los cadáveres de dichas residencias muchas horas después de muertos, porque a ojos de quien corresponda eran invisibles.
Cuando la tormenta pase podremos contemplar en imágenes grabadas cómo algunos políticos trocaban muertos por votos haciendo sus cálculos, pensando en las próximas elecciones, porque al fin y al cabo la vida sigue y, como se dice en el teatro, “la función debe continuar”. En este sentido, algunas “señorías” saben moverse con soltura en el ámbito político, ya que para ellos el hecho de medrar es cuestión de pura supervivencia.
Cuando la tormenta pase habrá que prestar atención a esa lección de cordura y saber hacer ante esta pandemia de un país como Portugal. Las palabras del primer ministro portugués en la cadena SER, António Costa, deberían grabársela en la frente algunos políticos españoles: “Ante la situación delicada en la sanidad, en la economía y la sociedad, pensamos que no podíamos desperdiciar energías enfrentándonos entre nosotros, sino unir fuerzas para hacerle frente”. Y se unieron todos los partidos, ayudando al gobierno para sacar al país adelante. Inimaginable aquí, ¿verdad?
Cuando la tormenta pase nuestra sociedad va a cambiar, y nada volverá a ser como antes después de todo lo visto y oído. Al final de la Transición hubo un político llamado Alfonso Guerra, que acuñó una frase que hizo historia: “A España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Algo parecido puede volver a suceder ahora, porque como escribía Manuel Vicent en diario El País a finales de junio, “Esta parece ser la tierra prometida de Caín en la que los políticos revientan de placer si el adversario fracasa”.
Cuando la tormenta pase algunos seguiremos siendo la voz del hombre caído, pregonando en el desierto de los intereses creados de algunos personajes públicos…