En un momento en que ya han muerto millones de personas en todo el mundo como consecuencia de la COVID-19, conocemos noticias de campañas que se están produciendo en contra de la vacunación, concebida ésta por la ciencia para combatir la epidemia y salvar vidas, que harían palidecer a cualquier persona con medio dedo de frente. Y lo peor de todo es que estas campañas son ciertas, se sustentan en hechos concretos. Dos de ellas han saltado a la palestra en los últimos días, publicadas en distintos medios.

La primera viene de Estados Unidos, porque en las tierras del Tío Sam hay millones de personas que no se vacunan esgrimiendo su libertad como santo y seña de ser persona. Allí se han hecho campañas animando a la ciudadanía a vacunarse ofreciendo como recompensa cervezas, hamburguesas, premios en metálico a los valientes decididos, y ni por esas.

Curiosamente, una campaña parece que ha tenido aceptación, y se ha liado gorda, como no podía ser de otra manera, por aquellos pagos.

Tras aprobarse en dicho país la vacunación contra la COVID-19 para menores de doce años, el gobierno de Joe Biden, junto con la CNN han lanzado una campaña de concienciación utilizando un personaje de ficción. Se trata de la conocida como la Gallina Caponata, que sale en la serie «Barrio Sésamo».

Y de inmediato ha habido gente que se ha lanzado en contra de dicha campaña de concienciación. El republicano Ted Cruz, por ejemplo, se ha echado encima contra la campaña tachándola de «manipulación», de propaganda «comunista» del gobierno, para menores de cinco años.

Por su parte, el presidente Biden defendía a Gallina Caponata con estas palabras: «Bien por ti. Vacunarse en la mejor manera de mantener seguro a todo tu vecindario». Todo ello, en un país donde en estos momentos no llegan al 57 por ciento de personas vacunadas de las dos dosis.

La segunda campaña contra la vacunación de cara a combatir la COVID ha tenido lugar nada más y nada menos que en un país de la Unión Europea, que eso ya son palabras mayores. Y además procede de la iglesia, en este caso ortodoxa, es posible que experta ella en asuntos celestiales, pero próxima a la ultraderecha rumana, que está utilizando sus mensajes como material de consumo.

El caso es que el obispo ortodoxo rumano Abrose Giurgiu, que parece predicar, enseñar y pastorear a su rebaño en el sur de Rumanía, ha indicado a sus fieles, al tiempo que seguidores: «No se dejen engañar por lo que ven en televisión. No tengan miedo al Covid». Más lejos ha ido el arzobispo rumano Teodosie Petrescu, quien manifestaba a principios de año: «La santa comunión es más fuerte que cualquier vacuna». Pero mientras tanto, cientos de rumanos siguen muriendo diariamente.

Hay que decir que en Rumanía existe en estos momentos una corriente muy fuerte de numerosos grupos de ideología conservadora y ultranacionalista a los que le vienen muy bien todos estos menajes de la iglesia ortodoxa, por lo que los propagan a los cuatro vientos. Tanto, que los mensajes del citado arzobispo han encontrado en la red social Facebook una caja de resonancia.

Todo esto sucede cuando dicho país atraviesa por un momento muy difícil en cuando a la pandemia se refiere, pues los muertos se suceden por días, teniendo una de las tasas de mortalidad más altas del mundo. En palabras de la doctora Anca Estreinu-Cercel, del Instituto Nacional Bals, de Bucarest, «Esta ola es mucho peor que las otras, es como una guerra. Entramos en nuestras salas, pero no sabemos cuándo saldremos».

Hay otros países europeos donde la pandemia vuelve a recrudecerse, entre otras cosas por los millones de personas que están en contra de la vacuna, con manifestaciones en lugares como Italia, Francia o Alemania. Con los datos en la mano, creo que en España debemos sentirnos orgullosos de nuestro sistema sanitario y de nosotros mismos como ciudadanos, ya que gracias a nuestra concienciación tenemos una de las tasas más bajas del mundo de personas afectadas por la COVID-19, al tiempo que los mayores porcentajes de vacunación.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha siete libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», «Memoria Histórica. Para que no se olvide» y «Una Transición de risa». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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