Sandra Iriarte[1]
Desde la Confederación General del Trabajo (CGT) denunciamos públicamente el lenguaje violento en la respuesta a la pandemia por el COVID-19. No nos ha pasado desapercibido el lenguaje bélico, patriarcal y al fin y al cabo, violento, que ha llenado los discursos y palabras tanto del Gobierno, como de los diferentes partidos políticos y la esfera pública en general.
El incumplimiento de leyes a este respecto es bien extenso, la Ley integral contra la violencia machista, los currículos escolares que prescriben la educación en valores, el pacifismo y la resolución no-violenta de los conflictos…
Pero, la cuestión es más grave y viene de muy lejos. En primer lugar, porque es bien conocida la evidencia científica que el psicolingüista Noam Chomsky lleva demostrando desde 1956 en su Teoría Lingüística, mostrando cómo el lenguaje crea pensamiento y referencias psicolingüísticas que programan a los bebés durante el proceso de adquisición del lenguaje y persisten durante toda la vida de las personas. Es por ello que resulta tan importante tanto la selección del vocablo como del contenido.
Experiencias feministas demuestran que, cuando a las mujeres no se nos nombra, resultamos invisibles y actuamos en consecuencia. Pero en todo caso, al menos el Gobierno y el resto de marionetas políticas debieran, qué menos, respetar las leyes que promulgan y aprueban entorno a la educación en valores, el currículo oculto y la socialización, evitando tanto el lenguaje sexista como el racista, fascista o bélico.
¿Cómo puede ser posible aunar una actitud de superación, comunitaria y de respeto con el belicismo, el patriotismo y la guerra?
Aunque aparentemente pudiera sorprender, éste es el discurso estatal de los diferentes gobiernos por los que pasa la pandemia del COVID-19. Las personas de bien, familias con menores confinadxs o simplemente con sentido de la humanidad, rechazamos fuertemente el lenguaje militar que se ha institucionalizado para hacer frente a una alerta sanitaria.
Quizás interese en este momento apuntar que, mientras la Península Ibérica se confinaba para «ganar la batalla» sanitaria contra el virus permitiendo únicamente la actividad esencial para la vida, al mismo tiempo, el Gobierno del Estado Español seguía permitiendo la fabricación, venta y transporte de armas.
Hay más aristas en la industria de las armas y la muerte de la clase trabajadora que atañen incluso a la monarquía, a los paraísos fiscales y a sus relaciones de Estado, y para todas tenemos la misma respuesta, nosotrxs ponemos lxs muertxs. Nuestra respuesta y acción son y serán siempre antimilitaristas y contra la guerra.
Cuando además, el discurso se acompaña de una pérdida de derechos y libertades radical y una fuerte represión por parte del Estado hacia el ejercicio de los derechos más fundamentales como el de reunión, expresión o movilización (aunque se respeten las distancias sociales y las medidas de prevención prescritas), debemos dejar de lado el «Es tiempo de quedarse en casa» para exigir que, si respetamos las medidas de seguridad frente a la pandemia del Coronavirus, no está justificada ninguna merma a nuestros derechos, y mucho menos la represión del Estado bajo la alarma sanitaria.
Al mismo tiempo, queremos señalar la clara intención por parte del Estado de normalizar la militarización de las calles o de los Servicios Públicos. Lo que ha puesto esta pandemia en evidencia es que nos faltan empleos, recursos públicos e investigación, no ejércitos ni armas en las calles ni en los medios de comunicación.
Máxime cuando a día de hoy se siguen diagnosticando cientos de personas y otras tantas continúan muriendo por el COVID-19 en el Estado Español. ¡La guerra debe ser contra el capitalismo que nos enferma y mata, y contra los gobiernos que nos reprimen, no contra las personas infectadas!
Tampoco resulta tan complicado utilizar un lenguaje coherente, baste seguir la defensa de un lenguaje respetuoso como el que se lleva años defendiendo desde la respuesta al VIH/Sida, a la diversidad funcional o contra la lacra del machismo, por poner algunos ejemplos.
Desde CGT denunciamos que esta utilización de un lenguaje que valide y refuerce al Estado como agente de violencia o al Ejército y demás Fuerzas y Cuerpos de represión estatal, ni es gratuita ni está justificada.
- ¡Dejad de normalizar y validar la violencia del Estado y las Guerras!
- Sigamos construyendo conjuntamente una respuesta comunitaria al COVID19.
- Contra el lenguaje bélico, las fuerzas y cuerpos de represión y la violencia del Estado
- Sandra Iriarte, miembro del SP Confederal de la CGT