Greenpeace advierte de que la gestión del litoral español avanza en dirección contraria a la emergencia climática: más de quinientos enclaves costeros presentan ya un deterioro crítico mientras las comunidades autónomas aprueban normas que reabren la veda al ladrillo incluso en zonas inundables, lo que incrementa la vulnerabilidad de los 7900 kilómetros de costa ante la subida del nivel del mar y los fenómenos extremos.
Radiografía de un modelo agotado
El nuevo informe «Destrucción a toda costa 2025» subraya que España afronta un triple estrés sobre su franja litoral: la urbanización acelerada, la turistificación masiva y los impactos crecientes del cambio climático.
La ONG identifica más de 500 puntos en peligro —desde estuarios hasta dunas vírgenes— y documenta los conflictos entre uso residencial, infraestructuras y conservación.
Entre los efectos físicos ya medibles destacan la elevación del nivel del mar, la erosión de playas, la pérdida de biodiversidad marina y la mayor frecuencia de temporales que dañan infraestructuras y viviendas costeras.
Estos procesos, advierte el documento, constituyen «uno de los principales desafíos sociales, económicos y ambientales» del país.
La crisis se agrava porque todas las aguas que bañan la Península y los archipiélagos se están calentando un 67 por ciento más rápido que la media global, mientras que el Mediterráneo lo hace a un ritmo de dos a tres veces superior y permanece en ola de calor marina desde noviembre de 2024, con anomalías de hasta +4 °C en el mar Balear.
Pese a estas señales, las administraciones reactivan el «nuevo ladrillazo»: rescatan planes urbanísticos de la burbuja inmobiliaria, agilizan licencias en los primeros doscientos metros de costa y presentan megaproyectos turísticos de lujo bajo una retórica de sostenibilidad que, según Greenpeace, camufla la ocupación de suelo frágil incluso en zonas oficialmente inundables.
La consecuencia directa es una costa cada vez más artificial y, por tanto, más expuesta a inundaciones y retrocesos de línea de playa: la organización recuerda que mantener y restaurar los ecosistemas costeros podría evitar hasta un 40 por ciento del retroceso de las playas de aquí a 2050 y reportar beneficios ambientales y económicos 150 veces superiores a dejar que sigan deteriorándose.
«Mientras los impactos climáticos nos muestran su crudeza, las administraciones miran hacia otro lado, recuperando modelos pasados que ya están obsoletos y ponen al límite los ecosistemas costeros que nos protegen», denuncia Elvira Jiménez, coordinadora de campañas de Greenpeace, quien añade que «el modelo de sol y playa se ha convertido en mucho sol y poca playa, y el tiempo para reaccionar se agota».
A continuación, la radiografía autonómica del litoral detalla cómo estos factores se combinan en cada comunidad para dibujar un escenario de riesgo creciente y oportunidades urgentes de adaptación basada en la naturaleza.
Andalucía
La Junta ha relajado controles ambientales y reanimado macroproyectos hoteleros de Cádiz a Almería. A la vez, se prevé una pérdida media de 2,7 m de anchura de playa y retrocesos de hasta 22 m en Marbella, Fuengirola o Tarifa.
Asturias
Las plazas de vivienda turística han pasado de 2000 en 2013 a casi 30000 en 2024, concentradas en la franja costera. Estuarios como el Nalón o el Sella figuran entre los puntos con mayor riesgo de inundación.
Cantabria
Con la tercera mayor proporción de viviendas turísticas del Estado, proyecta urbanizar acantilados protegidos entre Loredo y Langre. Se espera la desaparición de la playa de Somo y la conversión del Puntal en isla en apenas dos décadas.
Cataluña
Pese a la regresión del 36 por ciento de la arena al norte de Barcelona, siguen adelante la ampliación del aeropuerto del Prat y el complejo Hard Rock en Salou. El Delta del Ebro podría retroceder 52 m para mitad de siglo.
Comunidad Valenciana
Un decreto reciente agiliza la construcción en los primeros 200 m de costa y en zonas inundables. Guardamar del Segura ya ha perdido 165 m de línea de playa; la DANA de 2023 no frenó la tramitación de miles de nuevas viviendas.
Euskadi
El plan de una segunda sede del Guggenheim en Urdaibai se alza sobre un estuario donde el 26 por ciento del suelo quedaría bajo el agua en 2050. Playas como Zarautz o Laga sufrirán retrocesos de hasta veinte metros.
Galicia
La ría de Arousa y la Mariña lucense combinan presión turística, vertidos industriales y proyectos como la fábrica de celulosa de Altri. Hay 172 áreas con riesgo significativo de inundación fluvial y marina; la caída de la producción marisquera supera el 90 por ciento en algunas especies.
Islas Baleares
El Govern regulariza viviendas ilegales y autoriza nuevos resorts mientras las playas podrían retroceder 30 m con una subida del mar superior a los 30 cm. El fondeo masivo amenaza las praderas de posidonia.
Islas Canarias
Siguen avanzando complejos turísticos en Adeje, Corralejo o La Aldea pese a que casi cincuenta playas están catalogadas en alto riesgo de desaparición por erosión e inundaciones.
Región de Murcia
Campings y urbanizaciones se multiplican en Cabo Cope y La Manga aun cuando los estudios prevén que 622 ha —100 de ellas urbanas— queden sumergidas.
De la protesta a las soluciones
Greenpeace exige acción climática ambiciosa, la paralización inmediata de proyectos en zonas de riesgo y la implementación de soluciones basadas en la naturaleza —restauración de dunas, humedales y marismas— frente a costosas regeneraciones artificiales. Además, reclama moratorias al turismo masivo y planes de adaptación municipales participados.
El futuro de la costa —con «mucho sol y cada vez menos playa»— dependerá, concluye la organización, de si las administraciones frenan de una vez el hormigón y permiten que la naturaleza vuelva a ser la primera línea de defensa.