El Senado de Colombia ha aprobado una ley presentada con el lema #SonNiñasNoEsposas, que prohíbe el matrimonio infantil, fijando en dieciocho años la edad mínima para los contrayentes, informa la IPS.
Esta decisión histórica, respaldada por amplios sectores de la sociedad civil y organismos internacionales, busca combatir el matrimonio forzado, una práctica que vulnera los derechos de niñas y adolescentes en el país.
Avance crucial para la infancia colombiana
Colombia ha dado un paso significativo en la protección de los derechos de la infancia al abolir el matrimonio infantil, una práctica que hasta ahora permitía a menores casarse desde los catorce años con el consentimiento de sus padres o representantes legales.
La nueva legislación, aprobada por unanimidad en el Senado, establece que solo las personas mayores de dieciocho años pueden contraer matrimonio, eliminando excepciones legales que perpetuaban desigualdades y abusos.
Según datos de organizaciones como Unicef, cerca del 23 por ciento de las mujeres colombianas entre veinte y veinticuatro años se casaron o unieron antes de cumplir dieciocho años.
Esta realidad posicionaba a Colombia como uno de los países de América Latina con mayores índices de matrimonios infantiles, un fenómeno que afecta desproporcionadamente a niñas y adolescentes.
Factores que perpetuaban el problema
El matrimonio infantil en Colombia estaba profundamente arraigado en factores culturales, socioeconómicos y de género. Algunos de los principales factores que perpetuaban esta práctica eran:
- Pobreza: En comunidades rurales y vulnerables, los matrimonios infantiles eran vistos como una solución para aliviar cargas económicas familiares.
- Normas culturales: Tradiciones que normalizaban el matrimonio temprano, especialmente en zonas rurales, donde las niñas eran consideradas preparadas para formar una familia a temprana edad.
- Falta de acceso a la educación: Muchas niñas dejaban la escuela para casarse, perpetuando un ciclo de pobreza y desigualdad.
Consecuencias del matrimonio infantil
El matrimonio infantil tiene consecuencias devastadoras para las niñas, quienes enfrentan:
- Riesgos para su salud física y mental, incluidos embarazos tempranos y complicaciones asociadas.
- Limitaciones en su acceso a la educación, lo que afecta su autonomía y desarrollo personal.
- Vulnerabilidad frente a situaciones de abuso y violencia de género.
Declaraciones de quienes impulsaron el cambio
La senadora colombiana Martha Peralta Epieyú, una de las principales impulsoras de la ley, destacó que «prohibir el matrimonio infantil es un acto de justicia social y una garantía para los derechos de nuestras niñas y adolescentes».
Además, enfatizó que la aprobación de esta ley «marca el inicio de una nueva era donde las niñas podrán soñar y construir su futuro sin ser obligadas a asumir responsabilidades para las que no están preparadas».
Por su parte, Cecilia Espinosa, representante de la Fundación Niñez Colombia, celebró la medida: «Este es un logro histórico que nos alinea con los compromisos internacionales en materia de derechos humanos. Ahora toca garantizar que la ley se cumpla y se implemente en todos los rincones del país».
El rol de la sociedad civil e internacional
La prohibición del matrimonio infantil en Colombia no habría sido posible sin el esfuerzo conjunto de organizaciones de la sociedad civil, movimientos feministas y organismos internacionales como Unicef y Naciones Unidas. Estas entidades han trabajado durante años para visibilizar el impacto de esta práctica y abogar por cambios legislativos que prioricen el bienestar de las niñas.
Entre las iniciativas más destacadas está la campaña «Niñas, no esposas», liderada por una coalición global que busca erradicar el matrimonio infantil en todo el mundo.
La aprobación de esta ley posiciona a Colombia como un referente en la región, demostrando que la voluntad política y el activismo pueden converger para lograr avances significativos.
Retos tras la aprobación de la ley
Aunque la prohibición del matrimonio infantil es un avance crucial, su implementación enfrenta importantes desafíos:
- Educación y sensibilización: Es esencial educar a las comunidades sobre los riesgos del matrimonio infantil y los beneficios de la nueva legislación.
- Refuerzo institucional: Las autoridades deben garantizar el cumplimiento de la ley, especialmente en zonas rurales donde las tradiciones pesan más que las normas legales.
- Empoderamiento de niñas y adolescentes: Proveer herramientas educativas y económicas que les permitan resistir presiones familiares o culturales para casarse.
Con este cambio histórico, Colombia se suma a los países que priorizan el bienestar de la infancia, sentando un precedente inspirador para la región y el mundo.