«Ciudad sin sueño», donde la ciudad cambia de nombre

«Una energía poderosa irriga las venas de esta inmersión en pleno suburbio periférico de Madrid. Una «ciudad sin sueño» que impresiona por su maestría estilística y su cautivadora narrativa. Una oda a la juventud, a la comunidad, a la amistad y a las ganas de vivir. Y la impactante revelación del realizador Guillermo Galoe». (bande-à-part.fr)

Para ser exactos, la «revelación» de las muchas virtudes de Guillermo Galoe como realizador se había producido hace unos meses, poco antes del estreno en Francia de «Ciudad sin sueño», cuando consiguió el Premio de la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos (SACDR) a la autoría –dirección y guión, junto a Victorio Alonso Berbel– en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes 2025.

Rodada en la Cañada Real de Madrid y basada en el cortometraje «Aunque es de noche», con el que Guillermo Galoe[1] ganó un Goya, también figuró en la última lista (shortlist) de los aspirantes al Premio Europeo de Cine (EFA) y fue la única película española presente en la sección Perlak del último Festival de San Sebastián. Sin ánimo abrumador, tengo que dejar constancia de que también ha recibido el Premio Abycine Indie y el Premio de la Asociación de la Prensa, además de una Mención especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Bruselas.

Uno de los grandes aciertos de «Ciudad sin sueño» es que cuenta con un reparto de actores no profesionales, la mayoría residentes en el barrio que retrata: Antonio Fernández Gabarre (también protagonista del cortometraje), Bilal Sedraoui, Jesús Fernández Silva, Felisa Romero Molina y Pura Salazar.

En un universo de descampados, montones de basura y carcasas de automóviles y electrodomésticos, Toni es un adolescente gitano de quince años que vive en Cañada Real, el asentamiento irregular más grande de Europa, en las afueras de Madrid, cuyos habitantes llevan cinco años privados de electricidad y agua corriente. Tiene padres y hermanos, un amigo magrebí que va a emigrar a Marsella con su familia, un teléfono móvil con el que se graban el uno al otro y en el futuro intercambiarán mensajes, un galgo blanco y un abuelo.

Orgulloso de pertenecer a su familia de chatarreros, pasa los días junto al abuelo, al que admira y sigue a todas partes. Pero el barrio está condenado a desaparecer engullido por el mercantilismo imperante. Cuando las máquinas de demolición se acercan a la parcela en la que vive, amenazando con arrasarlo todo, su abuelo se niega a marcharse, sea cual sea el sacrificio, mientras que sus padres van a ver un piso porque quieren mudarse a un ambiente residencial y más salubre.

En oscuras noches sin electricidad, las leyendas de su infancia empiezan a sentirse más reales que nunca. Mientras todo cambia a su alrededor, Toni debe elegir: enfrentarse a un futuro incierto o aferrarse a un mundo que se desvanece.

«Ciudad sin sueño», que no idealiza una realidad diaria atravesada por la pobreza y la droga, se une a una importante cantidad de películas actuales que, en la frontera entre documental y ficción, denuncian la miseria ambiental que solo salva la calidez de sus gentes y genera situaciones incómodas para las aglomeraciones que se reivindican «grandes ciudades modernas», con rascacielos y jardines que ocultan un decorado trasero de chabolas, basuras y polvo.

Lugares que solo necesitan cuatro gotas caídas del cielo para convertirse en lodazales que obligan a los mayores a refugiarse en interiores donde se cruzan las corrientes de aire mientras esperan la oportunidad de cambiar de paisaje, convierten en adultos prematuros a unos adolescentes que, en la mayoría de casos, han abandonado unos estudios en los que no veían futuro, y ofrecen a los pequeños un parque de juegos encharcado y escasamente saludable.

Odisea de supervivencia y aguafuerte social que toca diferentes palos -el mundo, la sociedad, la amistad, la familia, vistos desde la mirada de un adolescente, «Ciudad sin sueño[2]» es un excelente film político y reivindicativo, también poético y muy bien contado por un realizador con talento: Guillermo Galoe.

  • Guillermo Galoe obtuvo el Goya a Mejor Película Documental en 2017 por «Frágil Equilibrio», tras su estreno mundial en el Festival Internacional de Amsterdam (IDFA) y su premio en la SEMINCI. El corto «Aunque es de noche» (Cannes 2023, nominado a la Palma de Oro) recibió el Premio Forqué, el Goya a Mejor Cortometraje de Ficción y formó parte de la Selección Oficial de los Premios César 2025. En 2023 estrenó «Las gaviotas cortan el cielo» —co-dirigido con Mariana Bártolo—, nominado a los Premios Sophia (de la Academia portuguesa) como Mejor Cortometraje de Ficción. En 2020 fue distinguido con el Premio Princesa de Girona de las Artes y las Letras.
  • «Ciudad sin sueño» llegará a las pantallas madrileñas el próximo viernes 21 de noviembre de 2025.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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