Vicente Soto Sordera, su hermano Enrique Soto y su hija Lela Soto, cantaores gitanos del histórico Barrio de Santiago de Jerez de la Frontera, dejaron este viernes 23 de febrero su Herencia cantaora, acompañados por las guitarras de Vicente Santiago y Antonio Malena, y las palmas y jaleos de Ángel Peña y Manuel Soto, en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional. Todos de Jerez, todos de la familia Sordera.
No es la primera vez que asisto a un concierto de Herencia Cantaora. Nunca es el mismo, ni son los mismos, porque esta familia tiene recursos e historia para hacerlo. Vicente Soto, el patriarca actual de la familia, su hermano Enrique, luciendo figura de gitano cabal, sombrero incluido. Lela cada vez más exquisita en estilo y registros de su hermosa voz lírica de soprano ligera.
Genuino cante jerezano. Y digo esto porque cantaores hay muchos en Jerez, pero no todos tienen eso que llamo esencia jerezana, que tiene además de la forma de cantar tan identitaria, tan bien entonada y dicha, sostenida y arpegiada, con matices y quejíos propios, algo más, que además de todo eso tienen los Sordera, empezando por el Patriarca.
La humildad, la comunicación cercana y respetuosa con el público, siempre diciendo lo que van a cantar, de donde o de quién procede el cante, a quién se lo dedican a quién recuerdan. Empatía. Se ponen de pie para comunicar, como debe ser.
Digo esto porque como todos sabemos los hay que pegan el trasero a la silla desde que salen hasta que se van y no dan ni las buenas noches al público. Y eso, canten como canten, no es esencia…
Deleitó Enrique empezando el concierto con un surtido de cantes antiguos a capella empezando por martinetes. Razón tiene para ello, porque como muy bien recuerda mi colega Fermín Lobatón en su presentación del concierto y yo tengo escrito por alguna parte, la herencia cantaora de los Sordera de Jerez se remonta al siglo diecinueve, a lo más pionero del cante jerezano, a Francisco Valencia Soto, artísticamente Paco la Luz, creador de una seguiriya que, si no fue la primera, está entre las primeras de la historia de la seguiriya en el Flamenco, cuando aún no se llamaba flamenco.
Luego Lela, la benjamina cantaora de la familia, que cada vez que se le escucha se le nota su continuo crecimiento como cantaora, en voz, en exquisitez, en perfeccionamiento vocal, en todo. Recordó a la Niña de los Peines y a «Tito Chano», cantó por ellos, y recordó también que ella como artista de última generación canta como canta, aunque siempre tenga sus raíces cantaoras en su memoria.
El Patriarca se nos fue por un ratito a Sevilla y recordó a Antonio Machado, el gran poeta sevillano que como recordó Vicente Soto murió en una ciudad francesa huyendo de la muerte y luchando por la libertad al inicio de 1939. Añado, esa ciudad es Colliure en los Pirineos franceses y allí sigue enterrado, no porque España no haya reclamado su retorno, que lo ha hecho. Es que los franceses, históricos acogedores de artistas, le quieren entre ellos.
El Patriarca con su voz tan flamenca y jerezana, con sus gotas de aguardiente, su planta de gitano cabal, flamenco y elegante, un maduro atractivo como se dice ahora, y muy bien dicho, nos regaló una soleá por bulerías, entre otros palos, que como él bien dijo la soleá por bulerías es una bulería machacá. Bravo maestro, un placer escucharle. Y por alegrías, unas alegrías made in Casa Sordera, tan especiales.
Recrearon Jerez, nos hicieron sentir en esa hermosa e histórica ciudad, desde Asta Regia hasta el Jeré de hoy, su tierra, que aman como nadie y así lo transmiten. Porque el primer elemento de la esencia jerezana, es, que no lo había dicho antes, su amor a Jerez, su orgullo de ser de Jerez. Y eso los Sordera lo sienten a carta cabal.
Un final por bulerías, fin de fiesta por todo lo grande, con todos aportando sus pasos de baile, porque aunque lo suyo no sea bailar, tienen toda la grasia marca de Jerez.
Total. Que nos alegraron la noche, nos hicieron pasarlo tan bien como lo pasan ellos. Transmiten arte y divertimento, Dios los bendiga.
Me voy pá Jeré el jueves 29, ¡bendito sea! su festival flamenco. Canela fina.