Tuve la oportunidad de asistir a algunas conferencias de Carmen Martín Gaite, sobre todo en los últimos años de su vida, y tengo que decir que siempre me han aportado conocimientos y experiencias que difícilmente habría podido adquirir en otras fuentes.
A pesar de figurar en parte de un volumen de sus Obras Completas, publicadas por Galaxia Gutenberg, su faceta de conferenciante es de las menos conocidas de la amplia actividad de la escritora en el mundo de la cultura.
Se conocen sus novelas y sus cuentos, incluso sus ensayos, pero son desconocidas para la mayoría de sus lectores muchas conferencias que dio a lo largo de su vida sobre temas ligados a la actualidad y sobre todo a la literatura y al oficio de escribir.
Esta laguna viene a cubrirla ahora la publicación de «De viva voz» por la editorial Siruela, que ya publicara los cuentos completos y otras muchas obras de Carmen Martín Gaite.
Las conferencias fueron para Martín Gaite una actividad que practicó con frecuencia, muy solicitada en España, pero también en países como Estados Unidos, donde las dictó sobre todo en recintos universitarios. Esta recopilación comienza con sus reflexiones acerca del oficio de escribir, que ocupó su vida entera, atrapada por una vocación que descubrió en Madrid terminados sus estudios universitarios en Salamanca con la intención de dedicarse a la docencia.
El encuentro con Ignacio Aldecoa, Alfonso Sastre, Medardo Fraile, Jesús Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio, con quien se casó, le cambió la vida y los planes y le dio la oportunidad de encontrar una voz propia para dedicarse a ese oficio de escribir, «un oficio ni necesario ni obligatorio» –dice- que piensa que no se puede enseñar a nadie, que con frecuencia «escandaliza porque divierte y estimula», y cuyos resultados se interpretan de las formas más dispares.
Martín Gaite habla de cómo se concibe una novela, de sus personajes y de los espacios en los que llevan a cabo sus acciones, poniendo como ejemplos sus propias obras pero también algunas novelas muy conocidas de la literatura española y universal.
Concede una gran importancia al recuerdo autobiográfico como motor de argumentos literarios y a la lectura como elemento fundamental de la creatividad. También a los paisajes de su infancia y de su adolescencia, desde la ciudad de Salamanca a los gallegos de la ourensana aldea de San Lorenzo de Piñor, de donde toma «todas mis alusiones a paisajes abruptos y montuosos». De Galicia, además, reconoce la influencia en su literatura del matriarcado, el culto a los muertos y las cantigas.
También analiza la influencia del cine y la presencia del viaje en sus novelas. Resultan muy interesantes sus disertaciones sobre la realidad, la ficción y la fantasía, sus afinidades y sus diferencias, y la utilización que de ellas hace a lo largo de su obra.
Pero Carmen Martín Gaite también teoriza sobre diversos temas de la literatura, como la novela en la posguerra española y la obra de los autores de la generación del medio siglo, entre los que se incluye. Dedica un sentido recuerdo a Juan Benet, a quien le unió una gran amistad, y analiza toda su obra y su personalidad, incluyendo sus contradicciones y lo que llama «irresponsables ideas literarias».
Martín Gaite confiesa su deuda con la escritora Elena Fortún y sobre todo con su personaje Celia, a quienes se dedica todo un amplio capítulo de este libro, contextualizando la obra y el personaje con la época histórica en la que se sitúan y las personas con las que se relacionaron, sobre todo mujeres del Lyceum Club como Maruja Mallo, María de Maeztu, María Lejárraga, Zenobia Camprubí.
Una de las conferencias que se incluyen es la dedicada a «La mujer en la literatura», donde analiza la obra de Virginia Woolf, Emily Brontë, Rosa Chacel o Clarice Lispector y critica los controles ejercidos sobre la mujer a lo largo de la Historia.
Una escritora contemporánea
Aunque su reconocimiento oficial no se produjo hasta que fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras cuando ya contaba 63 años, Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000) es una de las escritoras más importantes de la literatura española del siglo veinte. Novelas como «Nubosidad variable» (1992), «La reina de las nieves» (1993), «Irse de casa» (1998), «Lo raro es vivir» (1999), son títulos que aún ahora, a casi veinticinco años de su muerte, siguen leyéndose con interés.
Iniciada en el movimiento neorrealista de la «Revista Española» que dirigían el filólogo republicano Antonio Rodríguez-Moñino y los escritores Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa y Alfonso Sastre, Carmen Martín Gaite recorrió un largo camino hasta un posmodernismo literario en el que incorporó los recursos de la ficción a la propia ficción, en la línea literaria experimental de los años ochenta.
En 1957 ganó el premio Nadal con «Entre visillos», donde ya apuntaba los materiales con los que iba a construir su literatura: la atmósfera opresiva y asfixiante de la postguerra española y la lucha por la libertad, en particular la libertad de la mujer, centrada en esta novela en el problema de la soltería para las jóvenes de la posguerra.
Su nombre se unió al de otras dos mujeres que consiguieron el mismo galardón: Carmen Laforet («Nada», 1944) y Ana María Matute («Primera memoria», 1959). En 1974 publicó «Retahilas», que con «Fragmentos de interior» (1976) y «El cuarto de atrás» (1978) conforma una trilogía intelectual y emocional en la que indaga en los problemas de la soledad y la incomunicación. En 1990 publica «Caperucita en Manhattan».
Tras su muerte se editaron sus agendas, dietarios, cuadernos de notas y otros escritos en «Cuadernos de todo» (2002), «Pido la palabra» (2000) y «Tirando del hilo» (2006). También se recuperó su novela «Libro de la fiebre» (2007) y su inacabada «Los parentescos» (2001).
Carmen Martín Gaite escribió también investigación histórica sobre el proceso de la Inquisición a Melchor de Macanaz y los usos amorosos del siglo dieciocho en España.
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