Los barrios jerezanos de Santiago y San Miguel nacieron en el siglo catorce, en dos arrabales extramuros de esta localidad gaditana, un siglo antes de que empezaran a llegar tribus nómadas romaníes al sur de la Península.
Su historia comienza antes de la construcción de las iglesias que dieron su nombre a ambos barrios, cuando los descendientes de las primeras tribus ya eran sedentarios y estaban asentados en ambos arrabales; poco después de la construcción del Hospital de la Sangre de Nuestro Señor y de la Basílica de la Merced, en Santiago; antes de la iniciación de la iglesia de San Miguel, de las capillas de las Angustias y de la Yedra, en San Miguel y la Plazuela.
A finales del siglo quince convergen las recién llegadas tribus nómadas romaníes, la creación de los latifundios como pago de los Reyes Católicos a los nobles que habían contribuido a la etapa final de la reconquista con armas y dinero, y la pragmática de 1499 sobre gitanos, que entre otras cosas prohibió el nomadismo y obligó al sedentarismo.
Así se unieron grandes tierras de cultivo y mano de obra gitana barata y de buena calidad. En algún momento, ahí se producen los orígenes del cante, en las gañanías de los cortijos y en la forja gitana en las fraguas.
Barrio de Santiago
Hemos querido empezar este paseo por el barrio de Santiago en el Museo Arqueológico, en el barrio de San Mateo, testimonio vivo de gran riqueza de la historia de Jerez. Y acercarnos por la calle Justicia, que une ambos barrios y que desemboca cerca de la plaza de San Juan, para subir por la plaza de los Ángeles a la de Santiago, núcleo del barrio, de donde irradian la serie de calles históricas del cante que fue generándose en las casas y patios de vecinos, donde se integraron desde siempre familias gitanas y gachés, origen de esa socialización sin fisuras entre ambas etnias. El toque es muy posterior al cante.
En la plaza de Santiago destaca la fachada principal de la iglesia gótica del siglo quince, frente a la que se encuentra el monumento a Fernando Terremoto, hijo de Terremoto de Jerez y padre de María Terremoto; en el centro, su decorativa fuente romántica. Detrás de la iglesia está el monumento a Tío José de Paula. En realidad, las calles históricas son cuatro: la Calle Nueva, la calle Ancha, la calle de la Sangre y la calle Barreras.
En la calle Nueva, actualmente en penoso estado de conservación, nació Manuel Morao, el patriarca de la nueva guitarra jerezana, con su juego de ritmos y contrapunto, cuyas falsetas permanecen vigentes en todas las guitarras jerezanas de hoy.
En el número doce de la calle Nueva, estuvo la asociación bar restaurante Los Juncales, que llevaban Pepe y Curro de Joaquina. Los socios de Los Juncales eran la flor y nata de Santiago. Lugar de reunión, de cante y fiesta. Desde que desapareció, la calle Nueva no ha vuelto a ser lo que fue.
Antigua calle de la Sangre en cuyo extremo estuvo el hospital homónimo, llamada desde hace algunos años Taxdirt, en memoria de una batalla en territorio rifeño en 1909. En el número 23 vivió Tía Anica la Piriñaca, la cantaora que pudo empezar a cantar profesionalmente con sesenta años, luego de enviudar; que grabó discos y cantó hasta su muerte pasados los ochenta.
En la cercana calle Carpinteros están las peñas Manuel Soto Sordera y Luis de la Pica, en los números 3 y 5 respectivamente. En la calle Barreras, ahora de Moraíto Chico, hijo de Juan Morao, Moraíto, sigue su casita con el azulejo de la guitarra y el bar Arco de Santiago en el número 3, ahora cerrado. En la calle Ancha, otra histórica peña santiaguera, la de los Cernícalos; y en el número 11 de la calle de la Merced se ubica la peña Tío José de Paula y la Basílica de la Merced, patrona de Jerez. En la calle Salas, la peña Centro Cultural Flamenco Don Antonio Chacón. En la calle de San Juan, la iglesia bajo la advocación de San Juan Bautista iniciada en el siglo trece bajo el reinado de Alfonso X el Sabio, y en la plaza de San Juan, el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco y Cátedra de Flamencología de Jerez. Aquí estamos en el barrio de San Juan, aunque a un paso de la plaza de Santiago.
De Santiago fueron los cantaores pioneros Paco la Luz, creador de una famosa seguiriya luego desarollada por Tío José de Paula; Antonio Frijones, Juanichi el Manijero y el Niño Gloria; Tío Borrico, Terremoto de Jerez, Sernita, los Sordera, cuyo patriarca actual es Vicente Soto Sordera, primo hermano de José Mercé; Tía Anica la Piriñaca, la saga cantaora del Pipa y su bailaor Antonio Ríos Fernández; Tomasa Guerrero La Macanita, Tomás Moreno Romero Tomasito; Luis de la Pica, Curro de la Morena, José Vargas el Mono, Enrique el Zambo, Juañares. Y toda la nueva generación de artistas de estas sagas.
Guitarras, toda la saga de los Morao; José Soto Sorderita, hermano de Vicente, fundador de Ketama; Ildefonso de los Reyes y Francisco Carrasco Soto, voz y guitarra de Navajita Plateá; Diego Carrasco, Manuel Jero, hijo de Luis de Periquín Niño Jero y padre de Nono Jero.
Y la pianista Rosario Montoya, la Reina Gitana.
Santiago es el barrio festero por excelencia, representado por la bulería.
San Miguel
El otro arrabal extramuros en origen. Sus centros son la Iglesia de San Miguel, la calle Corredera, el Mercado, la plaza de las Angustias, la Guarida del Ángel en la calle Porvenir, la calle Barja y su histórico tabanco de la Cruz Vieja, la peña la Bulería en la calle Empedrada, la ermita de San Telmo en la calle Pavía, la capilla de la Yedra en la plazuela, con el monumento a Francisca Méndez Garrido, la Paquera de Jerez.
Ahí están los monumentos a Lola Flores en la calle Ramón de la Cala y su casa natal en la calle Sol 45, una casa de vecinos de las de toda la vida. Artistas del barrio fueron los cantaores Manuel Torre, la saga de los Agujetas, Rubichi y el Tío Juane. Juanito Mojama entre San Miguel y Santiago en un tiempo, ahora se le ubica en el barrio de la Albarizuela; Antonio Chacón, cuyo busto se encuentra en la placita de Antón Danza, frente al tabanco de la Cruz Vieja.
Manuel Molina creador de cinco seguiriyas, más la del Loco Mateo y la mejor de todas, la de El Marrurro, ya fuera Diego o Antonio, que su identidad aún está por aclarar. Joaquín la Serna, Mercedes la Serneta, creadora de una soleá. Francisca Méndez Garrido, la Paquera de Jerez, hija de El Rubio; con su vida y trayectoria artística podría hacerse una película. Saga de los Moneo con cante, guitarra y baile; los jóvenes cantaores Jesús Méndez y Niño de la Fragua de la Plazuela, este último nieto del cantaor Tío Juane, último fragüero de Jerez. La saga de guitarristas de los Parrilla, con el genial Parrilla de Jerez y su inolvidable vueltecita por bulerías. Aún sin calle ni monumento en su barrio, un olvido municipal al menos, extraño; el guitarrista de culto Paco Cepero.
San Miguel se caracteriza por la pena profunda y desnuda, los toques de rebeldía y altivez, propios de los fragüeros. Sede de individualidades, donde la Serneta marca el universo femenino.