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Camille Pissarro, el Caribe y el impresionismo

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, tiene seis cuadros muy interesantes de Pissarro

Pissarro: Linde de bosque, acuarela

Fue Camille Pisarro uno de los fundadores del Impresionismo, ese movimiento plástico que redescubrió la naturaleza, la luz y la visión directa del paisaje. De ese grupo inicial que lo conformaban el mismo Pissarro, Monet, Renoir, Sisley, Degas; Pissarro fue el único que en su niñez y juventud sintió, vivió, experimentó y gozó la naturaleza exuberante del Caribe y la luz tropical.

Esa vivencia en su temprana actividad de pintor fue definitoria para llevar consigo la revelación de la naturaleza salvaje y fomentar el gran movimiento artístico.

La familia de origen judío sefardí de Pissarro se instaló en la isla caribeña de Santo Thomas, (perteneciente a Dinamarca), por razones comerciales, ya que tenía una empresa exportadora en Puerto de Charlotte Amalie, y la isla era un puente de intercambio entre el Caribe y el continente europeo.

El ambiente familiar y la sociedad de la isla era esencialmente europeo, tanto que Camille estudió en Francia y regresó a Santo Thomas hacia 1847. Aunque trabajaba en la empresa familiar su vocación pictórica era evidente y dedicaba parte de su tiempo libre a estudiar arte con el pintor danés Fritz Melbye, quien lo invitó a ir a Venezuela. A partir de esa estadía acontecida entre 1852 y 1854, surgen casi cuatrocientos trabajos, productos de la experiencia directa con el paisaje y las costumbres que el joven artista vio en Venezuela, y que expresó en diversas técnicas: lápiz, acuarela, carboncillo, tinta china y tinta sepia, técnicas recurrentes en su larga carrera.

Tuve la ocasión de colaborar con la presentación en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires, de la Colección del Banco Central de Venezuela de una selección de estas obras de Camille Pissarro. La relación con los trabajos me permitió una mayor comprensión de la estética del artista.

Para la galerista y especialista de arte latinoamericano Milagros Bello, la obra temprana de Pissarro es de sumo interés por su aproximación a la naturaleza.

Sin duda, el impacto de la selva caribeña, la exuberancia vegetal y también las costumbres de la sociedad caraqueña en el siglo diecinueve, definen la tendencia del artista hacia la naturaleza y hacia el mundo rural, temas que se consolidaran en su trayectoria, y que impulsaran la estética impresionista.

Hay en estos dibujos y acuarelas evidencias de la importancia de esta visión directa de la naturaleza, de esta captación del paisaje «in situ». Es un momento transcendental en su vida que quedará inmerso en su subconscientes como semilla que germinará en el gran movimiento Impresionista posteriormente.

Pissarro llega a Venezuela el 12 de noviembre de 1852, junto a su amigo Melbye, la intención es explorar artísticamente el lugar, la casi virgen geografía venezolana. Llegan a La Guaira, se quedan varias semanas registrando la vegetación, el paisaje, las playas y la luz intensa del Caribe. Luego, se dirigen a Caracas, la capital del país, a solo treinta kilómetros. En Caracas, el joven artista observa el mundo vegetal, más que la arquitectura de la ciudad. Se aleja hacia los bosques adyacentes, descubre los parajes que circundan el centro y poco a poco va introduciendo la figura humana, retratando los campesinos y las labores de la gente de pueblo, como un pintor costumbrista de la época, y también como alguien que está descubriendo el tramado social de las colonias.

La mirada de la naturaleza será la marca de su arte. Es interesante observar en estos trabajos tempranos una fuerte espontaneidad, trazo libre, captación de la luz en armonías tonales, y aunque su formación pictórica es clásica y tradicional, hay un impulso romántico y una necesidad de trasmitir esa naturaleza salvaje, desordenada, virgen.

Esta experiencia artística fue visual, emocional y de convivencia con lo vegetal, expresado en diversidad de formas, colores y atmósferas, con una luz intensa y envolvente, que a veces satura y otras incita a la valoración cromática. Pissarro está consustanciado con la esencia de la naturaleza, de la exuberancia y sensualidad vegetal. Creo, que esa vivencia lo lleva al Impresionismo de una manera espontánea y lógica. El hecho que el artista saliera de su atelier, en Venezuela, a buscar los temas de su pintura, y que esos motivos fueran el paisaje visualizado de forma directa, lo convierten en un «impresionista» antes de fundar el movimiento.

Cabe preguntarse cómo miraba Camille el Caribe, con ojos «colonialistas», del europeo etnocéntrico o con la «Mirada» del joven nacido en aquellas tierras del Caribe que vivía naturalmente esa plenitud y libertad….Me parece que con la «Mirada» de un nativo, que va descubriendo un paisaje que le es familiar, cercano, donde no tiene ni una actitud despectiva, ni crítica, sino de complacencia como la tienen los paisanos que viven en la región. Es, sin duda, un observador sensible a la vegetación, la luz y al ambiente tropical.

Por otra parte, el joven artista indaga técnicas diversas, lanza pinceladas que lo acompañarán cuando cruce el Atlántico. O sea, ya están definidos sus motivos pictóricos y están marcadas sus preocupaciones técnicas: la pincelada corta, los trazos diagonales, que son más propios del grabado y que representan una originalidad en su obra. La creación de atmósferas, la valoración lumínica, la ambigüedad de contornos, la gama de tonalidades, esa captación de la luminosidad caribeña casi enceguecedora producida por la humedad tropical que da una sensación de evanescencia.

Pissarro vuelve a San Thomas y parte a Francia. En 1855, se instala en París, frecuenta la escuela de Bellas Artes y conoce a Claude Monet, Paul Cézanne y otros pintores; más tarde se asocia a la Escuela de Barbizon y finalmente, junto con Monet impulsan el movimiento Impresionista, verdadera revolución visual y temática en la historia del arte.

Pissarro: Campo de coles, Pontoise,  1873. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Pissarro: Campo de coles, Pontoise, 1873. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, tiene seis cuadros muy interesantes de Pissarro. Si visitamos el museo, podemos experimentar como aquellas vivencias juveniles se plasman en la obra madura del artista.

Al ver el óleo «Campo de coles» (Pontease, 1873) apreciamos la relación del artista con la naturaleza, tanto la cultivada como la salvaje, en visión directa y libre, la extraña transparencia luminosa del cielo y el reflejo sobre el campo sembrado. El Impresionismo y la reminiscencia de un Caribe lejano, en su esplendor.

Pissarro fue un pintor inquieto, nunca satisfecho, ansioso, siempre en busca de algo más y pintó hasta su muerte acaecida el 13 de noviembre de 1903. Un pintor que inconscientemente, llevó en sus ojos aquellas imágenes juveniles de la natura tropical del Caribe en su obra.

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