Mucha gente ignora, no tiene presente o quizá subestima la salud del suelo, del aire, del agua, así como otros factores naturales y no naturales que están íntimamente conectados con la salud y la enfermedad de los humanos.
Un cambio climático favoreció la aparición del ser humano (Homo Sapiens), unos 2,59 millones de años con el período cuaternario o era antropozoica, pero el cambio climático actual es obra del hombre (antropogénico), se inició en el siglo dieciocho con la primera revolución industrial, que se hizo de manera exagerada, sin contemplar las graves consecuencias que hoy se padecen.
Desde 1970 la región del mundo que más biodiversidad perdió es América Latina (promedio global del 69 por ciento). La biodiversidad alterada por el cambio climático favorece la transmisión de patógenos (dengue, paludismo, tuberculosis, fiebre amarilla, cólera, entres varias otras). Los patógenos se expanden e incluso pueden saltar de un animal al humano (Covid-19), fenómeno que se conoce como zoonosis. Más de la mitad de las enfermedades infecciosas que afectan a los seres humanos son zoonosis.
Y al cambio climático caracterizado por el calentamiento global debido a la acción de los gases de efecto invernadero, se le suman la emergencia sanitaria global y la irracional contaminación del planeta.
En cuanto al calentamiento de la Tierra, estamos muy lejos del Acuerdo de París (2015), y para preservar la salud del planeta y de todos los seres vivientes es necesario tomar las decisiones adecuadas.
La crisis climática de nuestros días afecta al ser humano en todas sus expresiones, por eso también se trata de una cuestión de derechos humanos. No siempre se puede responsabilizar al desconocimiento de la gente, ya que existe una industria de la desinformación por parte de grupos de poder en asociación con expertos científicos, donde el mercado procura imponerse explotando a seres frágiles o débiles con un discurso de «paternalismo abusivo».
En el mundo en general, y en América Latina en particular, existen áreas que son sobreexplotadas por apetencias imperiales, falsas creencias de superioridad racial, y se bloquean iniciativas destinadas al bien común, bástenos el desarrollo de energías alternativas, desde paneles solares hasta granjas eólicas.
Se contaminan los mares, los ríos, hasta el espacio exterior. Y un gran problema son los los desechos fabriles que se arrojan a los ríos y mares, al extremo que hay poblaciones de la región que su principal alimento son los peces contaminados con metales pesados y, a sabiendas, los consumen porque no tienen otra alternativa, asimismo los desechos plásticos contaminan las aguas.
Como ser, no sabemos cuáles serán los efectos a largo plazo de la acumulación de partículas plásticas en nuestro organismo. La ONU procura negociar un tratado jurídicamente vinculante, pero la Argentina se alineó con los Estados Unidos para oponerse, y no es un asunto de soberanía, o de creer que las regulaciones internacionales atentan contra la libertad, pues respiramos partículas de plástico y existen microplásticos en la sangre y los órganos. El riesgo ya es un problema de salud pública..
La falta prolongada de agua ha sido el principal factor de desaparición de civilizaciones, mucho más efectivo que las epidemias. Las sequías, las lluvias torrenciales, las inundaciones, las aguas contaminadas, las enfermedades de transmisión hídrica son causas de la alta morbilidad y mortalidad, no solo en Latinoamérica. Además hay que considerar la contaminación atmosférica, la acústica, la visual, entre otras, que afectan la salud del planeta y de los seres que lo habitan.
Sobran evidencias científicas acerca de las causas de los actuales desastres naturales y del cambio climático: la tala indiscriminada de bosques es una fuente importante de emisiones de anhídrido carbónico (causa principal del efecto invernadero); el calentamiento global también depende de los combustibles fósiles, del uso de agua dulce, de la producción de commodities (cultivos, carnes, pesca, madera).
El suelo congelado de regiones muy frías o glaciares que retienen gases de efecto invernadero (el permafrost, de unos 30.000 años), en América Latina se verifica en los países de la Cordillera de los Andes, y por aumento del calor es causante del cambio climático, liberando a la atmósfera anhídrido carbónico y metano.
La ecología de la vulnerabilidad hace alusión a un concepto que va más allá de los seres vivos, por consiguiente se impone una ética de la problemática del medio ambiente, que pueda protegerlo y recuperar en parte lo que el hombre torpemente ha destruido.
El Cambio Climático es la mayor amenaza para la salud mundial del siglo veintiuno (OMS).
El hombre ha revelado ser el mayor depredador del planeta y, el progreso está para mejorar la calidad de vida, no para empeorarla. La naturaleza no es enemiga del ser humano, narrativa con la que se sobreexplotaron los recursos naturales. Protegiendo la salud del planeta protegemos la salud humana y promovemos el bien común.
La salud pública depende de un medio ambiente limpio y del control de las zoonosis. El análisis científico es fundamental para tomar decisiones políticas acerca de los riesgos de tres áreas que interactúan entre sí: salud humana, sanidad animal, salud del medio ambiente.
Los conflictos de intereses que afectan a estas áreas demoran por parte de los gobiernos decisiones basadas en evidencias, no en dogmas, manipulaciones comerciales o geopolíticas.
Hoy emergen el negacionismo y las teorías conspirativas, y no falta la «caza de brujas», desde los principales centros de poder mundial. En efecto, países que con un desarrollo incontrolado e irresponsable contaminan a América Latina y al resto del planeta, mientras con su rechazo eluden la enorme deuda que tienen con el sur.
Si bien se apunta al desarrollo de la región, concibiéndolo como un proceso de crecimiento económico, hay que situarse en el contexto de las limitaciones ambientales, como el control de la polución y la degradación del suelo. Es importante reducir la interferencia humana para que prevalezca el devenir de la naturaleza y debe priorizarse el modelo de crecimiento con equidad. …
La salud humana, la sanidad animal y la salud del medio ambiente son interdependientes, por eso la salud de uno afecta la salud de todos. No podemos sustraernos a la eterna discusión entre los principios y las utilidades, o si se prefiere, entre la moral y los beneficios. Jacques-Yves Cousteau decía que el agua y la tierra, dos elementos fundamentales para la vida, se habían convertido en dos basureros.