Cadaqués, se encuentra en la región del Alto Ampurdán, en la provincia de Gerona, Cataluña, España. Es un pueblo aislado por montañas, que nació pesquero, mirando al Mediterráneo, soportando el viento tramontanes, dialogando con las nubes y las rocas, los olivos y las pocas casas blancas de los pobladores empecinados en vivir en esta tierra aislada, solitaria, brava e intensa como el mar.

Para llegar, el camino es de montaña y tortuoso, pero de pronto, sorprende la bahía y surge en el peñón la iglesia de Santa María, del siglo diecisiete, con un bello altar barroco. La iglesia rodeada de calles y callejuelas es el epicentro del casco antiguo. En verano aloja el Festival Internacional de Música, muy concurrido.

¿Qué tiene este pueblo cuyo nombre Cap d’Aques, quiere decir Cabo de rocas? Piedra y más piedra entre el mar azul y los arbustos obstinadamente verdes.

Y, sin embargo, Cadaqués te envuelve como su viento tenaz y su piedra persistente y enraizada, porque aquí, las piedras tienen raíces, son casi seres vivientes, como los árboles o los gatos que van y viene por el pueblo.

Carácter, fuerza, cierto delirio de aislamiento y soledad. Hijos del mar, que encontraron una tierra…

«Nuestra lengua es típica, tanto aislamiento nos dio un catalán diferenciado, peculiar, somos así» -me dice el mesero que atiende el Bar Casino donde se reúnen los parroquianos, turistas aislados y algunos trasnochados. Uno de los trasnochados sentencia:

«El aislamiento nos dio hermandad, nosotros sentimos que estamos fuera del mundo y que también somos el centro del mundo».

No sé si es la cerveza o es la verdad de su sentir.

Hay documentos que indican afincamientos en el año 1030, y que fue pueblo fortificado, porque los cruzados, las guerras y los piratas también visitaron el lugar.

En 1655 las tropas francesas se posesionaron, pero en 1659 devolvieron las tierras a la Corona española, por el Tratado de Pirineos.

En el siglo diecinueve, la pericia de los pescadores los llevó a formar parte de la marina catalana como capitanes y pilotos.

La industria de salazones prosperó animando el método de deshidratación para conservar los alimentos, además de producir las famosas anchoas de Cadaqués. El olivo es industria importante, y aunque en 1956 se abandonó por la fuerte helada, se ha restablecido dados sus beneficios.

Esta tierra mineral y náutica, está aislada pero no ignorada, artistas famosos llegaron a estos parajes, entre ellos: Salvador Dalí, Marcel Duchamp, Pablo Picasso, Joan Miró, Eugenio D ‘Ors quien escribió sobre los veranos que disfrutó en la región.

En el hostal, Theo, muy amable, nos indica donde está la Casa estudio de Dalí en Port Lligat. Se abrió al público en 1994 y está ubicada en una de las bellas calas del lugar. Allí vamos al día siguiente.

Esta tierra ha sido fuerte inspiración para Dalí. Según el mismo lo dijera, estas rocas han sido la materia de sus delirios; las playas, las barcas, algunas rocas aparecen en sus cuadros, algunas configuraciones geológicas se ven desde la ventana de su atelier. El cuadro «El gran masturbador» se inspira en una roca de Cala Cullare.

Visitar la casa es como un ritual, es penetrar en el mundo surrealista del artista, con sus objetos y sus decoraciones personales. En ella vive el espíritu teatral, los juegos oníricos, sus animales embalsamados, sus libros y sus obsesiones. Entrar en su casa es entrar «en el mundo Dalí».

Fue su refugio, donde descansaba y pintaba después de sus giras por París, New York y Florida.

Su estudio, con amplios ventanales al mar, fue donde desde 1948, compuso lo más importante de su obra, hasta la muerte de Gala.

El Cadaqués de Dalí, con pescadores y pocos lugareños se ha transformado en un centro turístico de preferencia, ha crecido el sector inmobiliario de manera sorpresiva con precios que lindan el millón.

«Aquellos pescadores que le ofrecían pescado fresco al pintor ya no quedan», me dice uno de los guardias del museo- «ahora los pescadores se dedican a pasear a los turistas en sus barcazas.

El turismo ha cambiado el rostro de la región.

En el 2024 había una población de 2918 habitantes.

«En el pueblo, nos conocemos, pero actualmente, el turismo es muy importante y ha crecido», me informa la señora que vende recuerdos en la Casa Museo, «El turismo mueve la hostelería y los restaurantes, y es permanente, porque la Casa de Dalí es una gran atracción».

Dalí promovió una revolución artística en la región y varios pintores y escritores se unieron a esas performances y visiones del artista. El poeta Carles Fages de Climant, amigo de Dalí, ayuda a la «mitificación de la región» con su Poemario del 2003: «Sueño de Cabo de Creus».

Crea una mística de la comarca, en relación a los pueblos, por ejemplo: «Llers, es tierra de brujas», o «Vila-Saca, capital del mundo ». Su libro «Les bruxes de Llers» de 1924, y «La Balada de Sabater de’Ordis», fueron ilustrados por Dalí. Esta mística continua en los artesanos y artistas locales hasta hoy.

Exhaustas pero felices buscamos donde comer, y si desea una buena comida española es mejor consultar con los lugareños.

Las especialidades son los pescados y los frutos de mar, el cerdo también tiene su respetable recetario. Todo sabe sabroso, pero escoja bien el restaurante, y consulte. Iván, un boliviano que trabaja para la gastronomía me comenta que la mayoría de los restaurantes tienen dueños extranjeros. Le gusta mucho Cadaqués, pero en invierno no hay turismo suficiente, es frio y sopla el viento.

Alquilar un auto es muy confortable, aunque se puede visitar la región porque hay autobuses hacia todas las direcciones.

Siguiendo la carretera señalizada se llega al punto más oriental de la península ibérica, el Cabo de Creus. Todo el paraje es considerado Parque Nacional, desde 1998.

Llegamos a Creus, el faro está ubicado en una península rocosa, la geografía circundante presenta pequeñas calas, senderos, el paraje es pura naturaleza.

Al día siguiente decidimos caminar por el pueblo, llegar a la iglesia, visitar las boutiques. La gente lugareña es amable, algunos se quejan del problema del agua y de lo poco que hacen las autoridades, otros atienden sus boutiques y otros están atentos para dar alguna información, todos hablan español y su dialecto y siempre sonrientes.

Caminando por el pueblo encuentro la Galería de Arte Iturria, del artista uruguayo Ignacio Iturria, que dirige su hija, quien me comenta: «Exponemos artistas del lugar y artistas internacionales que han hecho de Cadaqués su hogar. Hay un movimiento artístico considerable y lo alentamos».

Lo interesante de este lugar es que la historia brota, existen asentamientos desde el periodo prehistórico, hay restos de dólmenes por doquier, y en el interior hay ruinas griegas y romanas. El paganismo de Ampurdán se entremezcla con el Cristianismo, en medio del paisaje geológico con formas fantásticas, erosionadas por el mar y el viento. Tiene su hechizo Cadaqués….

Nos vamos, desde la carretera se visualiza, en el monte Peni, una Estación de radar: Escuadrón de Vigilancia Aérea número 4, EVA-4. Es también un punto estratégico y un imán de entrecruzamientos terrestres y astrales.

Las montañas se enlazan, pero dejan ver las calas que configuran pequeñas playas en la accidentada geografía. Las panorámicas son simplemente bellas. Atardece, entre el mar y la montaña.

Al dejar Cadaqués, el viento parece acompañarnos, susurrando «de Cadaqués no te olvidaras».

El hechizo de las brujas se produjo y al sentir que me estoy yendo de Cadaqués, estoy sintiendo que me estoy quedando en este terruño donde las piedras tienen raíces…

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