Néstor Ortiz
José Luis Molinero es uno de los creadores de la Biblioteca Resistiré que ameniza la estancia de los pacientes enfermos de COVID-19 en el hospital de campaña de Ifema, que acumula ya más de 4000 ejemplares en poco más de una semana de trabajo voluntario, desarrollado por él, su familia y algunas enfermeras.
Pocas manos
José Luis, su mujer Mónica y sus hijos Álvaro y Rodrigo, de 11 y 12 años, son los principales artífices de esta iniciativa. Él se encarga de recoger los libros por todo Madrid. Los donantes los bajan en el ascensor y él los recoge. «Nunca tenemos contacto físico, como mucho me saludan desde la ventana». Luego transporta todos los libros hasta Ifema, donde Mar Eguiluz, enfermera del Samur-Protección Civil destinada en el hospital de campaña, se encarga de ordenarlos en sus ratos libres. Es complicado por la falta de tiempo y el volumen de trabajo, pero trata de mantener ordenada la biblioteca.
Mónica, Álvaro y Rodrigo hacen la intendencia. Atienden a los cientos de correos que envían cada día los donantes. Por cuestiones logísticas, los atienden por cuantía del lote, priorizando los de más cantidad de libros, aunque toda ayuda es necesaria y bienvenida. Después diseñan las rutas de recogida que sigue Jose Luis. «Los niños están muy ilusionados. Creo que es una buena lección de vida para ellos: cuando hay personas que te necesitan, tienes que echar una mano», nos explica el padre.
La Biblioteca Resistiré fue ideada por dos enfermeras del Summa destinadas en Ifema, a las que se unieron más tarde Mar y José Luis. Juntos, la sacaron adelante para tratar de amenizar la estadía de los pacientes. El hospital de campaña no contaba con televisores ni con ningún tipo de entretenimiento para los pacientes. «Muchos de ellos ni siquiera tenían los cargadores de sus móviles. No tenían nada que hacer», nos explica José Luis.
Muchos libros
Él es escritor. Su deseo de ayudar y su gran amor por los libros le motivaron en esta empresa. Ahora, la difusión mediática y el aumento de las donaciones ha ocasionado que, en estos momentos, ya no puedan recibir más ejemplares. «El espacio es pequeño, y las estanterías están llenas. Esto es un hospital, y ante todo prevalece el servicio sanitario», nos dice.
Y es que, el incansable esfuerzo del equipo, sumado a las donaciones de particulares, empresas e instituciones, ha permitido que la Biblioteca Resistiré acumule más de 4000 ejemplares en poco más de una semana. Entre todos los colaboradores tratan de ofrecer un servicio de calidad, tanto en variedad y cantidad de ejemplares como en el contenido de los libros.
Tienen todo tipo de libros: de acción, de misterio, de humor; mucha literatura de evasión. Además, la Comunidad de Madrid le va a enviar un cargamento periódico de comics y revistas. También cuentan con grandes clásicos. «Por ejemplo, un hombre que quería un libro de Alejandro Dumas. Yo no sabía sí lo podría conseguir, porque era algo muy concreto. Sin embargo, acabé llevándole tres obras del autor y se puso loco de contento. Eso me llenó mucho».
Porque conforme va a Ifema, José Luis está encontrando nuevas necesidades. Por ejemplo, una mujer buscaba incansablemente sudokus, y se alegró mucho cuando se los llevó. Nos habla también de personas que le piden asesoramiento, porque llevan incluso 40 años sin leer y quieren volver a empezar. «La literatura recobra toda su fuerza en estos momentos. Es una ventana al aire libre, una ventana al mundo, una ventana a la imaginación que les permite volar lejos de sus camas».
Resistiré en más sitios
La situación actual está poniendo en valor la cultura «y sobre todo los libros en papel». Hasta hace poco, parecía que estaban ganando terreno los ebooks, pero en esta situación, muchas personas necesitan libros físicos. «Si algo bueno tiene el confinamiento es que muchas personas, en sus casas y en los hospitales, vuelven a la lectura. Y eso es algo muy necesario en este país, porque hace tiempo que tenemos la literatura olvidada», defiende Molinero.
José Luis empieza hoy los preparativos para una nueva biblioteca, la primera delegación de la Biblioteca Resistiré. Ha sido solicitada por el hotel medicalizado Vértice (en Villaverde, Madrid) que está interesado en establecer el servicio en su centro, a donde empezarán a redirigir las donaciones. También ha recibido peticiones de asesoramiento por parte de otras regiones, como Asturias, que quiere implantar el modelo en sus hospitales de campaña. «Aún así nosotros somos algo muy modesto. Preferimos ir poco a poco y hacer las cosas bien, que crecer mucho y que las cosas se tuerzan».
Gafas para resistir
Una de las necesidades que están gestionando ahora es la de gafas para leer. «Muchos de los pacientes vienen con lo puesto. Por eso hemos necesitado de gafas de lectura», nos explica Molinero. Han llegado donaciones de marcas como Loring o Afflelou, pero la mayoría han sido de particulares. También están recogiendo blocs de notas, pasatiempos, bolígrafos y lápices. Todo ello es útil para ayudar a los pacientes a mejorar su estancia y seguir resistiendo a la COVID-19.
A Jose Luis le llena mucho el trabajo que están haciendo. Dice que todo el esfuerzo se ve recompensado por las sonrisas, el cariño, y el buen ánimo de los pacientes. «Cuando vine aquí esperaba un lugar sombrío, pero lo que encontré fue optimismo, alegría, agradecimiento. Tendrías que ver los aplausos de las ocho de la noche: los pacientes aplauden a los sanitarios y los sanitarios a los pacientes. Sientes realmente ese ambiente de «resistiré». Por eso salgo siempre con las pilas recargadas, aunque estemos en un lugar donde todos están infectados, y hay muertes todos los días».
«Poniendo el corazón todo sale y todo fluye. Aunque estés horas, y horas, y horas en contacto con los pacientes, el agradecimiento que te dan es muy bonito. Esto les devuelve la vida, y te lo agradecen tanto que se te olvida todo: el dolor de espalda, el de pies y el riesgo de contagio».
Cuando todo termine, los libros serán quemados, puesto que están todos contaminados. Sin embargo, los de la Biblioteca Resistiré vivirán en el corazón de todas esas personas que hoy están luchando por sus vidas en los hospitales, y que reciben de ellos ese pequeño halo de libertad, esperanza y resistencia.