Beltza, la historia de un pistolero de ETA

Lo primero que necesito decir de esta novela es lo feliz que me hace poder comentarla. Me alegra ver que se pueden tratar, con normalidad, desde hace tiempo, temas relacionados con ETA sin poner en riesgo la vida de alguien, no sólo por la organización separatista que eligió la lucha armada para la independencia de un país, sino también por los cuerpos represivos que tan flaco favor hicieron a un futuro en paz.

Partiendo de que, ahora, el escritor puede serlo sin autocensura, es como hay que leer esta novela valiente, que se mete de lleno en la sicología de un pistolero que procura asumir ideología como sustento de su actividad, más allá de la simple venganza, que es su razón inicial de ser.

Efectivamente, al protagonista le mueve la venganza. Su hermano Beltza es un líder muy apreciado, le detienen y le torturan; él habla y delata a sus compañeros. Cuando se reincorpora a la vida, se suicida. Eso es lo que desencadena el abrazo de la violencia por parte de su hermano (incluso toma su nombre: Beltza -negro en euskera), el protagonista del relato.

Gorka va a ser su mentor en la organización, quien le dirige, quien le ordena, le señala los objetivos. Comienza a matar, y desde el principio, a pesar de los nervios, de los deslices, se revela adecuado para esa guerra, en la que va a ir superando los límites autoimpuestos, hasta que no tiene ninguno. Toda la historia está muy bien contada, pero especialmente bien contado ese proceso que sufre el protagonista.

El mismo proceso de la organización, que en un momento dado comenzó a matar indiscriminadamente, tras haber sumado ya a políticos, cuando al principio sus objetivos eran exclusivamente cargos de la Guardia Civil y del ejército.

Además, el autor introduce una intriga a raíz de las evidentes pruebas de que hay un traidor en sus filas haciendo mucho daño.

Algo muy destacable de Beltza es la documentación. El texto demuestra un conocimiento exhaustivo sobre el funcionamiento de ETA, de sus protocolos, de su infraestructura, tanto en España como en Francia, su santuario, los entrenamientos en Argelia, incluso de los mecanismos para establecer relaciones entre unos miembros y otros. Y no es una demostración de trabajo investigador, sino que todo está manejado según conviene al relato.

Beltza es una novela apasionante. Un relato de vértigo por el que acompañamos, efectivamente, al pistolero al servicio de la organización euskalduna. Donde no se enjuicia a nadie, ni a nada, sólo se narra; así que sólo si el lector quiere, puede tomar partido.

ETA es un mundo abierto a la novela negra, disponible para ella, contiene todos los ingredientes del género, se acerque el autor que corresponda por donde le plazca. A mí también me sedujo, y escribí Vis a vis. Con todo, no hay muchas novelas, en otro tiempo porque era un riesgo cierto, también porque los editores no lo querían, luego, ahora, porque tal vez se considere que no interesa. Sin embargo, es historia, y conocerla mediante la ficción, es un buen camino, sobre todo cuando está tan bien escrita y es tan sincera, tan cierta, como Beltza, de Javier Sagastiberri.

Sagastiberri ya tiene una buena y seria bibliografía, desde la primera novela, El asesino de reinas, publicada en 2016, hasta las últimas, esas espléndidas Muerte en el Carlton y Muerte en la ría.

Yo creo que aquí se deja la piel el escritor vasco, una novela que ha merecido el premio de novela negra 2025 Black Mountain Bossòst.

Uno de los miembros del jurado, el argentino Gustavo E. Abrevaya dijo de Beltza: «Destaca de la obra, con tendencia a la crónica y final cínico y oscuro digno de una buena novela negra, la propuesta del autor de que los altos ideales no nos inmunizan contra el monstruo que, de un modo u otro, acecha en nuestro interior. Porque quitarle la vida a un semejante, aunque sea un enemigo, no es algo de lo que se salga indemne».

Beltza
Javier Sagastiberri
Bohodón Ediciones.

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