La presentación por parte del primer ministro húngaro, el ultraderechista Viktor Orbán, de sus prioridades para la presidencia seis meses de su país ha polarizado al Parlamento Europeo.
La división fue evidente en la reacción al final del debate: el canto de Bella Ciao (himno antifascista creado en 1943 por los partisanos italianos contra las fuerzas alemanas nazis que ocupaban Italia) por parte de eurodiputados del grupo La Izquierda mientras recibía aplausos por parte de la extrema derecha.
Antes de su llegada al hemiciclo, los líderes de los grupos socialista, liberal, verde y de la izquierda se manifestaron justos a la entrada del hemiciclo con carteles LGTBIQ+ y de protesta contra el uso indebido de los fondos europeos en manos del Gobierno húngaro. De hecho, varios eurodiputados de izquierda incluso boicotearon su discurso en el hemiciclo en Estrasburgo y entraron sólo para el debate posterior.
Uno de los grupos políticos críticos fue el Partido Popular Europeo (PPE), del que el partido Fidesz de Orbán fue miembro hasta marzo de 2021.
«La corrupción está matando el futuro de Hungría», afirmó su líder Manfred Weber en su discurso. «Usted, señor Orbán, representa el pasado». El líder del principal partido de oposición, Tisza, de Hungría, Peter Magyar, también fue duro con Orbán.
Eurodiputados están preocupados especialmente por el respeto a la democracia y al Estado de derecho en Hungría, tildando a Orbán de «autócrata» durante sus discursos en la cámara.
El eurodiputado alemán de Verdes/ALE Daniel Freund lo llamó abiertamente «dictador». «Orbán ha convertido a Hungría en el país más corrupto de la Unión Europea, hoy en día en los últimos puestos de muchos ránkings sobre democracia, Estado de derecho y respeto a las libertades civiles», señaló, criticando a continuación la política exterior de Hungría.
De hecho, Hungría es un país sancionado por Bruselas (una multa de 200 millones de euros y un millón de euros adicionales por cada día que siga sin cumplir las disposiciones) por vulnerar el Estado de derecho, y condenado por la justicia europea por incumplir las leyes de asilo.
«Ya hemos visto a Orbán visitar a Putin, Xi Jinping y Donald Trump. Y me temo que aún no lo hemos visto todo. Se avecinan unas elecciones extremadamente inciertas en Estados Unidos. ¿Qué pasaría entonces si Orbán, en nombre de la UE, intentara interferir?» apuntó.
La socialdemócrata húngara Klara Dobrev reprochó a Orbán gobernar mal el país y venderlo a los oligarcas rusos.
Mientras tanto, la eurodiputada francesa del grupo Renew Europe, Fabienne Keller, atacó la política migratoria del gobierno húngaro , que exige más controles fronterizos y la implementación de «puntos críticos» fuera del territorio de la UE para verificar los derechos de asilo de los migrantes antes de permitirles ingresar a los países de la Unión.
«La solución europea sería la aplicación del Pacto de Migración y Asilo, contra el que votó Hungría», afirmó Keller. «Orbán propone soluciones inviables, pero tengo que admitir que las ideas de la extrema derecha se están extendiendo en Europa».
Su enfoque de la cuestión migratoria, así como su defensa de la familia tradicional, fue lo que le valió a Orbán elogios no sólo de su propio grupo político, el ultraderechista Patriotas por Europa, sino también de los otros dos grupos de extrema derecha: los Conservadores y Reformistas Europeos y Europa de las Naciones Soberanas.
El eurodiputado español Jorge Buxadé, del ultraderechista Vox, calificó el discurso de Orbán de «soplo de aire fresco» y criticó al resto de líderes de los países e instituciones de la UE.