Armando Rabadán es un pintor perfeccionista que, sin embargo, se deja guiar por los errores. De ahí que él afirme que «la pintura debe ser valiente. La posición del pintor con respecto a la pintura debe quedar en segundo plano».

Armando Rabadán nació en Sevilla en 1986. Su pasión por la luz trasciende las geografías y ha encontrado su inspiración más cercana en los horizontes más distintos y distantes, que en todos ellos el papel en blanco le sirve de reto y de propulsión.

Así se ve en los cuadros de inspiración oriental que ahora cuelga en Espacio Valverde[1] de Madrid, que reflejan su simpatía por el arte y la cultura japonesa: grandes como tapices, sus colores, en los que predomina el azul, son su campo de batalla en el que los errores le obligan a rectificar una y otra vez, incorporando a veces también esos mismos errores en progresión de avanzadilla hasta lograr la perfección.

Es entonces cuando el cuadro desprende una sensación de ensueño reflejada en esas grandes superficies en las que alguien ha jugado a crear y a destruir y de nuevo a recrear y a soñar.

A Armando Rabadán le interesa el horror vacui generado por la influencia del Arte del tapiz, la cerámica, el mosaico, los escudos heráldicos o las estampas japonesas: «La imagen proyectada en semi-oscuridad obliga a los sentidos a agudizarse y a posicionar al pintor en segundo plano. Luego las luces se encienden y el pintor interactúa. Luego se vuelven a apagar».

Libertad y contención son su lema.

Armando Rabadán ha sido el ganador del VII Premio Internacional de Fotografía Santiago Castelo. Alentejo- Centro- Extremadura. España y Portugal.

  • Espacio Valverde
  • Valverde, 30 (Madrid Chueca)
  • Cuándo: desde el 4 de mayo, sin límite de tiempo

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