¿Más que baile? Todo lo que conozco de Ana Morales es baile y más que baile, coreografía y más que coreografía. Ana Morales siempre va más allá, lo que hace de sus espectáculos todo un ejercicio de interpretación de lo que quiere decir y dice, de lo que indaga, sobre que indaga, generalmente, sobre sí misma.
Ana construye su biografía en escena, con todo lo que hay detrás antes de salir a escena. Baila, comparte y teatraliza cada paso adelante, cada experiencia, la diversidad de su relación con el flamenco.
Sus historias han quedado grabadas en su historial de premios, desde aquel ya lejano Desplante del Festival del Cante de las Minas en 2009, el Giraldillo al baile de la Bienal de Sevilla 2018, los Premios Lorca 2019 a mejor coreografía, a mejor intérprete femenina de danza flamenca y a mejor espectáculo de flamenco. Y el último por ahora, el Nacional de Danza 2022. Ha ido contando su historia con reconocimientos internacionales, con creaciones cuyos títulos ya dan pistas sobre lo que va indagando, De sandalia a tacón, Reciclarte, Los pasos perdidos, Una mirada lenta.
Con la trilogía Sin permiso: Silencios y vértigos, Réquiem y Canciones para el silencio hizo un análisis en profundidad de su relación con la introversión paterna, como ella me dijo en mis Conversaciones con artistas: «Tenía que crear un proyecto en homenaje a mi padre y al mismo tiempo desbloquear mi parte masculina y todo lo masculino que se mueve a mi alrededor. Necesitaba saber qué estoy haciendo, donde estoy. Y para ello tenía que mover algo.» Sin permiso, fue el gran hito en su historia creativa y dancística, su consagración definitiva a nivel planetario.
A la trilogía siguió En la cuerda floja, un título más que expresivo; la reciente Peculiar en 2022 y ahora este Más que baile.
Comienza con una danza lenta, lentísima, recreándose no solo en cada movimiento, sino en cada micro movimiento de todas y cada una de las fibras de su cuerpo, en un estudio de sí misma que no es nuevo, que ya vimos en otras creaciones suyas, como si de nuevo tuviera que empezar por la indagación de quién es, en cada momento de su vida y de la evolución de su arte. Como un ejercicio de mindfulness de su conciencia corporal y de su estado mental.
Lentamente va produciendo un crescendo sin prisas, haciendo abstracción, como ella dice, de piezas inéditas, algunas rotas, otras enteras, estructurando y desestructurando el concepto de flamenco, en su lógica, en su diversidad, en su mestizaje. Y en el centro de todo su cuerpo: «Mi cuerpo con todas sus posibilidades, con la palabra, con historias del flamenco y de mi flamenco, que me llevan siempre, una vez más a mi cuerpo, a su relación con el entorno, con el tiempo, con el espacio, con la luz que le rodea».
Ella baila, se escucha y escucha a través del flamenco lo eterno del movimiento, la calle, el barrio, la libertad. Ana siempre encuentra la fuente de su arte en su vida y lo expresa con las infinitas posibilidades y calidades de su cuerpo. Su danza es la fuente inagotable de lo interno y externo, como un inagotable psicoanálisis hecho arte, hecho state of the arts.
Siempre con su elegancia innata, su versatilidad, su entrega total. Siempre rodeada de grandes artistas, grandes solistas como ella, a su servicio, al servicio de su creación, aportando creación.
Eso es Más que baile. Esa es siempre Ana Morales.
Ficha artística:
- Ana Morales, dirección artística, coreografía y baile.
- Fernando Jiménez y Ángel Fariña, bailaores.
- Juan José Amador y Antonio Campos, cantaores.
- Francisco Vinuesa, guitarrista.
- Daniel Suárez, batería.
