He escrito alguna vez que pocos compositores como Amancio Prada han conseguido una comunión tan perfecta entre sus composiciones y las letras de las canciones a las que pone música.
Siempre me ha dado la impresión de que la música de Amancio Prada es como el alma que siempre andan buscando los poemas y que al fin encuentran en esas composiciones.
El cantante de El Bierzo viene haciendo este trabajo desde sus orígenes, desde aquel Vida e morte, de 1974, que incluía una gavilla de poesías de autores diversos, en gallego y en castellano, clásicos y contemporáneos. Lo hizo de una manera sublime cuando puso música a la poesía de Rosalía de Castro y al Cántico espiritual de San Juan de la Cruz. Continuó con las Canciones de amor y celda, donde mezclaba piezas del romancero tradicional con poemas de Antonio Machado o Agustín García Calvo.
Siempre entre lo clásico y lo contemporáneo, continuó saltando de la poesía medieval galaico-portuguesa a la de García Lorca o José Agustín Goytisolo, de Lope de Vega a Juan Ramón Jiménez, de Juan Carlos Mestre a las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer de su próximo disco… Y, en una increíble vuelta de tuerca, Amancio Prada visitaba a los clásicos con uno de los desafíos más difíciles que pueda plantearse un cantautor de su género, las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique.
Hice la primera entrevista a Amancio Prada en Pontevedra, en noviembre de 1975, cuando acababa de publicar su primer disco dedicado a Rosalía de Castro. Desde entonces he seguido de cerca su carrera musical y su discografía y ninguno de sus trabajos me ha decepcionado, a pesar de que en cada uno de ellos parecía enfrentarse a retos cada vez más difíciles.
Medio siglo de canciones
Amancio Prada decidió dedicarse a la música después de comprar una guitarra con el dinero de un premio que ganó en un festival en la localidad palentina de Alar del Rey. Desde aquella primera guitarra a la última, que le regaló Joan Baez en el concierto que dieron juntos el año pasado en el Teatro Real de Madrid y que fue la despedida de la cantante norteamericana, han pasado cincuenta años.
Amancio Prada (Dehesas, León, 1949) inició su carrera en París, a donde se había trasladado en 1968 para estudiar Sociología en la Sorbona. En París conoció de cerca a los autores míticos de la chanson (en 2007 habría de dedicar uno de sus discos a las canciones de Leo Ferré), en cuya estela decidió seguir su propia trayectoria. Actuó con algunos de ellos, como Georges Brassens y Juliette Gréco, antes de grabar en 1974 su primer álbum, Vida e morte, un LP en el que incluía temas de poetas populares cantados en gallego y en castellano y sólo una única letra escrita por él mismo.
Aquel disco pasó casi desapercibido pero dejó una huella que interesó a la crítica de aquellos años y auguraba un futuro prometedor. El éxito llegó con el siguiente disco, dedicado en su totalidad a la poesía de Rosalía de Castro, uno de cuyos temas, «Campanas de Bastabales», alcanzó incluso los primeros puestos de las listas de ventas y se ha convertido en un clásico de la música popular de Galicia.
Desde siempre el idioma gallego estuvo en muchas de las grabaciones de Amancio Prada. Caravel de caraveles, Lelia Doura, A dama e o cabaleiro (con poesías de Álvaro Cunqueiro), De mar e terra, Rosalía siempre, Resonancias de Rosalía, Federico García Lorca, poeta en Galicia (donde pone música a los seis poemas que Lorca escribió en gallego) son ejemplos de una perfecta identificación de sus composiciones musicales con la poesía escrita en gallego.
A su regreso a España en 1975 Amancio Prada trabó amistad con Chicho Sánchez Ferlosio a través de Carmen Martín Gaite, quien fuera esposa del hermano de Chicho, y del poeta Agustín García Calvo. Con ellos dio una serie de recitales y conciertos por toda España.
Otro de los poetas con los que se identifica plenamente la música de Amancio Prada es Federico García Lorca. Antes de los poemas gallegos, la aproximación del cantante del Bierzo a la obra poética de Lorca ya está en títulos como 3 Poetas en el Círculo, Sonetos del amor oscuro y Sonetos y canciones de Federico García Lorca.
Casi todos los álbumes de Amancio Prada son monográficos, dedicados a un solo tema o a un único autor. Cuando elige un tema, como en el caso de las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, Amancio Prada pone música a la obra completa y no a los versos más conocidos, como suele ser habitual cuando se adaptan poemas. Con arreglos musicales muy sencillos Amancio Prada ha seguido desde siempre crear una atmósfera musical muy personal, introduciendo nuevos instrumentos además de la guitarra que él mismo toca (hay que recordar que en sus primeros discos se acompañaba únicamente de su guitarra y del violonchelo de Eduardo Gattinoni) y manteniendo un acompañamiento instrumental de cámara, con piano, contrabajo, violonchelos y a veces algún coro de voces femeninas. Sobre este acompañamiento musical desliza su voz como un instrumento más.
Amancio Prada lleva, pues, cincuenta años regalándonos su música y sus canciones con los poemas de autores a los que da una nueva vida y una nueva dimensión creativa con su música. Así que pasen otros cincuenta.
Maravilloso recorrido por el poeta berciano