Philippe Lazzarini[1]
A partir de este lunes 16 de octubre 2023, mis colegas de la Unrwa en Gaza ya no pueden proporcionar asistencia humanitaria. Mientras escribo, Gaza se está quedando sin agua y sin electricidad. De hecho, Gaza está siendo estrangulada y parece que el mundo ahora mismo ha perdido su humanidad.
Si nos fijamos en la cuestión del agua, todos sabemos que el agua es vida, Gaza se está quedando sin agua, y Gaza se está quedando sin vida… Pronto, creo, con esto tampoco habrá alimentos ni medicinas.
En los últimos ocho días no se ha permitido la entrada en la Franja de Gaza de ni una gota de agua, ni un grano de trigo, ni un litro de combustible.
El número de personas que buscan refugio en nuestras escuelas y otras instalaciones de Unrwa (Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo) en el sur es absolutamente abrumador, y ya no tenemos capacidad para atenderlas.
Mi equipo, que se trasladó a Rafah para mantener las operaciones tras el ultimátum israelí, está trabajando en el mismo edificio que miles de desplazados desesperados racionando también su comida y su agua.
De hecho, una catástrofe humanitaria sin precedentes se está desarrollando bajo nuestros ojos.
Antes de la guerra, Gaza llevaba dieciséis años bloqueada y, básicamente, más de sesenta por ciento de la población dependía ya de la ayuda alimentaria internacional. Ya era antes de la guerra una sociedad de bienestar humanitario.
Cada hora recibimos más llamadas desesperadas de ayuda de personas de toda la Franja.
Nosotros, como Unrwa, ya hemos perdido a catorce miembros del personal. Eran profesores, guardias y psicólogos, un ingeniero y un ginecólogo. La mayoría de nuestros trece mil empleados de Unrwa en la Franja de Gaza están ahora desplazados o fuera de sus hogares.
Mi colega Kamal perdió a su prima y a toda su familia. Mi colega Helen y sus hijos fueron sacados de entre los escombros. Sentí un gran alivio al saber que seguían vivos.
Mi colega Inas teme que Gaza deje de existir. Todas las historias que salen de Gaza hablan de supervivencia, desesperación y pérdida.
Miles de personas han muerto, incluidos niños y mujeres. Gaza se está quedando incluso sin bolsas para cadáveres. Familias enteras están siendo destrozadas.
Al menos un millón de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares sólo en una semana. Un río de gente sigue fluyendo hacia el sur. Ningún lugar es seguro en Gaza.
Al menos cuatrocientas mil personas desplazadas se encuentran ahora en escuelas y edificios de la Unrwa, y la mayoría no están equipados como refugios de emergencia.
Las condiciones sanitarias son terribles, y tenemos informes en nuestra base logística, por ejemplo, donde cientos de personas comparten un solo retrete.
Ancianos, niños, mujeres embarazadas y personas discapacitadas se ven privados de su dignidad humana básica, ¡y esto es una vergüenza total! A menos que llevemos ahora suministros a Gaza, la Unrwa y los trabajadores humanitarios no podrán continuar con las operaciones humanitarias.
Las operaciones de Unrwa son la mayor huella de Naciones Unidas en la Franja de Gaza, y estamos al borde del colapso.
Esto no tiene absolutamente ningún precedente.
Seguimos recordando que el Derecho Internacional Humanitario tiene que estar ahora en el centro de nuestras preocupaciones. Las guerras, todas las guerras, incluso esta guerra, tienen leyes.
El Derecho Internacional Humanitario es la ley de cualquier conflicto armado. Establece explícitamente las normas mínimas que deben prevalecer en todo momento.
La protección de los heridos y los civiles, incluidos los trabajadores humanitarios, no es negociable en virtud del derecho humanitario. El ataque de la semana pasada contra Israel fue horrendo: siguen apareciendo imágenes y testimonios devastadores.
El ataque y la toma de rehenes constituyen una violación flagrante del Derecho Internacional Humanitario. Pero la respuesta a la matanza de civiles no puede ser matar a más civiles.
Imponer un asedio y bombardear infraestructuras civiles en una zona densamente poblada no traerá la paz y la seguridad a la región.
El asedio de Gaza, de la forma en que se impone, no es más que un castigo colectivo. Por ello, antes de que sea demasiado tarde, debe levantarse el asedio y las agencias de ayuda deben poder hacer llegar con seguridad suministros esenciales como combustible, agua, alimentos y medicinas. Y lo necesitamos AHORA.
En los últimos días, hemos abogado por la entrada de combustible porque lo necesitamos para la estación de agua y la planta desalinizadora del sur de Gaza. Por desgracia, seguimos sin combustible.
Todas las partes deben facilitar un corredor humanitario para que podamos llegar a todos los que necesitan ayuda.
La Unrwa y las agencias de ayuda deben poder hacer su trabajo y salvar vidas. Y debemos hacerlo con seguridad, sin arriesgar nuestras propias vidas.
Por último, también pedimos la suspensión de las hostilidades por razones humanitarias, y esto debe producirse sin demora si queremos evitar la pérdida de más vidas.
- Philippe Lazzarini es comisionado general de Unrwa, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo.
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