El Comité de Recursos Naturales de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, representantes de ambos partidos y expertos independientes, han denunciado lo que se denomina modelo de «conservación de fortaleza» que conduce a atrocidades contra los derechos humanos, lo que afecta a la reputación de WWF.
La organización recibió durísimas críticas por su implicación en violaciones de derechos humanos y su continua negativa a asumir su responsabilidad en las mismas. Fiore Longo, investigadora de Survival International, ha calificado este caso como «el equivalente en la industria de la conservación de la naturaleza al escándalo de Abu Ghraib: este es un punto de inflexión del que nunca se recuperará».
La audiencia fue impulsada a raíz de las revelaciones de Buzzfeed News junto a muchas otras investigaciones, incluidos los testimonios de indígenas difundidos por Survival International durante muchos años, que sacaron a la luz la implicación de WWF en abusos contra los derechos humanos, particularmente en África y Asia.
Decenas de indígenas y habitantes de la zona han sido violados, asesinados y torturados a manos de guardaparques financiados por WWF, que conoce los abusos desde hace décadas pero ha hecho poco para solucionarlos. Estas violaciones derivan directamente de un modelo de conservación de la naturaleza que propicia la expulsión de comunidades indígenas al robarles sus tierras para crear áreas de conservación. Otras organizaciones también se han visto implicadas en abusos similares, como la Wildlife Conservation Society y African Park.
El profesor universitario John Knox, que ha dirigido un estudio encargado por WWF sobre violaciones de derechos humanos en los proyectos de la propia organización, declaró en la audiencia que le había decepcionado mucho «que WWF no haya roto con su pasado… La dirección de WWF sigue negando su propio papel en la conservación de fortaleza y las violaciones de derechos humanos».
Knox pidió a la organización que se disculpara [por su implicación en pasadas violaciones de derechos humanos] y asumiera la responsabilidad [por sus fallos], y reprochó a WWF por engañar al comité, puesto que «la declaración de WWF ante este subcomité saca de contexto citas del informe del grupo de expertos y, por tanto, da una falsa impresión de las conclusiones del grupo. Es francamente chocante (…) Estas alegaciones también han puesto de manifiesto los continuos impactos del colonialismo en la conservación de la naturaleza: la forma tradicional de implementar la conservación, es decir, que personas occidentales lleguen a un país, establezcan un parque nacional con fronteras estrictas y expulsen a sus habitantes, sigue causando conflictos actualmente».
La directora de Survival, Caroline Pearce, ha ratificado lo que ha dicho John Knox, en el sentido de que «WWF no es la única organización que se comporta así: este tipo de abusos está profundamente arraigado en el tradicional modelo dominante de conservación de la naturaleza, que choca directamente con los derechos humanos y, en concreto, con los derechos de los indígenas. Durante décadas, esto no solo ha sido ignorado, sino que ha contado con el apoyo por grandes organizaciones conservacionistas que obtienen ingentes fondos gubernamentales y corporativos mientras hacen la vista gorda ante las atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas y otras comunidades locales. El robo de enormes áreas de tierras indígenas en nombre de la conservación de la naturaleza es, como dijo el diputado Bentz, un colonialismo moderno que por fin está saliendo a la luz, sin piedad».
Pearce concluye que «esto debe ser una llamada de atención, no solo para las celebridades que apoyan a WWF, como Leonardo DiCaprio y el príncipe Guillermo, sino también para los patrocinadores filantrópicos y corporativos que destinan dinero a la conservación de fortaleza supuestamente para ‘proteger’ el 30 por cientode la tierra: estas organizaciones y su modelo de conservación son tóxicos. Con la COP26 a punto de comenzar, un camino real para garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y la biodiversidad requiere un enfoque basado en los derechos que, en particular, reconozca los derechos territoriales de los pueblos indígenas; y no que pase por las ONG de conservación para las que el abuso es una característica, no un error».
Denuncias desde hace años
Esto que se sabe ahora es la consecuencia de un buen número de denuncias que se vienen produciendo desde hace años, que han puesto en entredicho algunas de las actuaciones de WWF. En 2017, por ejemplo, después de que WWF hubiera negado su existencia, se filtró un informe interno, encargado por esta organización, sobre el impacto de su trabajo de conservación en los pigmeos bakas de Camerún, en el África central. Según aseguraba Survival, el informe revelaba que WWF sabía que los bakas no habían sido consultados sobre los parques nacionales que ahora hay en su tierra. Sin embargo, la organización ha sostenido públicamente desde entonces que había «un alto nivel de (…) consentimiento en las comunidades».
El mismo año, una investigación de la BBC ponía al descubierto que los pueblos tribales que vivían alrededor del Parque Nacional de Kaziranga, en la India, se enfrentaban a arrestos y palizas, tortura y muerte, por la política de “disparar en el acto” que se aplicaba dentro de sus límites.
Ya 2020, el Gobierno de EE.UU. paralizó más de doce millones de dólares de financiación para WWF, para la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre (WCS) y para otras ONG conservacionistas, después de una investigación bipartita para averiguar si los fondos federales de conservación apoyaron a patrullas antifurtivos implicadas en violaciones de los derechos humanos en África.
La noticia se conoció a través de la filtración de un documento gubernamental que también detallaba cómo organizaciones de conservación, como WWF, no informaron al Gobierno estadounidense que programas que financiaba eran responsables de graves abusos contra los derechos humanos en muchos países.