Más de 2300 migrantes procedentes de las costas del norte de África pierden la vida cada año al cruzar el Mediterráneo central tratando de llegar a Europa, y crece el número de niños sin acompañantes que se aventuran por esa peligrosa ruta, advirtieron agencias del sistema de Naciones Unidas, informa la IPS desde Roma.
Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), al menos 2308 refugiados y migrantes perdieron la vida o desaparecieron en el Mediterráneo central entre septiembre de 2022 y principios de agosto de 2023.
Muchos naufragios no dejan supervivientes y muchos quedan sin registrar, por lo que el número real de víctimas debe ser mucho mayor.
El viaje suele ser en lanchas neumáticas abarrotadas o en barcos pesqueros de madera de pésima calidad, inadecuados para las malas condiciones meteorológicas.
Algunos niños son colocados en la bodega del barco, otros en barcazas de hierro, especialmente peligrosas para la navegación.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informó este viernes 29 que más de 11.600 niños cruzaron el Mediterráneo central hacia Italia sin sus padres o tutores legales entre enero y mediados de septiembre de 2023.
Eso supone un aumento de 60 por ciento en comparación con el mismo periodo del año pasado, en el que unos 7200 menores no acompañados o separados de sus familias hicieron la peligrosa travesía.
Solo entre junio y agosto de este año, según Unicef, al menos 990 personas, incluidos niños, murieron o desaparecieron al intentar cruzar el Mediterráneo central, tres veces la cifra correspondiente al mismo periodo de 2022, en el que 334 personas perdieron la vida en la temible ruta.
Lampedusa, una pequeña isla de Italia, de apenas veinte kilómetros cuadrados y menos de siete mil habitantes, situada en el Mediterráneo a mitad del trayecto entre las costas de Sicilia (Italia) y las de Túnez, suele ser el primer puerto de escala para las personas que buscan asilo, seguridad y oportunidades en Europa.
Las agencias de la ONU y del gobierno italiano advirtieron que el número de llegadas a Lampedusa alcanzó su punto álgido este mes de septiembre, con 4800 personas en un solo día.
Túnez y Libia son los territorios de salida más utilizados para zarpar cruzando el Mediterráneo central, con 102.000 migrantes desde Túnez y 45.000 desde Libia según Acnur, indicando además que 31.000 fueron rescatados en el mar y devueltos a Túnez, y otros 10.600 llevados nuevamente a Libia.
En una exposición ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la representante de Acnur en Nueva York, Ruven Menikdiwela, indicó que este año han logrado llegar al sur de Europa más de 130.000 migrantes, 120.000 de ellos alojados en Italia y el resto en Chipre, Greca y Malta.
«El viaje desde África Occidental u Oriental y el Cuerno de África hasta Libia y los puntos de partida en la costa sigue siendo uno de los más peligrosos del mundo, y también se pierden vidas en tierra, lejos de la mirada pública», subrayó Menikdiwela.
La falta de capacidades de búsqueda y salvamento coordinadas en toda la región y de cooperación en el mar durante el desembarco agravan los peligros a los que se enfrentan los migrantes en la peligrosa ruta, y en particular los niños.
Los niños que sobreviven a sus viajes son retenidos primero en centros conocidos como hotspots (puntos calientes) antes de ser trasladados a instalaciones de acogida que a menudo son muy cerradas y limitan los movimientos.
Más de 21.700 menores de dieciocho años no acompañados se encuentran actualmente en ese tipo de instalaciones de toda Italia, frente a 17.700 de hace un año.
La guerra, los conflictos, la violencia y la pobreza son algunos de los motivos por los que los niños huyen solos de sus países de origen, recuerda Unicef.
También recuerda, que los menores no acompañados corren el riesgo de sufrir explotación y abusos en cada etapa de su viaje, siendo las niñas y los niños del África subsahariana los más propensos a sufrirlos.
«El devastador número de niños que buscan asilo y seguridad en Europa es el resultado de decisiones políticas y de un sistema migratorio roto. El mar Mediterráneo se ha convertido en un cementerio para los niños y su futuro», comentó la directora regional de Unicef para Europa y Asia Central, Regina De Dominicis.