A un siglo del nacimiento del surrealismo

Una exposición muestra en Madrid obras de cuatro grandes artistas de este movimiento

Este 2024 veremos muchas actividades relacionadas con el surrealismo porque en octubre se cumple el primer centenario de la publicación del manifiesto de André Breton que dio origen a este movimiento.

En este manifiesto se definía el surrealismo como «automatismo, psiquismo con el cual se intenta expresar el funcionamiento del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón, al margen de toda preocupación estética o moral».

Una de las primeras exposiciones acaba de inaugurarse en la Fundación Canal de Madrid con obras de cuatro grandes representantes: los artistas Francis Picabia y Marcel Duchamp y los fotógrafos Man Ray y Alfred Stieglitz.

Los artistas que protagonizan esta exposición transgredieron el concepto tradicional de arte, experimentaron con la innovación tecnológica y su obra es el resultado de su fascinación hacia esa industrialización.

La muestra gira en torno a la idea de la aparición de la máquina en la sociedad nacida de la revolución industrial y de sus influencias en las manifestaciones artísticas de aquel momento, como la creación en serie y las relaciones con el cuerpo en el campo del erotismo.

Para los surrealistas la máquina era el modelo de belleza femenino propio del siglo veinte. Entre los últimos años del siglo diecinueve y los primeros del veinte irrumpieron en el arte los aparatos de laboratorio, los automóviles y los aeroplanos, la optometría, los barómetros y los instrumentos que venían a hacer más fácil la vida de la nueva sociedad.

Picabia en «Hija nacida sin madre» alude a la ausencia en la máquina de un proceso humano. «Puertas giratorias» de Man Ray representa la relación entre el hombre y la máquina, instalados en un eje que el espectador podía girar. Duchamp. En «Los relieves de rotor» trata de encontrar la tercera dimensión a partir del movimiento espiral. La máquina también proporcionó a Duchamp las claves para concebir sus famosos ready-made, objetos listos para ser utilizados.

Después de la Primera guerra Mundial se pusieron en duda los avances de la ciencia y la tecnología, que habían servido para sembrar la destrucción en el viejo continente. El arte y la cultura se habían aliado con aquellos avances en aras del progreso. El Dadaísmo promovía la producción en serie de obras de arte y la alteración de su significado primigenio a través de manipulaciones como el collage. La fotografía aportaba su carácter mecánico y su reproductibilidad sin límites.

Con estos procedimientos se trataba de alcanzar una nueva expresión artística que rompiese los esquemas de la tradición.

En Europa el pictorialismo ya había conseguido el respeto y el reconocimiento de la fotografía como expresión artística y en América fue Alfred Stieglitz quien la llevó a su más alta consideración, fundando con Edward Steichen el movimiento Photo-Secession, las revistas «Camera Work» y «291» y las galerías de arte en las que desde entonces se comenzaron a colgar fotografías.

Steaglitz además experimentó con lo que bautizó «Fotografía pura», lejos de cualquier elemento que perturbase el realismo de las imágenes. Aquí se pueden ver algunas de sus mejores obras: «Noche desde el Shelton», «Las manos de Georgia O’Keeffe» o «El entrepuente».

La guerra ahuyentó de Europa a algunos de sus mejores artistas, que se exiliaron en los Estados Unidos para continuar su creatividad a través de nuevos experimentos vanguardistas.

Marcel Duchamp encontró allí el mejor panorama para sus producciones, que desembocarían en el hallazgo de su «Fuente», y Francis Picabia experimentó una nueva vía con sus aportaciones. El fotógrafo Man Ray, quien tuvo una carrera de éxitos en Francia, volvió también a su país de origen para continuar investigando en sus hallazgos.

Con algunas variaciones, el Dadaísmo daría paso al surrealismo, un movimiento más espectacular y al mismo tiempo con vocación de profundizar en el pensamiento, representados ambos por artistas como Dalí y por intelectuales como Sigmund Freud, quienes dirigieron sus descubrimientos al inconsciente y lo irracional. Eleva a categoría los objetos cotidianos («el surrealismo es el encuentro fortuito entre una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección», como lo definió Bretón parafraseando a Lautremont).

El surrealismo descontextualiza el objeto cotidiano, juega con su significado y lo dota de una nueva función, rompiendo las expectativas convencionales y permitiendo la libre asociación de ideas.

Dice Pilar Parcerisas, comisaria de esta exposición, que el surrealismo «descubre el cuerpo como máquina, que elabora sueños, que genera deseo erótico y desvela la fuerza creativa del inconsciente».

La pulsión erótica fue uno de los temas principales del surrealismo. Después del fraccionamiento al que lo sometió el cubismo, el collage y el fotomontaje encontraron en los cuerpos el elemento ideal para la representación del deseo erótico. Man Ray («Los amantes», «El violin de Ingres»), Duchamp («Hoja de parra hembra», «Objeto-dardo»), Picabia («Me da igual») muestran en algunas de sus obras ese tono erótico de los cuerpos.

Una de las piezas a destacar de Duchamp es «El gran vidrio / La novia desnudada por sus solteros», dos paneles de vidrio en los que aborda el erotismo como un juego sexual cósmico que marca la tensión entre el deseo y la frustración, así como la complejidad de las relaciones amorosas y la imposibilidad de su realización completa. En uno de los documentales de esta exposición se explican los avatares sufridos por esta obra, desde su destrucción a la minuciosa reconstrucción a la que fue sometida. «La caja verde» actúa como libro de instrucciones en el que Duchamp reflexiona e interpreta «El Gran Vidrio».

Aquí se muestran más de cien piezas distribuidas en cuatro apartados que acogen pintura, fotografía, escultura, grabados, dibujos, revistas, libros y documentos. Tres proyecciones audiovisuales ayudan a entender los contenidos y la evolución de los artistas.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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