A propósito de «Segundo López, aventurero urbano», de Ana Mariscal

He visto anoche la película en Arte TV, pues mi amiga Malka me aviso que había pasado y le había gustado mucho. Creo que la vi en la época de mi trabajo en Cine classics entre el 98 y el 2004… pero la tenía olvidada.

La miré anoche y, ventajas del ordenador, la visioné dos veces. Y en efecto, es formidable… Chaplin, el cine burlesco, Segundo López un Charlot extremeño… la influencia de la literatura picaresca española, con ese pícaro Chirri… y el costumbrismo madrileño, con la tradición del sainete… todo eso hay en la humanidad e inteligente generosidad de ese guion, que adaptándose a la época logró pasar las barreras de la censura fascista y religiosa.

Pero la película de Ana Mariscal tiene además esa calidad intrínseca a las mejores películas que es la capacidad de captar con sus localizaciones en exteriores aspectos documentales de su época. Aquí es esa España negra de los años cuarenta y cincuenta, en donde la miseria de la población coexistía con la opulencia y el desprecio de los «vencedores» de la guerra.

Los exteriores son retazos de memoria de aquel Madrid urbano: el parque del Retiro y sus barcas de remos, la Puerta del Sol y la tristemente célebre DGS (Dirección General de (in) Seguridad), el cabaret Casablanca, la estación de Atocha y sus andenes, la pensión o posada, con su casera capaz de echarte a la puta calle en invierno cuando no podías pagar el alquiler, los mil trabajillos para sobrevivir en aquella España miserable, el rastro, la venta de cigarrillos a la unidad… porque no había dinero suficiente para comprarse un paquete entero.

Más allá del excelente guion dramático, a la manera del neorrealismo italiano, con su voz en off situando el relato… el valor documental de esta ópera prima de Ana Mariscal es importante, ya que es una época y una realidad de la que hay pocas imágenes, a excepción de las que el cine nos ha legado.

Las diferentes clases en el tren, primera, segunda, tercera y cuarta clase… la churrería, los parroquianos del bar, Segundo pidiendo como los «ricos» un café con copa y puro, el sereno que abría los portales, la Plaza de España, la asistenta del bar que ansía un día ser una señora y dejar de fregar… y que sin más escrúpulos va intentar abusar del ingenuo Segundo.

El rodaje de cine, y su trabajo como extra, nos hace pensar también en Fellini… en «El jeque blanco» entre otras… Por cierto, que quien hace de director de cine en la película es el cineasta español Manuel Mur Oti. Ana Mariscal había sido la interprete en 1949 de «Un hombre va por el camino» opera prima de Mur Oti.

Segundo López. Ana Mariscal en el rodaje
Segundo López. Ana Mariscal en el rodaje

Entre Chaplin y la picaresca, esta ópera prima de Ana Mariscal nos transmite numerosos mensajes muy sutiles: La poesía de un hombre bueno, analfabeto y sentimental… un Bradomín hispano y librepensador que busca el amor con una mujer honesta, (atención: la censura vigilaba de muy cerca el lenguaje y los diálogos). El honor, el amor y el trabajo son los valores de ese antihéroe borracho y generoso en la riqueza o en la opulencia, que quiere proteger a los artistas y a las pobres gentes, un aventurero urbano que observa a los parroquianos, como ese escritor muy listo pero que no come demasiado, y que terminará revelándose como la voz en off de esta fábula social y humana.

La picaresca como sinónimo y metáfora de libertad y de dignidad, la amistad y la solidaridad humana, el robo como consecuencia de la miseria, pero también el desencanto amoroso de la chica enferma (es Ana Mariscal quien hace de Marta) abandonada por su arrogante y poco solidario novio cuando vio su deficiente estado de salud.

Y burla, burlando, tras haber atravesado malos y mejores momentos, el «aventurero» y su lazarillo continúan su andadura, diciéndonos adiós de Madrid a Cáceres, cual Charlot extremeño de ayer y de hoy. Finalmente, la vida es un viaje, con sus alegrías y sus tristezas.

Y como me decía Malka en su mensaje: mucha emoción en esta película de esmerada realización, aunque con poco medios, con la cámara siempre en el lugar más apropiado… y sus encuadres precisos tanto de sus personajes como de sus paisajes urbanos, para captar ese Madrid con su injusticia social… los edificios y los rostros… su soledad, su frio invernal, su hambre y su miseria, aunque sin caer nunca en el excesivo melodrama. Ese Madrid sin caridad como diría más tarde Berlanga en su «Placido» 1961.

En esos años cincuenta y a contrapelo de una sociedad fascista, retrograda, pudibunda, y machista, Ana Mariscal, actriz, escritora y directora, mostraba que tenía la mirada de una verdadera cineasta, una pionera para todas las que luego siguieron sus pasos. Hoy en día es una referencia obligada de la vitalidad del cine hecho por mujeres.

Las historias de cine español han minimizado a menudo la obra de esta original cineasta, pero cabe subrayar que el festival de Cannes le rindió un cálido homenaje en 2021 con la proyección de su película «El camino» (1963), con copia restaurada, en presencia de su hijo David García Rodríguez.

Ahora es la programación cinematográfica de ARTE TV quien les invita a descubrir o redescubrir algunas de sus películas. Ana Mariscal tenía ya una larga trayectoria de actriz en el cine español, cuando decidió en el 52 hacer su primera película como directora, y para ello creo su propia productora «El Bosco», con el que sería después su marido y padre de su hijo Valentín.

En total dirigió ocho largometrajes entre 1953 y 1968. Su única novela «Hombres», prohibida por la censura franquista, fue reeditada en 1992. Como actriz su filmografía se extiende desde 1941 a 1987.

Entre las cenizas de aquel raquítico y nulo cine franquista de los años cuarenta y cincuenta, como decía con razón la célebre sentencia de Juan Antonio Bardem en las conversaciones de Salamanca (1955), cabe pues rescatar, entre otras, esta pequeña perla que es «Segundo López aventurero urbano» de Ana Mariscal.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en París de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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