Marta Cruz Andrés

José y Carmen, son un matrimonio septuagenario que vive en Parla, a quienes la semana pasada un extraño les robó dentro de su propia casa. Este, para cometer el delito y conseguir su confianza, se hizo pasar por un familiar lejano del pueblo.

Los hechos ocurrieron a mediodía el pasado martes 4 de agosto de 2020 en el centro de Parla (Madrid).

Un hombre llamó al timbre del portal, pero el matrimonio no abrió, aunque el desconocido consiguió entrar al portal pero aún no saben cómo.

El presunto ladrón se presentó como un familiar para entrar en casa

Unos pocos minutos después, el individuo llamó a casa, entonces, Carmen abrió la puerta de principal, pues como su hija Elena asegura «mi madre miró por la mirilla y pensó que era el vecino de abajo, porque por la complexión y la mascarilla se le parecía físicamente, aunque no se le viese bien el rostro, pero decidió abrir».

Entonces, el hombre se presentó como su primo del pueblo, Martín, en ese momento Carmen no lo reconoció como alguien familiar y decidió llamar a su marido para salir de dudas.

Según Elena, su madre en todo momento se encontraba en alerta y preocupada, pues la situación le parecía extraña y no le inspiraba confianza alguna el desconocido. Cuando José llegó al umbral de la casa, el presunto ladrón se presentó como Martín, su primo del pueblo, y acto seguido se abalanzó sobre él y lo abrazó. Por su parte, Carmen sintió un fuerte empujón que la lanzó contra la pared y se empezó a encontrar mareada y aturdida.

«Creemos que drogó a mis padres»

Seguidamente se llevó a los dos al salón del domicilio y la actitud de la pareja pasó de ser en alerta a estar mareados, o como dice su propia hija: «desde el momento en el que este señor los tocó, la conversación posterior fluyó, y por eso creemos que les dio a mis padres algún tipo de droga en casa».

Después de una breve charla, de la cual la pareja no se acuerda bien de cómo fue pues tienen ese momento muy borroso, le entregaron quinientos euros en efectivo, y el individuo se marchó.

Al rato, Carmen comenzó a vomitar, mientras que su marido, José, empezó a tener un fuerte dolor de cabeza.

Se empezaron a encontrar mejor a la hora de la comida y a recuperar por completo sus facultades, hasta el punto de que Carmen comenzó a decirle a su marido que les tenían que haber engañado, pues ellos no hubiesen entregado el dinero a un extraño.

Hay que denunciar este tipo de incidentes

Según Elena, sus padres se sentían angustiados y preocupados, pero no tenían intención de denunciarlo, pero a media tarde se encontraron a una de las hijas por la calle y al preguntarles de forma rutinaria cómo estaban, su madre se convirtió en un mar de lágrimas y le contó lo ocurrido.

Fue la hermana de Elena quien les convenció de que debían denunciarlo y como ella misma aclara: «ya no tanto por el dinero, sino por poner en conocimiento de la policía de los hechos y así alertar a otras posibles víctimas».

Esa misma tarde acudieron a la comisaría y uno de los agentes les recomendó que fuesen al médico de cabecera al día siguiente y le comentasen lo ocurrido, puesto que ambos pertenecen al grupo de riesgo de la COVID-19, y así con esta visita hacer un seguimiento de su salud y solicitar un test de COVID-19, ya que entraron en contacto directo con un desconocido y en tiempos de pandemia existe el peligro de haberse infectado de coronavirus.

Elena asegura que esa noche sus padres no pudieron descansar debidamente por la angustia creada tras el suceso y afirma que el agente que atendió a sus padres aseguraba que este tipo de ladrones suelen tener experiencia en estos golpes y que escogen blancos fáciles. Por tanto, es necesario que la gente denuncie estos hechos para que otros ciudadanos conozcan el posible peligro que corren, incluso dentro de las cuatro paredes de sus hogares, asegura un policía.

¿Cómo es físicamente el desconocido?

Además, Carmen facilitó una descripción a los agentes; según ella, el sospechoso medía 1,70 metros de altura, tenía pelo canoso, ojos verdes y piel morena.

Tras varios días después del incidente en casa, José y Carmen están más tranquilos, pero «aún tienen el susto en el cuerpo» como afirma su hija Elena, que narra esta historia por recomendación del agente: alertar a los vecinos de Parla para que estén atentos a la hora de abrir la puerta de sus casas y desconfíen de extraños o de historias que les cuenten.

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