Las Navidades suelen venir acompañadas de un aluvión de paquetes, listas de deseos y ansias de estrenar. Pero ¿y si este año decidimos regalar menos y regalar mejor? La regla de los cuatro regalos propone simplificar la lista: un deseo, algo práctico, algo necesario y algo que potencie su desarrollo.
No se trata de ahorrar por ahorrar, sino de recuperar el valor real del regalo, es decir, la ilusión, la utilidad y la oportunidad de crear recuerdos, además de reducir el consumismo excesivo.
Entre caprichos momentáneos o valores duraderos
Hoy en día las campañas publicitarias y las modas marcan lo que debe ser un regalo. Los niños/as y nosotros mismos, acabamos asociando la felicidad navideña con la cantidad de juguetes o novedades adquiridas.
Sin embargo, muchos psicólogos infantiles coinciden en algo, y es que demasiados regalos generan una ilusión fugaz. A los días, u horas, los juguetes pierden atractivo y el montón de regalos se vuelve confuso, se juega con uno o dos y el resto queda olvidado.
Menos regalos bien elegidos pueden generar más emoción y más significado. Asimismo, para los adultos supone una oportunidad de reflexión sobre aquello que queremos transmitir.
La regla de los cuatro (o cinco) regalos
- Algo que quieran. Sí, ese juguete que llevan pidiendo desde hace semanas, el que han puesto en la carta de Papá Noel o le han pedido a los Reyes Magos. Ese regalo que provoca la emoción de «por fin lo tengo».
- Algo práctico. Algo que puedan llevar puesto, usar a diario. Un abrigo para el invierno, unas zapatillas nuevas o ropa para practicar su deporte favorito. No es ropa a montones ni ropa por compromiso, es renovar aquello que necesitan y van a utilizar.
- Algo que necesiten. Puede ser un estuche, material educativo, una luz para su cuarto o incluso unas sábanas de su personaje preferido. Cualquier cosa funcional que su vida cotidiana requiera, poniendo el foco en lo útil y ayudando a recordar que no todos los regalos deben ser caprichos.
- Algo para leer. Un libro, un cómic, una revista… un elemento que motive la lectura. Leer no tiene que ser una obligación, puede ser evasión, descubrimiento e imaginación. En un mundo dominado por las pantallas, esta categoría reivindica el valor del silencio, la curiosidad y la creatividad.
Por último y, como opción adicional a las anteriores, el número cinco.
- Una experiencia. Una excursión en bici, una obra de teatro, un plan en familia, una tarde de juegos, ir al cine, etc. No es un objeto, es un recuerdo compartido que transforma la navidad en conexión.
Menos es más
Cuando el regalo es limitado, cada objeto tiene más significado. Con esta regla se demuestra la diferencia entre deseo, necesidad y utilidad. Además, se cuestiona el consumismo tradicional y se tiene un gesto sostenible en un contexto en el que el consumo desmesurado tiene un alto coste ambiental.
Cinco regalos son suficiente motivo de ilusión. En muchos hogares hay quienes no reciben ninguno. La Navidad puede ser sinónimo de desigualdad, por eso es tan importante entender esta regla como un ejercicio de empatía y responsabilidad.
Organizaciones como Save the Children promueven campañas como «Ninguna familia sin Navidad», entre otras, con las que buscan garantizar que los grupos más vulnerables también puedan disfrutar de un regalo, apoyo educativo o alimentación básica.
Antes de añadir más regalos en las listas, debemos pensar en quienes podrían necesitar algo primario. A veces, ceder uno de esos cinco regalos puede no cambiar nada en nuestra mesa, pero puede ser un mundo para otra familia. Este año opta por regalar con moderación, con criterio y con empatía. La regla de los cuatro regalos no limita la ilusión, la transforma.




