El 1 de diciembre de 2025, Jafar Panahi, realizador iraní ganador de la Palna de Oro y representante de Francia en los próximos Oscars con la película «Un simple accidente», ha sido condenado «en ausencia», en Irán, a un año de cárcel y dos años de prohibición de viajar fuera del país –así como la prohibición de adherirse a cualquier grupo político o social durante el mismo tiempo- por «actividades de propaganda contra el estado».
A pesar de la condena y mientras se va acercando la fecha de la ceremonia, Jafar Panahi continúa con la promoción de «Un simple accidente» en Estados Unidos, donde aspira al Oscar en la categoría de Mejor película extranjera.
El pasado lunes, 1 de diciembre, en la ceremonia de entrega de los premios Gotham – galardones anuales que Independent Feature Project (IFP), la mayor organización estadounidense dedicada al cine independiente, entrega en Nueva York a los realizadores independientes- Jafar Panahi consiguió los premios al Mejor guion original, Mejor realizador y Mejor película extranjera.
«Querría dedicar este honor- dijo al recibir el primero- a los cineastas independientes de Irán y del mundo entero, a los que continúan rodando en silencio, sin apoyos y a veces en peligro, animados únicamente por su fe en la verdad y la humanidad».
Su abogado, el letrado Mostafa Nili, ha anunciado la intención de apelar la condena.
A este respecto, Amnistía Internacional (AI) recuerda en su balance de 2024, que en Irán ha aumentado la represión del derecho a la libertad de expresión, lo mismo que han aumentado las represalias y los procesos de personas acusadas de participar en concentraciones pacíficas.
«Un simple accidente», rodada en la clandestinidad, cuenta la historia de Vahid, un expreso del régimen de los ayatolás, convencido de haberse cruzado con el hombre que le torturó. Lleno de dudas, porque lo cierto es que, durante su estancia en la cárcel, jamás pudo ver el rostro de su torturador, decide secuestrarlo mientras medita qué hará después: ¿matarle, obligarle a pedir perdón o torturarle a su vez?
Producto de algunas reflexiones efectuadas a su salida de la cárcel en el otoño de 2022, el rodaje de «Un simple accidente» se vio interrumpido por unos cuantos policías que pidieron a Jafar Panahi el permiso de rodaje, obligatorio en Irán, que nunca solicitó. El rodaje continuó en la clandestinidad durante algunas semanas más. Jafar Panahi asegura que no se trata de querer desafiar al peligro: «Tengo sesenta y cinco años–dijo en septiembre pasado, en declaraciones a la Agencia France Presse– Nunca he hecho caso de la censura, no voy a empezar a hacerlo ahora».
En un resumen publicado en la edición francesa del diario online Huffington Post, recuerdan que el respeto de la moral islámica en Irán impide abordar algunos temas como filmar a las mujeres con velo, también en los espacios privados (y a veces incluso en la cama) «lo que provoca incoherencias en la pantalla». Algunos realizadores aceptan plegarse a esas exigencias, sobre todo para conseguir la financiación necesaria.
A diferencia de otros cineastas, Jafar Panahi, procedente de los barrios populares de Teherán, nunca ha querido abandonar su país y ha continuado su trayectoria de escrutinio de las injusticias sociales, lo que ya le ha llevado a la cárcel en dos ocasiones: durante ochenta y seis días en 2022 y siete meses en 2023, durante los cuales efectuó una huelga de hambre pidiendo la libertad.




