El boom del skincare entre niños y niñas, impulsado por las redes sociales, está generando preocupación real entre dermatólogos, familias y educadores.
Niñas con rutinas de adultos
Cada vez es más común ver a niñas y niños de nueve o diez años grabando su skincare routine con decenas de productos: serums, tónicos, mascarillas, exfoliantes o cremas antiarrugas.
Las redes sociales, en concreto, Tik Tok, han convertido el cuidado facial en un ritual de moda, una forma de pertenecer a una tendencia global.
El problema es que estas rutinas no están pensadas para pieles infantiles. Los ingredientes activos (ácidos, retinoides, perfumes o alcoholes) pueden alterar el equilibrio natural de la piel y provocar irritaciones o sensibilizarla a largo plazo.
Una piel infantil no necesita productos cosméticos, necesita protección solar, higiene y tiempo al aire libre.
La influencia de los influencers
Plataformas como TikTok o Instagram han hecho del skincare una especie de competencia estética. Los más pequeños observan a influencers mostrando cremas mágicas y/o rutinas imprescindibles que ellos adoptan tanto para ir a clase como para momentos antes de dormir.
Además, en muchos casos, ni siquiera saben qué están aplicando, pero lo hacen porque lo ven constantemente.
Las redes no solo venden cosméticos, sino una idea de perfección. Piel sin poros, sin granos, sin textura, sin edad. Es un ideal inalcanzable incluso para adultos, pero en ojos de un niño/a se vuelve una meta muy frustrante.
Fenómeno Sephora kids
Los dermatólogos coinciden en algo básico y es que «menos es más».
Durante la infancia, la piel se encuentra en su mejor momento. No necesita hidratantes especiales, solo limpieza suave y protector solar a diario. El resto es puro marketing.
Detrás de esto hay una industria que aprovecha la viralidad para vender productos. Las marcas detectan esta audiencia nueva y diseñan campañas «cute» y coloridas dirigidas a menores como el reciente fenómeno Sephora kids.
Con envases divertidos e inocentes abren puertas al consumo estético precoz y a una relación problemática con la propia imagen.
No obstante, este tema va más allá de la piel y habla de la construcción de la identidad y la autoestima. Los niños y niñas aprenden a mirarse a través de las pantallas. Si desde pequeños asocian belleza con productos y retoques, están aprendiendo que su valor depende de su aspecto.
Por eso, la educación en el hogar y en la escuela debe incluir también una alfabetización digital y emocional. No basta con decir que lo usen, hay que explicar por qué, enseñar a filtrar mensajes publicitarios y recuperar el valor de la naturalidad. Cuidar la piel está bien, pero cuidar la infancia es mucho más importante.




