Carmen Pérez-Pozo[1]
El Estatuto del Becario, del que tanto se está hablando estos días y que acaba de aprobarse tras dos años de negociación, supone un paso importante en la legislación laboral española. Su objetivo es claro: garantizar que las prácticas sean realmente formativas, evitando que los becarios se conviertan en sustitutos baratos de empleados.
Con esta nueva norma, se pone fin a una etapa de inseguridad jurídica que afectaba tanto a las empresas como a los propios estudiantes, ofreciendo un marco más justo y transparente para todos.
Una oportunidad para profesionalizar la gestión del talento joven
El Estatuto del Becario introduce una normativa clara sobre la formación y la compensación de los becarios, lo que obliga a las empresas a adaptarse. Más que una carga, el nuevo Estatuto debería verse como una oportunidad para profesionalizar la gestión del talento joven. Las pymes y empresas familiares tienen ahora la ocasión de revisar cómo integran a los becarios y de transformar sus programas en experiencias formativas reales.
Tener becarios bien tutorizados, motivados y alineados con los valores de la empresa no solo mejora el clima laboral, sino que puede convertirse en una ventaja competitiva a largo plazo. En un mercado que necesita ideas nuevas, compromiso e innovación, formar bien a los jóvenes es una inversión inteligente.
Además, las prácticas bien estructuradas pueden convertirse en una cantera de talento: un modo de descubrir futuros empleados y fidelizarlos desde el inicio, con una relación basada en la confianza y el aprendizaje mutuo.
Adaptarse a la normativa: El reto y la oportunidad para las empresas familiares
Las empresas familiares, que en muchos casos se enfrentan a limitaciones de recursos y estructuras más pequeñas, y su gestión más emocional, sentirán con más intensidad el impacto del Estatuto.
Adaptarse puede suponer un esfuerzo adicional, sobre todo en recursos y organización. Pero también puede ser el empujón necesario para profesionalizar procesos, mejorar la planificación interna y reforzar la cultura empresarial.
Su ventaja está en la cercanía y la flexibilidad. Esa relación directa con sus equipos permite a las empresas familiares ofrecer una formación más personalizada, con una atención más humana. Y eso, para un becario, es un valor enorme: sentirse acompañado, escuchado y parte del proyecto.
Además, las empresas familiares tienen la ventaja de ser flexibles y contar con una estructura más cercana y horizontal. Esto les permite ser más ágiles en la adaptación a los cambios y establecer relaciones más estrechas con los becarios, lo que puede mejorar la integración y compromiso del talento joven en la cultura empresarial.
El impacto de la retribución y la cotización en la sostenibilidad de las pymes
La compensación económica y la cotización a la Seguridad Social son dos de los aspectos clave que las empresas deberán abordar con la nueva normativa. Esto representa un coste adicional para las pymes, que a menudo ya operan con márgenes ajustados. Sin embargo, hay que verlo como una inversión.
Las prácticas remuneradas y la cotización proporcionan una mayor seguridad y protección para los becarios, pero también una mejor calidad en la relación laboral, lo que genera una mayor satisfacción y lealtad por parte del becario, lo cual puede repercutir en un mejor rendimiento para la empresa.
De esta forma, la rentabilidad a largo plazo de este tipo de prácticas es mucho mayor que el coste inicial. Un becario que reciba una formación adecuada y una compensación justa se sentirá más comprometido y trabajará con mayor motivación.
Por otro lado, las empresas que no cumplan con estas normativas podrían enfrentarse a sanciones económicas, inspecciones laborales o la necesidad de regularizar su relación laboral, lo que supondría un coste adicional y daños a la reputación empresarial.
¿Cómo garantizar prácticas formativas que no sean empleo encubierto?
Para que las prácticas sean realmente formativas y no una forma de empleo encubierto, las empresas deben asegurarse de que las tareas que asignen a los becarios estén claramente relacionadas con su formación y que no sustituyan a personal contratado. Las pymes y empresas familiares pueden adaptarse a esta normativa desarrollando programas de formación continua y creando un ambiente de mentoría que beneficie tanto al becario como a la empresa.
Las pymes deben ser conscientes de que las prácticas deben incluir un plan de formación estructurado, un seguimiento continuo y una evaluación periódica. Además, es esencial que el número de becarios no supere un límite razonable en relación al tamaño de la plantilla, para evitar que se utilicen como una sustitución de personal. A la hora de asignar tareas, las empresas deben asegurarse de que el becario pueda adquirir conocimientos prácticos que estén alineados con su campo de estudio.
Riesgos de no cumplir: Sanciones y daño reputacional
Las empresas que no se adapten al Estatuto del Becario pueden enfrentarse a sanciones económicas y, en casos graves, a la regularización de los contratos, transformando a los becarios en trabajadores con todos los derechos laborales que ello conlleva. Además, no cumplir con las normativas puede acarrear un daño reputacional.
En este sentido, las pymes y las empresas familiares tienen que estar especialmente atentas a cumplir con todos los aspectos legales para evitar consecuencias negativas que puedan afectar a su imagen pública y a la relación con otras empresas y clientes.
Con todo esto, entendemos que el Estatuto del Becario no solo es un avance en términos de protección para los becarios, sino que también representa una oportunidad para las empresas familiares y las pymes de optimizar sus procesos de formación y atraer talento joven de manera ética y profesional. Adaptarse a esta nueva normativa puede generar costes iniciales, pero las ventajas a largo plazo en términos de calidad de los becarios, retención de talento y sostenibilidad operativa son claras.
Las empresas familiares que logren integrar este cambio de manera estratégica y eficiente estarán mejor preparadas para afrontar los retos futuros y fortalecer su posición en el mercado. Al final, las pymes que no solo vean a los becarios como una ayuda temporal, sino como una inversión en el futuro de su negocio, estarán construyendo una estructura más sólida, comprometida y competitiva.
- Carmen Pérez-Pozo Toledano es abogada y socia fundadora del Grupo Pérez-Pozo, experta en derecho laboral, mercantil y sucesorio.




