El Puente de la Constitución de 1812 que une Cádiz con su Bahía, en Puerto Real, cumple diez años. El Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible ha querido conmemorar esta fecha.

Un 24 de septiembre de 2015 tuvo lugar su puesta en servicio y, tras una década, esta infraestructura ya no es solo un paso viario, sino un símbolo de modernización, de superación técnica y de conexión social, que ha cambiado para siempre la forma de acceder, vivir y moverse en la Bahía de Cádiz. 

Su construcción supuso un nuevo acceso directo a Cádiz y llegó para aliviar la congestión del otro puente de acceso, el de José León de Carranza (pendiente actualmente de cambio de nombre), mejorar los tiempos de desplazamiento, evitar el paso de tráfico pesado por el centro urbano, y reforzar la comunicación tanto con Puerto Real como con la autovía y autopista.

El Puente de la Constitución de 1812, con una longitud total de cinco kilómetros (de los que más de tres discurren sobre la Bahía), conecta la barriada del Río San Pedro, en Puerto Real, con la barriada de la Paz, en Cádiz.  

Esta obra representa el trabajo integral de los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, quienes dirigieron su proyecto, construcción y trabajan en su conservación y explotación, para la que recientemente se ha licitado un contrato por valor de casi veintitrés millones de euros.

El proyecto fue redactado por el ingeniero de Caminos, Javier Manterola (1936-2024) reconocido por su enfoque innovador, especialmente en puentes atirantados, donde combina eficiencia técnica con elegancia estética.

El Puente de la Constitución, junto con sus numerosas obras, consolidó la reputación de Manterola como uno de los grandes maestros de la ingeniería de puentes europea contemporánea, siendo galardonado con múltiples premios y reconocimientos profesionales a lo largo de su carrera.

Características

Cuenta con dos carriles por sentido y una plataforma central reservada al transporte colectivo, con un tablero de 36 metros de ancho. Su tramo atirantado alcanza los 1.180 metros, con una luz principal de 540 metros -el mayor del país- sostenida por pilotes de 185 metros de altura.

El gálibo vertical de 69 metros permite el paso de buques de gran calado, complementado con un tramo desmontable de 150 metros para casos excepcionales. En total, se apoya en 36 pilotes y dos torres, y su construcción requirió más de 100.000 metros cúbicos de hormigón y 70.000 toneladas de acero.

La construcción de este puente ostenta varios hitos en la ingeniería mundial de infraestructuras. Es el puente con mayor luz de vano principal en España y ocupa el tercer puesto en Europa dentro de su tipología atirantada, solo por detrás del Puente de Normandía en Francia y el de Rion-Antirion en Grecia.   

Con su gálibo vertical de 69 metros se sitúa, además, como el segundo puente marítimo del mundo en altura libre sobre el agua, únicamente superado por el Verrazzano-Narrows de Nueva York y por delante incluso del Golden Gate de San Francisco.

Además, es el primer puente atirantado que combina un gálibo de estas dimensiones con una luz principal tan amplia, e incorpora el tramo desmontable más largo de este tipo en todo el mundo, 150 metros.

El presupuesto total de la obra alcanzó los 454 millones de euros y la construcción se extendió durante casi ocho años, un plazo que reflejó la complejidad técnica del proyecto y los diversos desafíos que surgieron durante su desarrollo.  

Cumplir una década en servicio supone haber demostrado que la apuesta técnica valía la pena: el puente ya está amortizado en términos de su utilidad social, urbana, económica.

Ha transformado la vida de quienes viven o trabajan en Cádiz capital mejorando desplazamientos y reduciendo los tiempos de viaje, algo vital en entornos costeros donde los cruces marítimos y viales tienen un peso importante

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