De los tres grandes pintores venecianos del Renacimiento, al Museo del Prado le faltaba Paolo Veronese para completar la triada de exposiciones que les ha dedicado a esta modalidad del arte.

Después de las de Tiziano en 2003 y Tintoretto en 2007, llega ahora a la pinacoteca madrileña una gran exposición del más joven de los tres pintores.

Las obras que se muestran en esta exposición, que es la primera monográfica dedicada en España al genio veneciano, proceden de museos como el Louvre, el Metropolitan de Nueva York, la londinense National Gallery o la Galería de los Uffizi, junto a las del propio Prado (quince piezas), por lo que se trata de una ocasión única para ver todas estas obras juntas.

La pintura de Veronese abarca una gran cantidad de referencias estéticas y culturales elaboradas con una alta libertad de planteamientos formales, desde los que creó un universo propio poblado de personajes exóticos situados en espacios imponentes y ataviados con indumentarias lujosas. Llama la atención el gran tamaño de muchas de las composiciones de esta muestra.

De orígenes modestos, hijo de unos pedreros llegados de Suiza, a diferencia de otros pintores Veronese triunfó en vida, consiguió el favor de las familias patricias de Verona y Vicenza y su fama internacional no decreció tras su muerte a pesar de que llevó una existencia cotidiana sin grandes altibajos ni escándalos conocidos.

Vivió en un difícil contexto histórico para Venecia, durante un periodo de tensiones religiosas provocadas por la decadencia económica y la crisis política; y tuvo que comparecer ante la Inquisición en 1573 para explicar algunas composiciones que aparecían en sus cuadros.

Su pintura, sin embargo, se mantuvo fiel a un estilo pleno de belleza y elegancia que suscitó el interés de coleccionistas y monarcas como Felipe IV y Luis XIV y la admiración de otros artistas: Rubens, Velázquez, Delacroix y Cézanne.

La exposición del Prado

Organizada en secciones cronológicas y temáticas, la exposición se inicia con las obras de formación en su Verona natal influidas sobre todo por las de Tizziano, en las que el artista ya apunta un estilo propio, lleno de elegancia y colorido iridiscente cuyo éxito le llevaría a Venecia en 1551.

Tuvo como maestros a Antonio Badile y a los hermanos Caroto y, en su formación como fresquista, estuvo a las órdenes del artista y arquitecto Sanmicheli. El ascenso en su carrera se debió también a su profundo conocimiento de la pintura veneciana, principalmente de Tiziano, pero también de la obra de otros grandes artistas de la época como Rafael y Parmigianino.

Una segunda sección acoge la tradición veneciana enfrentada a la visión de su otro maestro, Tintoretto. Con frecuencia Veronese sitúa en sus cuadros a unos personajes que representan una historia en el espacio donde esta acontece, relacionando ambos componentes a través de un hilo argumental.

Estos elementos se manifiestan en los cuadros de sus célebres Cenas de los patricios de la ciudad, colocados en disposición transversal. Las obras de esta sala son ejemplo de la heterogeneidad de sus prácticas y de la evolución de sus procedimientos pictóricos entre 1546 y 1588. También muestran la capacidad del pintor para asimilar las técnicas que observó en otros artistas y su talento para adaptarlas y combinarlas con sus propios métodos de trabajo.

Toda una sección está dedicada a alegorías profanas y a personajes de la mitología clásica, en competición con Tiziano.

Desarrolló este tipo de pinturas para la decoración al fresco de residencias particulares en ámbitos urbanos y rurales; como artista áulico al servicio de Venecia, y en obras de caballete para coleccionistas.

En todos ellos quiso reflejar la prosperidad de Venecia en unos años en los que ya se cernía sobre la ciudad una grave crisis económica.

Dos frescos que se pueden ver en esta exposición, «La Justicia» y «La templanza», proceden de una villa demolida en el siglo diecinueve.

La última de las secciones de la exposición se dedica a su última etapa, que registra un cambio en su pintura, abandonando el colorido deslumbrante y acercándose a lo sombrío, con composiciones más dramáticas, influido por las circunstancias causadas por la peste de 1576 y por el clima religioso posterior al Concilio de Trento. En estos años se entrega con mayor dedicación al paisaje, introduciendo en él funciones narrativas y expresivas, influido por las obras coetáneas de Tintoretto y de Bassano.

El cierre de la exposición recoge su legado en dos vertientes. La primera está dedicada a los familiares, que dilapidaron su patrimonio en pocas generaciones, aunque su hermano Benedetto y sus hijos Gabriele y Carletto mantuvieron el taller del artista funcionando bajo el nombre de «Haeredes Pauli».

El otro legado es el de los artistas que propagaron su obra, muchos de ellos aún sin haberlo conocido en persona: El Greco, Rubens y los Carracci y también su influencia en Velázquez, Tiépolo, Delacroix y Cézanne.

La obra de Veronese colaboró también en la formación del gusto artístico de las élites de la época.

  • TÍTULO. Paolo Veronese (1528-1588)
  • LUGAR. Museo del Prado. Madrid
  • FECHAS. Hasta el 21 de septiembre
Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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