Una soprano, Mariola Cantarero. Una cantaora, Marina Heredia. Ambas en inusual concierto en el Teatro de la Zarzuela el pasado 9 de junio. Un «Mar de Cantes», nunca mejor dicho, que inevitablemente me trae el recuerdo de aquel «Mar de Sueños» de Marina Heredia.
Era la segunda vez que iba a un concierto de cantante y cantaora. La primera fue en Málaga, hace pocos años. Ainhoa Arteta y Estrella Morente, dos divas cada una en lo suyo. Fue un conciertazo para la memoria.
El «Mar de Cantes» con olas muy bravías de Mariola y Marina deparó sorpresas, especialmente por parte de Marina Heredia, mejor dicho por la voz de Marina Heredia.
Estamos acostumbrados a su voz flamenca, profunda, oscura, con diversidad de colores y matices, sensualidad o distancia. Pero en este concierto sorprendió con una extraordinaria voz de contralto y una variedad de registros que en nada tienen que envidiar a los de una cantante lírica con ese color de voz.
Empezó sorprendiendo con Mon coeur s’ouvre à ta voix de la ópera «Sansón y Dalila» de Camille Saint Saëns; con el Cuore’ngratto de Salvatore Cardillo.
O en el duetto con el que ambas artistas abrieron el concierto, La tarántula é bicho muy malo de la zarzuela «La Tempranica» de Gerónimo Giménez. Una divertida competición entre soprano y contralto, con la que las granadinas dejaron patente, canto aparte, el buen sentido del humor que esa copla burlesca requiere.
También se atrevió Mariola Cantarero con aires tan flamencos como una Guajira, acompañada por la siempre sabia guitarra de José Quevedo El Bolita. Guajira muy lírica, eso sí, que el flamenco soprano aún no cuaja, pero en estilo y humor, de diez.
Pero lo más sorprendente de Mariola en esta aventura flamenca en la que se metió porque quiso fue en la Granaína y Media Granaína a dúo con Marina Heredia, que aquí por supuesto fue cantaora total en el cante más genuino de su tierra.
Pero ojo a Mariola, que sin moverse un ápice de su voz, registros y estilo logró, aunque sea complicado de creer, que su canto sonara a granaína, o así lo detecté yo, que estaba con el oído concentrado en ella. ¿Una soprano por granaína y media granaína? Pues sí. Aunque ahora recuerdo que algo parecido escuché una vez a la gran Montserrat Caballé.
La auténtica pièce de resistence de Mariola Cantarero fue la Casta Diva de la «Norma» de Vincenzo Bellini, una de las arias para poner a prueba de registros y capacidad pulmonar o diafragmática a toda soprano que se precie.
La verdad, es una pieza escuchada tantas veces a inolvidables como Maria Callas, la Caballé o Joan Sutherland que hace difícil clasificar otras interpretaciones. Mariola gustó, emocionó y se emocionó, aunque bien es cierto que ella es soprano lírica y Bellini creó este rol para sopranos dramáticas. Lo que le añade mérito.
Sorprendió Mariola en este concierto diferente con Y sin embargo te quiero del maestro Rafael de León; de nuevo a dúo para la copla de Manuel Alejandro Se nos rompió el amor, con actuación dramática sobresaliente por parte de ambas artistas.
Y una vez más la guitarra de José Quevedo, esta vez por Alegrías que bordó, ¡cómo no! Marina Heredia.
En resumen: Un estupendo concierto, distinto, que quizá guste porque se prodigan poco; colegas inmersos solo en flamenco que no disponían quizá de los elementos necesarios para apreciar el loable esfuerzo de ambas cantantes en los duettos, y desde luego la increíble y agradable sorpresa que nos dio la contralto Marina Heredia.
Para terminar, también disfrutamos del piano de Antonio José Henares, la percusión del maestro de percusiones Agustín Diassera y los excelentes coros y palmas de Anabel Rivera y Fita Heredia.
¡Que se repita!
